Monday, January 29, 2007

Como antes

Estás esperándome en tu auto. Hiciste mil preguntas, como si no te acordaras de mi calle, de mi casa, del camino que hiciste tantas veces.
Me subo tensa, nerviosa, con el pecho apretado. Ni siquiera me atrevo a mirarte, por miedo a recordar lo que nunca fue.
Luego, una mesa tranquila, un pisco sour en la mano y una cerveza en la tuya y la conversación fluye. Te hago reír hasta que casi se te escapa la cerveza por la nariz, y hablamos de cosas sin importancia, hasta ir de a poco, descubriendo lo importante.
Como antes.
Me cuentas que estás triste. Que ella te rompió el corazón en mil pedazos, que le entregaste tu alma y no fue capaz de manejarlo.
Trato de consolarte con mi mejor discurso: Dios así lo quiso.
Pero en silencio, me pregunto qué habrá hecho ella para enamorarte. Y qué me faltó a mí para que me amaras.
Sin embargo, no te digo nada.
Me miras, un poco avergonzado. Me dices que ahora te das cuenta, que ahora entiendes. Me pides perdón por el adiós nunca dicho.
Yo te digo que ya no importa. Que desde el principio estabas perdonado.
Qué bueno que ahora podamos ser amigos, dices.
¿Amigos?
¡Amigo el ratón del queso! Pienso yo.
Por dentro me río.
Y lloro.
Como antes.

Wednesday, January 17, 2007

¡Qué vivan los novios!

El viernes desperté a las 7 de la mañana y después de eso no conseguí pegar un ojo. Me caí pésimo porque sabía que me esperaba el matrimonio de los Cachos, o sea, una larga noche de baile y carrete.
Me di vueltas como pollo asado, tratando de conciliar el sueño, pero al parecer los nervios de dar la defensa de tesis frente a una comisión me habían superado. Finalmente, después de haber dilatado el asunto de la tesis por años hasta entregarla en mayo, ya terminaría oficialmente mi magíster en ciencia política con mención en instituciones y procesos políticos (¡Qué top suena!, ¿no?)
A las 12.00, estaba muy formalita, con ese vestido que guardo para ocasiones especiales como esta y el estreno de tacos después del esguince (tacos bajos comparados con las sandalias destinadas para la noche), y hecha un atado de nervios, hasta que aparecieron los dos profesores que constituían la comisión. Comencé mi presentación media turuleca, con voz temblona y las rodillas tiritonas, pero como suele ocurrirme, ya después me relajé y en veinte minutos ya había terminado. Lo terrible viene después: la maldita ronda de preguntas donde los profesores parecieran tener un chip en la cabeza, programado para preguntar exactamente lo que uno jamás pensó al hacer la tesis. Yo sudaba la gota gorda, tratando de hilar una respuesta coherente, defendiéndome como gato de espaldas. Tal parece que lo hice medianamente bien, porque luego de una corta deliberación (donde me quedé prácticamente sin uñas) entré y me dijeron que había pasado con la digna nota de un 5.7. Eso se promedia con el 5.5 inicial, así que salí con un 5.6 final. ¡Y ya puedo decir que soy magíster! ¡Hurraaaa!
Volví a mi casa, con la intención de pasar directamente a la peluquería para no andar corriendo más tarde, pero vi mi camita y ahí me quedé, realmente inconsciente, no estaba segura si de calor, de sueño o de una combinación de ambos. Obviamente, desperté a las 4 y media de la tarde, volé a la peluquería, elegí que me hicieran un moño enrulado (suplicándole a la peluquera que por favor me lo dejara lo menos ochentero posible; esos chochos chicos a los lados de las orejas no se pueden ver más flaites) y ahí estuve por las siguientes tres horas (Odio a los hombres, que se bañan, se afeitan, se ponen un traje y ya están listos). Me tiraron el pelo, me pusieron pinches por todos lados, me hicieron la manicure, me pintaron, así que cuando me ví libre de enruladotes, de toallas y de cuánta cosa te ponen en la peluquería, me miré al espejo y casi no me reconocí. Ustedes saben que yo soy lo menos vanidosa que hay, pero de verdad, me veía muy bonita. Obvio que después de esto, me tuve que ir volando a poner el vestido, los tacos y todo el cuento, porque ya me habían pasado a buscar.
Pero por muy bonita que estuviera, evidentemente no me veía mejor que la novia. La Vania se veía espectacular, su vestido era maravilloso, su caminar emocionado por la iglesia fue increíble y además, todo esto estaba enmarcado en un aura de felicidad que era compartida completamente por Cacho…En ese momento, el mundo era solo de ellos dos, y para los demás, era un privilegio compartir ese cariño. Me resistí a llorar en la iglesia por mi sentido de la dignidad y por el recordatorio de la Pao (acuérdate que pagaste por el maquillaje).
Más tarde, la comida estuvo deliciosa, la música y el carrete muy muy muy güeno. Obviamente, los delicados tacos que hacían verme alta, estilizada, de piernas perfectas, no duraron ni una sola canción. Cuando miré mi tobillo post esguinzado y vi que mi pie comenzaba a parecer una empanada de lo hinchado, volaron los tacos. Sólo me los volví a poner cuando me subí al auto de la Pao para volver a la casa.
Lo que me llamó la atención fue la cantidad de mujeres solteras que estaban invitadas. Cuando hicieron el llamado a las solteras para el lanzamiento del ramo, la pista de baile quedó prácticamente repleta…cosa que no ocurrió con el lanzamiento del guante del novio…Después me dicen que no hay una desproporción entre la cantidad de mujeres y hombres en el país.
En resumen, todo estuvo perfecto. Estuve con amigos que no veía hace mucho, como Manolo y Ángela, dos colombianos que vinieron exclusivamente a Chile para el gra evento, y comí como una chanchita, agradeciendo haberme puesto un vestido y no el corsé rojo, que ya a las dos de la mañana aprieta como si te estuvieran torturando.
Ahora, los Cachos andan en su luna de miel, y todos estamos a la espera de las fotos oficiales y no oficiales del evento… Nuevamente, los mejores deseos a la pareja del año y nos vemos pal bautizo! jajaja

Monday, January 15, 2007

Pancha magíster

Sé que prometí escribir el sábado, pero recién hoy me siento recuperada de tanta emoción...Los nervios de la defensa, al sentirme atacada por las profundas preguntas de los profesores, y el alivio al saber que ya soy magister...
Luego, un sueño inquieto, cuatro horas en la peluquería y el matrimonio con bailoteo hasta las tantas de la mañana.
Mi cuerpo me pidió a gritos un fin de semana de descanso. Mi tobillo, recién se está desinchando luego de la primera postura de tacos post esguince (por supuesto, los tacos sólo duraron la hora de la comida, después, bailoteo a pata pelada). Los novios estaban felices, los amigos también...prometo escribir latamente sobre este gran acontecimiento.
Por ahora, sólo quiero dormir unas horas más...

Tuesday, January 09, 2007

Viernes 12

Este viernes 12 de enero defiendo la tesis del magister.
Este viernes 12 de enero se casan los cachos.
Por la defensa, estoy nerviosita.
Por el matrimonio, feliz.
El sábado les cuento cómo me fue.

Sunday, January 07, 2007

Reflexiones de una BJ

Encontré el libro “El diario de Bridget Jones” en internet, y hoy empecé a leerlo. Ya tengo una biblioteca completa de e-books, (donde tengo desde los libros que usé para mi tesis hasta todos los volúmenes de Los reyes malditos) que personas muy amables comparten en la red, pero no sé si algún día los lea todos. Aún prefiero mil veces los libros de papel, esos que te puedes llevar a la cama y guardarlos debajo de las almohadas; esos que encuentras después de meses o años cuando haces orden en la casa y te da la sensación de recuperar a un viejo amigo. La pantalla del computador es bastante menos amigable, pero igual salva sobre todo cuando quieres ahorrar plata.
En fin, el caso es que estoy leyendo el Diario de Bridget Jones y como ya lo he escrito, que atroz lo identificada que me siento.He reído a gritos con las aventuras de esta soltera inglesa, que parece comprenderme tan bien...y eso que aún no termino de leer.
Como ella, todos los años me hago firmes propósitos de año nuevo, de buscar un trabajo más excitante, de ir al gimnasio (este año sí, lo prometo), de acabar con relaciones insanas que desde el comienzo auguran el fracaso, de llamar a esos amigos con los que me he distanciado, de cerrar círculos incompletos, de pagar mis deudas y no gastar más de lo que gano, de dejar de llorar y sentirme desgraciada una o dos veces al mes....lo malo es que todos los años, los propósitos son los mismos. Sigo enredada hasta las masas con sujetos incomprensibles, en la misma oficina y con los mismos clientes, endeudada hasta el cuello y ahogando mis penas en las tiendas de ropa, entre otras conductas irracionales.
He reído a gritos con situaciones en las que he estado metida más de una vez, como la ocasión donde Bridget Jones se queda atrapada en un vestido en un probador de una gran tienda, corriendo de un lado a otro con el vestido en la cara, y sin poder tampoco sacárselo por la cadera; mal porque una vez, en una tienda de Providencia, se me ocurrió probarme una linda blusa sin cierre, a la hora de almuerzo de un caluroso día de verano: obviamente, terminé atrapada en la maldita blusa, teniendo que pedir auxilio a la vendedora para poder sacármela sin romperla.
Y no saben cómo la entiendo cuando espera horas a que suene el madito teléfono, o cuando tiene que ir a la farmacia a comprar un test de embarazo, luego de una apasionada noche con el tipo menos comprometido del planeta...los minutos en que estás sentada en el baño, esperando que aparezcan las famosas rayitas del test, arrepentidísima y ya imaginándote con una guagua en los brazos y un padre ausente.
O esas veces, cuando te toca ir a reuniones sociales de la pega, donde no conoces a nadie ni tampoco te interesa, porque te sientes como pez fuera del agua, en un ambiente que no es el tuyo, o peor, esas reuniones familiares donde todos te celebran porque eres profesional, inteligente, con departamento propio, pero en el fondo, todos te tienen lástima por tu mala suerte en el amor, e inventan frases de consuelo como “lo que pasa es que los hombres huyen de las mujeres demasiado exitosas”. Y cuando estás emparejada, el tipo nunca es lo suficientemente bueno para ti.
Oh, Bridget, quiero hacerte un homenaje a ti y a todas esas mujeres que conozco y que son simpáticas, amorosas, entregadas y brillantes; porque si el final del libro es igual que la película aún quedan esperanzas; porque al final del día las personas que te apoyan siguen siendo las mismas; y porque siempre queda el recurso de reírse de uno misma y de perderse en el abrazo de un buen amigo.