Sunday, December 19, 2004

Fin de año

Un amigo me acaba de enviar su nuevo post, con el siguiente comentario...

Estamos en plena época pre navideña y cuando se inicia la patética e infaltable mala costumbre de intentar hacer un balance de fin de año. Es el momento en el que, a medida que se acerca del día en el que la consigna es festejar sin límites e intentar terminar la noche en una cálida mañana en un repleto mercado central, intentamos resumir un año en breves segundos. Propongo, como forma alternativa, intentar contestar preguntas difíciles que tienen algo más de importancia y trascendencia en el crecimiento personal.

Cuál fue la película que más te marcó este año? Cuál fue el día más feliz, el carrete más salvaje y la caña más infernal? Cuál fue la canción que más tarareaste? Cuántas horas perdiste viendo TV (y televisión abierta!!)? Qué fue lo que te provocó más carcajadas? Peleaste alguna vez? Si respondes no, cuántas veces estuviste a punto de perder el control y por qué no lo perdiste? Cuántos amigos perdiste, cuántos ganaste? Sumaste nuevos personajes a tu lista de deleznables? Escribiste algún guión, novela, cuento o poema? Ganó tu equipo favorito? Cuántas mujeres conquistaste? Cuántas te rompieron el corazón y a cuántas le partiste el alma? Encontraste a la mujer de tus sueños o, al menos, soñaste con encontrarla? ¿Cambiaste de trago favorito? (no vale abandonar el whisky o bourbon)


En respuesta a estos comentarios, debo decir, en primer lugar, que no estoy de acuerdo con los adjetivos “Patética e infaltable mala costumbre” de intentar hacer un balance de fin de año. Para algunas personas, puede ser una costumbre innecesaria, porque cada cierto tiempo, y sin necesidad de tener que llegar el fin de año, analizan los últimos pasos de la vida. Sin embargo, para personas arianas e hiperkinéticas como yo, quienes no nos damos ni un minuto a mitad de año para saber si lo que estamos haciendo es realmente lo correcto, y sólo vivimos el día a día, enfrentando lo que trae, sin pararnos a pensar en de qué manera misteriosa las cosas que hacemos van tejiendo nuevas enseñanzas y abriendo caminos insospechados en la vida, el fin de año es LA oportunidad de mirar hacia atrás y hacer el balance de los últimos 365 días.

Por esto mismo, ahora, después de haber terminado con todos los trabajos y exámenes de la universidad (¡¡Por fin!!), tengo el tiempo y la excusa perfecta (el blog de mi amigo) para pensar en lo que fue el 2004. Al final de cuentas, el año fue bastante mejor de lo que auguraba la triste navidad (por estar esperando a una prima no pude pasarla con mi mamá y no había ni un solo regao para mí en ese árbol de pascua...bastante deprimente), y para qué decir lo que fue la fiesta de año nuevo...Primer año que decido quedarme en Santiago para salir con mis compañeras de universidad, ir a ver en vivo a Tommy Rey, y bailar hasta el cansancio en la famosa fiesta del Clun Hípico, pero como ya se imaginarán, fue un desastre. En primer lugar, después de dar ochocientas vueltas buscando un bendito estacionamiento en las afueras del Club, escuchamos que el nunca bien ponderado Tommy Rey se está ¡despidiendo del público! Primer fiasco...Posteriormente, y luego de una eterna cola para entrar, nos dimos cuenta de la misión imposible que iba a ser conseguir una bebida, un trago o incluso, un vaso con agua. Momentos antes de nuestra llegada, hordas de gente embravecida habían atacado las barras, dejándolas reducidas a escombros en el suelo del recinto, por lo que para conseguir un vaso de coca cola había que identificar en qué manos habían quedado las botellas, así que después de analizarlo, decidimos optar por la paz y resignarnos a morir de sed e inanición hasta que nos dieran ganas de regresar. Cuento corto, después de dos horas de bailar más apretujadas que sardinas en lata, al lado de individuos de un aspecto que seguramente nos harían apretar las carteras contra el cuerpo de verlos en la calle, volvimos a nuestras respectivas casas con una sensación de desilusión difícil de describir, rezando por que el año que comenzaba no estuviera marcado por el sino fatal del Club Hípico.

Afortunadamente, las cosas durante el año no se dieron tan mal. Puedo decir, entre otras cosas, que me consolidé en mi trabajo y que egresé del magíster; en que si di un paso importante en la vida fue el irme a vivir sola, lo cual, entre paréntesis, fue una muy buena decisión, y que finalmente, he madurado bastante más que en años anteriores.

Respondiendo a las preguntas propuestas, creo que una de las películas que más me ha marcado este año fue Good Bye Lenin: me parece que es una de las pocas que han hecho que mi espíritu salga rebosante de optimismo y de buenas vibras; el día más feliz, después de pensarlo por un rato, fue el de mi cumpleaños, donde más de 40 personas metidas en el reducido espacio de mi casa, todos disfrazados y haciendo el ridículo en nombre de nuestra amistad, me hicieron comprender la valiosas personas que me rodean, además de contar con la visita y la ayuda de mis lindos papás a los que adoro con el alma; lloré de la risa, sin ningún tipo de control ni sentido del ridículo con unos estúpidos videos de gente estúpida en un viaje en bus a Rancagua; sí, me enojé con alguien y fue con Toto, después de la tercera vez que me llama a altas horas de la madrugada, ebrio y hablando cabezas de pescado; caña, aún no he tenido ninguna en mi vida, aunque nadie me lo crea; amigos, mantengo los buenos y he ganado otros iguales y mejores; en el aspecto amoroso, y como ya lo saben, pasé por las de Quico y Caco, pero cada una de esas experiencias me sirvió para conocer un poco más a los hombres y a mí misma; y si alguna vez rompí algún corazón, jamás ha sido de forma intencional, como no creo que lo haya sido en el caso de los que me lo han roto a mí en el transcurso de este año.

Finalmente, creo que me encuentro con la misma Pancha de siempre; tal vez un poco más curtida, más madura, pero en esencia, la misma mujer optimista, un poco idealista, apasionada y bastante feliz.