Wednesday, February 28, 2007

“Everybody lies”: la amiga negada


Debo confesar que me he vuelto una adicta a “Dr. House”. Me encanta él, ese ser desagradable e irónico, tan superiormente intelectual y tan miserable e inseguro al mismo tiempo. Admiro a los doctores que están a su cargo, porque a un jefe así ya lo habría mandado a la cresta, y sí, por supuesto que pondría mi vida en sus manos. (Para los interesados, lo dan de lunes a viernes a las 20.00 en el Universal Channel)
Es drogadicto, metido, impertinente y solitario, y su mayor máxima es “Everybody lies”. Pensándolo mejor, el hecho de que House mienta muy pocas veces en la vida, el hecho de que siempre diga lo que piensa y que hable con la cruda y triste verdad es lo que más nos descoloca, pues estamos acostumbrados a mentir.
Desde siempre. Hemos sido criados con la certeza de que la verdad está bien y la mentira mal, pero junto a esto, nos enseñan a decir que es muy mal educado decirle a alguien que es feo, que es tonto o que la comida que prepara estaría mejor en el plato del perro. Nos dicen que seamos sinceros, pero también que hay mentiras blancas, piadosas y verdades a medias.
Yo miento. Todo el mundo miente.
¿Por qué mentimos? Hay muchas razones: mentimos para no ser impertinentes, para no hacer sentir mal a alguien, para ocultar nuestra vergüenza de nosotros mismos y para no dejar entrever nuestras debilidades. Decimos “no importa”, cuando de verdad nos importa y mucho, decimos “te perdono” cuando el corazón aún resiente. Decimos “ya estoy mejor” cuando todo es un caos en tu interior.
Sin embargo, en este mundo de mentiras, hay unas más condenables que otras. Decirle a alguien que su comida es buena o decirle a tus papás que te vas de vacaciones con tus amigas cuando de verdad vas con tu pololo es aceptable; decirle a tu esposa que tienes trabajo cuando estás con otra mujer es completamente condenable.
¿Cuánto mienten ustedes y si tuvieran que hacer un ranking...cuál es su peor mentira?
No pido que me contesten...¡yo no lo haré!
Se me ocurrió escribir sobre esto porque la semana pasada me fui de vacaciones a La Serena con Rodrigo (el mismo amigo con el que viví un par de meses). No sé si lo recuerdan, pero Rodrigo tenía un amigo Opus Dei que durante todo el tiempo que vivió conmigo le rogaba que por favor se fuera a otra parte, porque estaba expuesto a la tentación al vivir con una mujer bajo el mismo techo. Al principio, me daba risa saber que alguien me consideraba el demonio personificado, o quizás tan atractiva que ningún hombre podría resistirse a mis encantos; más tarde, ya me empezó a dar lata, porque este individuo jamás me había visto en la vida y ya me estaba etiquetando. De hecho, visitó a Rodrigo a mi casa un día en que yo no estaba, y no quiso entrar a mi conocer mi pieza, pensando tal vez que iba a encontrar alguna especie de culto satánico o la tabla ouija encima de la tele. Por otro lado, Rodrigo le insistía que sólo éramos amigos, porque oh! De verdad existe la amistad entre hombres y mujeres y la mía con Rodrigo es un ejemplo bastante evidente.
El caso es que llegando a La Serena, estábamos instalándonos en el hostal donde nos quedaríamos, cuando este amigo llama por teléfono a Rodrigo. Yo escuché no porque quisiera, sino porque era inevitable, y así supe que Rodrigo le mintió a su amigo, contándole que se iba de vacaciones con un grupo de amigos, y no solo conmigo, para que el tipo este no le hiciera atados. Yo lo encontré absurdo, la verdad. Y le dije a Rodrigo que hubiese entendido que le mintiese a su abuela (a la mía le puede dar un ataque si sabe que salí con un hombre de vacaciones), o a sus papás por atadosos. Pero mentirle a un amigo porque es Opus Dei y cree que íbamos a caer en “pecado” por el solo hecho de salir juntos...¡Por favor! Creo que hasta me sentí un poco mal, como la “amiga negada”...al menos no me negó tres veces, como Pedro.
Me carga la gente que busca imponer sus propias ideas y creencias a los demás, sin respetar las decisiones de vida del resto. Me cargan las personas que se creen dueñas de la verdad en cualquier ámbito y que no entienden que cada persona tiene la libertad de creer y hacer de su existencia lo que le haga feliz. Si un amigo empezara a comportarse como el de Rodrigo, mi respuesta sería: ¿Por qué no te vai un ratito a la cresta, y te quedai allá haciendo berlines?

Wednesday, February 14, 2007

"Tranchantiago"

Anoche, alguien tocó a mi puerta. La abro y eran el rey Juan Carlos y la reina Sofía de España, quienes venían a visitarme. Yo los atiendo con toda naturalidad, hasta les pregunto cómo está la “Leti” por la terrible muerte de su hermana y lamento que no haya podido venir de visita (sobre todo su estupendo marido).
Les sirvo té en unas tazas de porcelana que parece que fueran mías desde tiempo inmemorial, para luego sentarme con ellos y conversar de la vida. Ahí fue donde me sonó el despertador y salté de la cama.
Lejos de codearme con la realeza, me tenía que levantar para enfrentar un aburrido día laboral. Además, prendo la televisión para obligarme a salir de la cama y veo la media escoba que ha quedado con el “Tranchantiago”, como le han empezado a decir a nuestro flamante sistema moderno de transporte. A las personas que entrevistaban, les faltaban palabras para expresar su rabia y frustración, y le dedicaron a Zamorano un par de garabatos (Se ve que a Zamorano le gustan las empresas arriesgadas, primero le pide matrimonio a la Kenita Larraín y ahora acepta ser rostro oficial del Transantiago: hay que ser bien valiente).
Yo ya estaba preparada, así que en vez de micro empecé a tomar el metro, debiendo caminar más, pero al menos así no hago el trayecto colgando arriba de una micro, lo cual, dado mi pésimo equilibrio, equivale a arriesgar mi vida. De vuelta del trabajo, me vengo caminando hasta mi casa, así que en resumen, personalmente no me afecta. Sin embargo, no dejo de estar disconforme con el dichoso cuento, sobre todo cuando veo que en todo el camino desde mi casa al metro con suerte veo una micro (antes pasaban sin parar), y los pobres pasajeros van tan apretujados que de milagro la micro no se revienta. (Hoy se partió una oruga en dos, quedando incrustadita en la puerta de un banco. En la oficina nos imaginábamos a las personas que estaban adentro, la tremenda impresión al ver que se acercaba un bus a toda velocidad). Y mientras el ministro hablaba de lo maravilloso que estaba funcionando todo (igual me gusta Espejo), uno veía las imágenes en los diarios, en la televisión y en la misma calle, y daban ganas de reírse en su cara.
Realmente, yo no sé cuál es la idea de celebrar la mediocridad en este país. Celebraron la “reparación” de la Alameda, y ahora celebran el inicio del Tranchantiago... ¡Cómo se nota que ninguno anda en micro! En fin, espero de corazón que el sistema se regule algún día, porque la verdad es que sí estaba de acuerdo en terminar con las micros amarillas, porque contaminaban mucho, eran muy peligrosas y la seguridad de los pasajeros dependía absolutamente del humor del chofer. Sin embargo, ahora no sé si es peor el remedio o la enfermedad...
He de decir además que mi mamá no entiende nada, que si se perdía en Alameda cuando venía a Santiago, ahora sí que va a andar tan perdida que ni “Troncalito” ni Zamorano en persona la van a sacar del apuro, y que mi papá está verdaderamente indignado porque ahora para venir a esta ciudad tiene que tener pase diario para entrar en auto al enredo de autopistas concesionadas y estar pendiente de que la tarjeta Bip tenga saldo para no quedar debajo de la micro...¡O sea, no espero la visita de mis papás hasta dentro de un siglo!
Mejor me voy a dormir por hoy...Tal vez me venga a visitar Carolina de Mónaco o Lady Di.

Thursday, February 01, 2007

Cosas

Me cagaron. Pusieron un Starbucks en Ricardo Lyon, justo al lado de mi gimnasio. Y yo que estaba feliz porque por fin había encontrado la manera de ejercitarme sin pasar horas de horas haciendo repeticiones en una máquina o tratando de seguirle el paso de baile a los profesores, que creen que uno nació con ritmo y coordinación.
Estoy yendo al "Curves", una compañía que en tres rutinas semanales de 27 minutos cada una promete volverte una curvilínea y escultural mujer. (Si resulta, prometo darle el dato a todas).
Bueno el tema es que dudo seriamente de poder resistirme al café del Starbucks después de hacer mi rutina. Y como soy una verdadera chanchita, me gustan esos cafés con haaarta azúcar (alimento que tengo prohibido) y con cremas de almendras, avellanas, vainilla, mmmmm.... Es uno de los placeres de la vida, ya que los de los "otros" estoy en periodo de franca recesión.
Hablando de otras cosas, estos días han sido medios extraños. El año 2007 ha sido bastante sanador, como cerrador de algunos círculos que permanecían abiertos:
-Volví a hablar con un ex al que le partí el corazón
-Volví a hablar con el que me lo rompió a mi
Esto de cerrar cosas del pasado a uno lo va liberando del karma, de la culpa y de los malos recuerdos, pero también agota un poco.
También he pasado por un corto periodo de depresión; no sé qué me dio, de repente me sentí como la cucaracha menos importante del Planeta Tierra, una mota en el polvo que nadie aprecia, pero ya lo estoy superando, gracias a los incontables ánimos de mis amigos del alma.
Ahh, y también estoy bastante dispersa, como lo habrán notado en este post.