Thursday, December 28, 2006

Juegos del destino

Me tiene francamente aterrada la similitud de mi vida con Consuelo Aldunate. Pese a que aún no llego a la treintena, no tengo su vida glamorosa ni gatas en mi departamento, las coincidencias de sus relatos ficticios con mi vida real me tiene pasmada. Las que siguen su columna semana a semana me entenderán, y para los demás, iré haciendo las analogías del caso.

Los primeros días de diciembre, un fin de semana cualquiera, me fui a la casa de mis papás. Como ya se acercaba Navidad, decidí cocinar un rico pan de pascua con puras nueces (no me gustan ni las frutas confitadas ni las pasas, así que cuando como pan de pascua normal, dejo como un ratón el plato), y cuando iba camino a la cocina a buscar los huevos, no me pregunten cómo, me resbalé en el piso y caí cuán larga soy sobre mi pie izquierdo. Lo que es la vida: yo que me saco la cresta al menos cuatro veces al año, que he caído de escaleras para abajo, que me he enredado con los tacos en una fiesta y en plena discoteque, que he caído sentada en medio de la calle, me vengo a esguinzar la pata izquierda yendo a buscar huevos a la cocina, en mi casa, y con zapatos bajos.

Como resultado, estuve más de una semana sin poder pisar (en sentido literal, por favor), más aburrida que una ostra y cumpliendo los deberes de una buena prima mayor, ayudando a las niñitas a hacer tareas y otros trabajos manuales típicos de fin de año, como un pesebre en donde no se podía distinguir la diferencia entre el burro y San José.

La verdad es que ya al séptimo día en mi casa, sin poder moverme del sillón salvo para ir al baño saltando en una pata, ya estaba a punto de estrangular a quienquiera me pasara por el frente. Además, como jamás pensé en quedarme más de un fin de semana en LC, sólo llevé ropa para un día, así que le pedí prestada ropa a mi mamá.

Nota: Un par de columnas atrás, Consuelo Aldunate se rompió la pata y tuvo que andar con una bota plástica como tres semanas.

Ya después de los diez días de licencia, volví a trabajar y me encuentro con que estos desgraciados de la isapre me habían rechazado la licencia, por ser muy extensa…¿Qué se creen estos huevones, digo yo? Tres años que trabajo y jamás en la vida había pedido una licencia…¿Acaso pretenden que me viniera volando a trabajar, si no era capaz de apoyar el pie en el suelo?

Además, para mi mala cueva, para poder alegar, debía obtener un certificado firmado por el mismo doctor que me había otorgado la famosa licencia, un joven médico que justamente había renunciado y se había ido de LC para siempre. Pero como no me resignaba a perder casi un tercio de mi sueldo a expensas del sistema de salud privado de este país, me di la maña de periodista y conseguí su teléfono.

Lo llamé, le expliqué mi angustiosa situación y la necesidad de verlo para que me llenara el famoso papel. Yo, obviamente, estaba dispuesta a viajar adónde él estuviera trabajando, aún si fuera en Isla de Maipo o en Argentina.

Reproduzco la conversación:

Él: Pucha, pero tienes el pie lesionado y todo…¿Dónde vives en Santiago?
Yo: En Providencia
Él: Ahhh, super, si yo también vivo en Providencia, cero atado para juntarnos…
Yo: Mira, que bueno….¿Y en qué parte de Providencia?
Él: En DU con PV
Yo: Yo también! ¿Vives en el edificio nuevo, de la esquina?
Él: Nooo, en el antiguo del frente
Yo: No lo puedo creer, yo también!
Él: Si poh, el antiguo, en el sexto piso
Yo: Ya, me estás agarrando el pelo…Yo también vivo en el sexto piso, en el 63
Él: Yo vivo en el 62
Los dos: Jajajajajjaja

Así fue como el mismo doctor que me atendió era nada más ni nada menos que mi vecino del frente. No lo había visto nunca, porque yo llegué en febrero, y él ya estaba en LC.

Así que por esas casualidades del destino, nos juntamos la semana pasada para que me llenara el papelito, y realmente, me causó un shock importante: fue esa cosa de verlo nuevamente (ya le había echado el ojo allá, pero la verdad es que estaba más preocupada del dolor de mi pata que de lo estupendo que era el doc) y caer redondita en sus encantos, como en esas películas de hadas en que todo es perfecto…

Pero como estamos hablando de mi vida, obviamente el tipo pololea hace un año, así que como no tengo alma de mártir sufriente, ni menos de patas negras, procuraré mantener mis sentimientos a raya. Sin embargo, ambos estuvimos de acuerdo que la coincidencia de la vida de que fuéramos vecinos es demasiado increíble (la misma calle, el mismo edificio, el mismo piso!!!), así que el destino (o Dios) quiso que nos juntáramos y al menos, fuéramos amigos. Para mí, fue una señal de que el próximo año no puede (es que no puede) ser peor que el 2006.

Nota: Consuelo Aldunate ahora está saliendo con el doctor que le revisó su pata mala, y lo bautizó como “Galán Galeno”

Bueno, para cerrar esta columna, les deseo a todos los que me leen un muy muy muy Feliz Año Nuevo, que se les cumplan todos los deseos que pidan y que sean muy felices!!!!

Friday, November 17, 2006

Se acerca fin de año….y las cuentas no son tan alegres

Nuevamente, a mediados de noviembre, los viejos pascueros, los adornos de navidad y los villancicos nos empiezan a invadir…y también la certeza de que el 2006 se nos va. Parece que es cierto eso que dicen que mientras más años tiene uno, más rápido se pasa la vida, porque siento que recién ayer estaba en Viña celebrando el año nuevo.
En fin, y junto con estas fechas, a mí me baja la melancolía, el pensar en el tiempo que pasó y en las cosas que quedaron…y este año, lamentablemente las cuentas no son tan felices, aunque por supuesto, hubo cosas muy buenas e importantes.
Lo mejor fue mi cambio a mi casa nueva, que además, está muy muy linda, con mi piso vitrificado y mis muebles de madera, mis plantas, mi cama de dos plazas y todos mis cuadros….¡Me encanta vivir en mi nuevo depto! Otras de las cosas buenas de este año fue que dos de mis mejores amigas se casaron (la Pame y la Vania) y son muy felices, y que toda mi familia y mis amigos están super bien. También conocí a nuevas amigas, como la Angela y la Wiebke, quienes vivieron conmigo parte del año.
Pero si tuviera que definir el 2006, diría que en general fue un año de estancamiento. En la pega, la verdad es que mis jefas y mis compañeras de trabajo son un sol (ahora incluso estoy trabajando con una amiga de la U), pero ya tres años haciendo lo mismo me está pesando y las ganas de cambiarme han aparecido en el horizonte; sin embargo, como a final de cuentas solo soy una periodista más en la tierra, las posibilidades reales no abundan.
En la vida amorosa, para que hablar: dos desilusiones bastante importantes, llanto y roturas de corazón; nada que una nueva relación no pueda volver a dañar, y la sensación cada vez más inminente de que la soltería será el estado normal de mi vida hasta que aprenda a ser menos ingenua y me quiera bastante más.
Economía, como las pelotas. Qué pena que estaba planificando mis grosas vacaciones a Brasil, llamé al banco para saber en qué estaba mi vida crediticia, y descubrí que todo este año en que he pagado sagradamente la tarjeta de crédito, sólo he estado pagando los intereses, y la deuda de mi viaje a Europa no sólo no ha disminuido, sino que ha aumentado!!!!
Si sumo a eso el crédito hipotecario, los remedios y exámenes que tengo que tomar y los regalos de cumpleaños y navidad de esta época, con cueva iré a Salvador…pero a la estación de metro. De verdad, cuando caí en la cuenta de que las vacaciones paradisiacas que tanto necesito se me fueron a las pailas, me dio una rabia…
Sé que siempre esperan que escriba cosas graciosas, que les alegre la vida, pero la verdad es que este fin de año lo que más siento es soledad….
Ojalá el 2007 traicione las predicciones del horóscopo chino (porque el año 07 viene muy mal para los monos como yo) y traiga un mejor ánimo a esta quejona.

Monday, August 21, 2006

Vamos a la playa, oh oh oh ohoooo!

El fin de semana que recién pasó nos fuimos a la playa con un grupo de amigos. El objetivo principal del paseo era acompañar a uno de ellos a una carrera de autos en Santo Domingo, donde iría a competir en su enchulado super auto turbo jet con propulsión a chorro.
Así que el viernes, después de un arduo día laboral, tomamos bolsos y sacos de dormir y nos fuimos a Algarrobo. Fuimos con la Vania, su novio Cacho y mi nueva roomate Ángela (no les había contado, pero ahora vivo con una colombiana, muy dulce y simpática, además, amiga de Cacho), además de otros amigos. En total, éramos como 15 personas.
Felipe, el organizador oficial del paseo y dueño del enchulado super auto turbo jet con propulsión a chorro, se encargó de ir al supermercado para hacer las compras de todo el fin de semana. Con la Vania, dudábamos seriamente de mandar a dos hombres a esa tarea, pero dada la buena voluntad, y nuestro poco tiempo, aceptamos. Por supuesto, llegamos a la playa y nos encontramos con que no habían comprado ni un mísero rollo de confort (con lo cual entramos en pánico por algunos segundos, cuando descubrimos que las cabañas no tenían ni servilletas; menos mal que el dueño se apiadó de nosotros y nos trajo), y ni hablar de detergente, cloro para limpiar los baños ni fósforos para encender la cocina. O sea, vivimos por dos días en la precariedad absoluta. ¿En qué se gastaron las 9 lucas de la cuota, dirán ustedes? Bueno, las bolsas venían repletas de ron, cerveza, bebidas y carne para amenizar el trago.
Había copete suficiente para sobrevivir tres semanas sin morir de sed (o sea, no había problema si nos quedábamos aislados en medio de la nada), ni tampoco de hambre, porque entre la carne y los mariscos éramos capaces de alimentar a un regimiento entero. Obviamente, empezamos a reducir los víveres desde la primera noche que llegamos.
Y mis amigos sabrán que yo nunca tomo mucho (es verdad, y que lo confirmen mis compañeritas de colegio), pero esta vez me acusaron de cartuchona y gallina si no tomaba, así que no tuve más remedio que tomar ron con bebida hasta quedar media cufufa.
Lo pasamos genial, nos reímos mucho, pero mucho con el lenguaje de la Ángela (ella es colombiana y con tres o cuatro vasos de ron en el cuerpo no había quien le entendiera un carajo), así que aprendimos muchas palabras útiles para la vida, como Dar papaya = dar jugo; guayabo = caña, hachazo; picoloco = picoroco…imagínense cuando cuente que comió picoloco en su oficina, jajajjajajjaa
El sábado en la noche fue lejos el día más freak. Se supone que como el domingo eran las carreras, no íbamos a tomar mucho ni acostarnos muy tarde, pero azuzada por Felipe y promocionada como la colombiana más dura para tomar ron por su “amigo” Ananías, la pobre Ángela se tomó hasta el agua del florero, quedando tan borracha, que hubo que subirla por las escaleras y ponerle el pijama (he ahí porque nunca tomo demasiado; ya me basta hacer tonteras sobriecita), así que casi no pegué un ojo por mi preocupación por el estado físico de mi conviviente.
Y el domingo, salimos “temprano” rumbo a Santo Domingo (nunca fue, salimos como a la una de la tarde), y nos instalamos en el autódromo preparadas para observar a Pipepaldi echar humito por las ruedas de su enchulado super auto jet con propulsión a chorro, pasando por encima de los porsche, Meches y demases…
Pucha, lamentablemente y como suele suceder a veces en la vida, el jet de Pipepaldi no alcanzó a estar tres segundos en la pista y se le echó a perder el “flujómetro” (sepa Dios lo que es eso), así que el pobre alcanzó a dar una vuelta en la pista y salió... Suena tragicómico, pero el pobrecito estaba que se ponía enfrente de los autos cual kamikaze por la frustración que le dio.
Pero en fin, pese a ese lamentable episodio, concluimos que el paseo a la playa estuvo genial, que nos reímos, jugamos y cantamos como cabros chicos y que de todas maneras valió la pena el autódromo para ver autos que jamás en la vida podremos comprar jajajjaaj¿Cuándo se viene el otro paseo???

Friday, August 11, 2006

Rodrigo, mi conviviente

Hace tiempo que quería dedicar un post a mi queridísimo amigo Rodrigo, el conviviente. Nos conocemos desde 1999, cuando a mí me bajó la santidad y los resabios de la educación de colegio de monjas, y participé en misiones de verano de la Universidad Católica.
Al primer lugar que fui fue Lanco, ciudad que queda justo antes de Valdivia, y de donde tengo muy buenos recuerdos. Se armó un grupo demasiado bueno, entretenido, además rodeado por esa aura de buena voluntad que abunda en las misiones.
Fue entonces cuando comenzó mi amistad con Rodrigo. Nos encontramos años después, cuando yo ya había salido de la universidad y él ya estaba trabajando, y desde ahí nos veíamos dos o tres veces al año. Y resulta que la última vez que nos vimos este año, coincidimos con nuestras necesidades (no piensen mal las mentes malignas de cloaca): Yo necesitaba arrendar la segunda pieza de mi departamento y él necesitaba encontrar un lugar donde vivir hasta poder comprarse uno propio. Y como nos conocíamos hace tanto tiempo, y siempre le he tenido mucha confianza, pasó a ser Rodrigo mi conviviente.
A decir verdad, yo tenía mis reservas de vivir de nuevo con alguien, después de haber vivido dos años sola, y de haber pasado por el hervidero de cahuines que significó vivir con 4 mujeres más en un departamento mínimo. Además, en principio pensé que vivir con un hombre que no era mi marido no era la situación ideal a la vista de la sociedad. Sin embargo, todo salió bien; mi familia lo aceptó sin problemas, más cuando conocieron a Rodrigo y se dieron cuenta de que era un verdadero pan de Dios, buen amigo, “una bella persona”, como diría Martuca.
Lo divertido es que el más preocupado con la situación era un amigo de él, Opus Dei por más señas, que cada vez que hablaba por teléfono con Rodrigo le decía que cómo se le había ocurrido irse a vivir con una mujer, lo que llamaba inmediatamente los impulsos de la lascivia y de la lujuria carnal. En resumen, yo era la fiel representante del demonio en la Tierra….¡que miedo! Frente a eso, Rodrigo me defendía y yo me cagaba de la risa, porque de verdad de verdad, Rodrigo siempre ha sido un amigo muy querido y jamás se me ha pasado por la cabeza otra cosa que no sea pura y simple amistad, aún cuando dos amigas apostaban su cabeza a que después de dos meses de convivencia íbamos a caer rendidos en los brazos del otro.
Otra que se veía un poco complicada con la situación era mi mamá, cada vez que alguien le preguntaba con quién estaba viviendo en Santiago. Ella respondía, “con un amigo”, a lo que el interlocutor respondía, “Ah, claro, es lo que se usa ahora”. Por supuesto, mi mamá no gastaba tiempo ni explicaciones en tratar de hacer entender a la gente que las cosas no eran como las imaginaba.
Bueno, el caso es que haberle arrendado la pieza a Rodrigo fue una de las mejores decisiones que pude haber tomado en la vida. Lejos, el mejor conviviente que he tenido nunca, muy preocupado de todas las cosas de la casa, siempre dispuesto a poner su hombro para que yo llorara, tuvo una paciencia infinita para escuchar todas las penitas que tuve con Rolando, y nos cagábamos de la risa con sus infinitas fallidas citas a ciegas (se le ocurrió meterse a un sitio de citas en Internet y ha tenido incontables desilusiones: lo que me gusta es que es super persistente, y continúa en su misión).
La verdad es que también resulta de suma utilidad tener una mentalidad masculina tan cercana: cada vez que me interesaba alguien, o que me invitaban a salir, Rodrigo se desgastaba dándome consejos y revelándome los oscuros misterios de la mente de los hombres: claro que ustedes saben que yo a veces soy porfiada como una mula, e invariablemente terminaba haciendo exactamente lo contrario a lo que me aconsejaba, para terminar llorando y odiándome a mí misma.
Muchas gracias Rodriguito, por todas las horas en que te desgastaste dándome consejos que en el fondo sabías que no iba a seguir; por todos tus intentos infructuosos de arreglar algún desastre doméstico; por tratar de inculcarme tu “Oda a la lentitud”, sabiendo que soy un ataranto humano; por tus aventuras amorosas e historias en que me hiciste reír, y finalmente por soportarme todos estos meses.
Te deseo lo mejor en tu nuevo depto, que la precariedad en la que vives se resuelva rápidamente y que por fin, una de tus citas resulte ser una mujer extraordinaria, porque eso es lo que te mereces.

Friday, August 04, 2006

Bridget Jones

El otro día vi Bridget Jones II, y qué pena lo identificada que me sentí. Obviamente, no por tener un novio amoroso, ni por tener a dos hombres extremadamente guapos persiguiéndome, sino por esas embarazosas situaciones típicas de “Bridget”, que han caracterizado mi vida amorosa.
Episodios lamentables, ridículos y dignos de una película, que vistos en retrospectiva me hacen reír tanto a mí como a mis amigos, pero estando en el momento mismo han sido un verdadero desastre.
El otro día, Zapatillas de Clavo apareció por mi casa después de un carrete, cuando ya todos los demás invitados se habían ido. Llegó tipo 3 de la mañana, completamente solo (la única vez que programamos una pseudo cita, llegó con un amigo, y la vez anterior, cuando salimos con un grupo de amigos me dio algo que podría llamarse un beso justo antes de salir despavorido cómo un niño al que descubren robando dulces: he ahí el sobrenombre), y yo dije: esta es la mía!
Claro que estratégicamente lo hice todo mal, como me hizo ver Rodrigo al día siguiente, porque en vez de guiarlo estratégicamente al sofá, nos sentamos en la mesa del comedor, como a 8000 metros de distancia. Aún así, no tuve problemas para hacer el ridículo de la peor forma posible: en un momento de descuido, mezclado con nerviosismo, le di vuelta todo el vaso de coca cola en los pantalones..........Oh my God! Fue lo primero que se me vino a la cabeza. Obviamente, me deshice en disculpas, le pasé rollos y rollos de toalla nova para que se secara, pero definitivamente ya no había nada que hacer, salvo irse a su casa so riesgo de atrapar una pulmonía fulminante. Una vez más Zapatillas de Clavo me dejaba sola en mi hogar, pero esta vez por mi pura y santa torpeza.
Esto me hace recordar una espectacular cita a ciegas del año pasado, cuando conocí a Felipe. Estábamos en medio de una entretenida conversación, cuando obviamente en uno de mis tantos aspavientos (si yo me debiera amarrar las manos cuando salgo con alguien), di vuelta el pisco sour en la mesa del Liguria. Gracias a Dios, no estaba lleno, así que no alcanzó a damnificar al individuo...
Menos mal que, dentro de todo, las cosas que me pasan no son irremediables. Se me viene a la mente una escena totalmente digna de Bridget Jones, que le pasó a una amiga que llevaba muy poco tiempo pololeando. Andrés, su pololo, la llamó un día sábado en la mañana para contarle que había amanecido terriblemente resfriado, y que se iba a quedar en cama todo el día. Mi amiga, con alma de mártir, justo tenía en el refrigerador una cazuela de pollo que le habían dado sus papás, así que ni corta ni perezosa, la tomó para llevársela al enfermo, porque el “pobrecito” vivía solo y no tenía quién le hiciera de comer. Cuando llegó al departamento del pololo, lo encontró nada más ni nada menos que con la ex señora, casi en pelota y obviamente, más sano que una lechuga. Mi pobre amiguita no supo de cazuela, de pololo ni de nada, se dio la media vuelta y salió corriendo a la calle........¿No les suena muuuuuy Bridget?
Pero en fin, yo creo que todas las mujeres en algún momento nos hemos sentido gordas, feas, deprimentes; a todas alguna vez nos han roto el corazón y lo hemos tenido que recomponer en pedacitos; y definitivamente, todas seguimos apostando todo al siguiente de la lista. En algún momento, a balanza debe inclinarse por las Bridget Jones del mundo, si es que realmente existe la justicia divina. .

Wednesday, August 02, 2006

Lamu Lounge

Siguiendo los consejos de Consuelo Aldunate, el grupo de amigas itinerantes por los diferentes pubs de Santiago, decidimos ir al Lamu Lounge, ante la atractiva perspectiva de champaña de bienvenida y tarot gratis.
Antes de la expedición nocturna, la Andrea se metió en la página web del lugar, averiguando que los precios de los platos y de los tragos eran casi imposibles de pagar, y además, que el dichoso pub quedaba en Borde Río. Por el bien de nuestros bolsillos, decidimos juntarnos antes en mi casa, con el objeto de tomar una opípara once que nos dejara bien satisfechas y así no caer en la tentación de comer en el Lamu.
Acostumbradas a los pubs de Manuel Montt, Bellavista y Providencia, llegamos a Borderío medias apunadas, buscando el famoso Lamu Lounge por todos lados, hasta que lo encontramos.
Ya de entradita nos sentimos como en casa, cuando un negro estupendo de dientes blancos y parejos nos dio la bienvenida y nos trajeron las copas de burbujeante champaña. La verdad es que al final la carta no era más cara que en otras partes, y que los tragos que nos tomamos estaban demasiado ricos. A esto, hay que sumarle que cada vez que una de nosotras sacaba un cigarro, el negro estupendo volaba a encendérselo, con una sonrisa de oreja a oreja, lo que causaba incontables suspiros por parte de la mesa, mientras esperábamos que Madame Lamu nos leyera las cartas.
Es increíble cómo hay dos temas que son las preocupaciones principales de las mujeres de nuestra edad. Las seis amigas que estábamos sentadas en la mesa, preguntamos exactamente por lo mismo: el amor y el trabajo. Me da risa, porque de tantos temas que uno podría preguntar, como la familia, la salud, los amigos, etc, siempre termina cayendo en la tentación de preguntar: ¿y qué va a pasar con él?, más aún cuando en realidad, conoces la respuesta.
A una de las niñas, Madame Lamu le dijo que no confiaba en su pololo, que había muchas mujeres en su pasado y que de pega, ni se hiciera moñitos porque de aquí a tres meses no iba a encontrar absolutamente nada (Olvídense como quedó la moral de esa pobre mujer). A la Andrea, le dijo que estaba la raja con el pololo, que él la amaba y que todo bien en su relación, pero que estaba media chata en su pega y que en seis meses más o menos se cambiaría; a la Dani, que se iba a reencontrar con un gran amor del pasado; a la Lorena, que se dedicara a pasarlo bien por el resto del año, porque la verdad es que no veía ningún hombre decente en ese tiempo, y a la Yoya, que se iba a dedicar a “los negocios de la familia”, como en la mafia italiana.
Yo fui a preguntar por amor, pero la bruja me dijo que había que nombrar a una persona en específico, así que pregunté por Zapatillas de Clavo. Antes de tocar las cartas, Madame Lamu hizo un gesto como de espanto, diciéndome: aquí uno de los dos está muy herido por una relación anterior, puede ser tú o él, así que no esperes nada de esta relación, él va y viene, pero en el fondo no hay nada serio ahí.
Puta, cuéntate una que no sepa (pensé yo para mis adentros, agradeciendo que la lectura de las cartas me costara apenas 200 pesos). No me dijo absolutamente nada de mi futuro, ni siquiera una remota luz de esperanza en el amor, aunque sea para que me den ganas de volver a verla y pagarle por una lectura completa.
Así que después de leer nuestros destinos, nos fuimos todas para la casa, cagadas de la risa, y pensando en dónde vamos a ir la próxima semana. Recibimos propuestas.

Wednesday, June 21, 2006

Nuestra maldita naturaleza femenina

Tengo una amiga que es la raja. O sea, en realidad todas mis amigas son especiales y las amo con todo el corazón, pero como ahora voy a hablar de ella, digo que es realmente especial. Una mina que vale oro, que le levanta el ánimo a quien se le acerque con sus historias y que además, es muy atractiva.
Al menos dos de mis amigos han caído rendidos ante sus encantos y el pololo de la Vania estuvo a punto de morir ahogado entre el hipo y la risa en mi cumpleaños, cuando la Vale comenzó a contar las aventuras de su vida. Y no era para menos, porque les aseguro que es una de las personas más graciosas para contar historias que he conocido.
Justamente cuando yo conocí a Rolando, la Vale conoció al Feña. Fue divertido, porque se conocieron en Viña y descubrieron que tenían varios amigos en común de la misma región. Comenzaron a salir, a verse de vez en cuando, y la Vale cada vez se fue enganchando más de él. Además, él es tan chistoso como ella para conversar, simpático y alegre, así que las cosas se fueron dando super bien.
Pero el otro día, un día antes de su cumpleaños, tenía un nick en msn que decía “A las puertas de los 26, con una tesis sin terminar y un novio que no me ama”, con lo que casi me caí de la silla.
Una tesis sin terminar es un pelo de la cola. Pueden pasar años sin terminar la dichosa tesis y tú sabes que algún día te vas a poner las pilas y la vas a hacer de una. Que si ya estás trabajando en ella, como la Vale, obviamente en algún momento la vas a terminar y vas a pensar en el cachito que te acabas de sacar de encima.
El novio que no te ama es una cosa diferente. Ahondando más en su situación, me comentó que el individuo la va a ver una o dos veces a la semana hace 5 meses y que aún no le pide pololeo ni le ha dicho una sola vez que la quiere; que los fines de semana simplemente desaparece, a veces dejándola plantada y con los crespos hechos para salir con él; que en el fondo ella lo quiere, se resiste a dejarlo, pero está segura de que él está bien lejos de asumir un compromiso. Lo peor es que cuando le pide explicaciones, él usa su inagotable humor y tono de relajo y la descoloca, agarrándola pal hueveo en su cara.
Ustedes dirán que cómo es posible que una niña linda, simpática, atractiva e inteligente puede aguantar esta dinámica. Y yo les digo que me habría preguntado lo mismo, si no me hubiese sentido en las mismas circunstancias. ¿Por qué la naturaleza femenina es tan hueona, me pregunto? ¿Por qué, si sabiendo que si seguimos con alguien lo único que lograremos es sentirnos pésimo e inseguras, insistimos en no dejarlo ir, y nos aferramos a lo que no existe?
Es una interesante pregunta. Durante los pocos meses en que salí con Rolando, inevitablemente terminaba sufriendo. Cada vez que no me llamaba, o que me dejaba plantada a último minuto, iba perdiendo de a poco la seguridad, no sólo en él, sino en mí misma. Insistía en seguir con él porque lo quería, e incluso llegó a no importarme las circunstancias: lo único que me importaba era seguir con él. Gracias a Dios, él terminó conmigo, haciéndome un favor.
La Vale sigue en la misma historia. Y es peor, porque ha pasado mucho más tiempo y cada vez es más difícil salir de la trampa que nosotras mismas nos tejemos. Me gustaría poder decirle lo bien que le haría salir de ahí, pero sé que es ella solita la que se tiene que dar cuenta, como tantas veces nos ocurre. Estando sumergidos en una relación, generalmente nuestro entendimiento se nubla, viendo sólo lo que queremos ver.
Me gustaría decirle que en realidad ella es la raja, que se merece un tipo que asuma un real compromiso, que la vaya a ver los fomingos y que le haga cariño en el pelo cada vez que se sienta mal, que le diga que la quiere y que la echa de menos todo el rato, y que más vale estar sola que mal acompañada. El punto es que no tengo cara para hacerlo, porque al fin y al cabo…¿No he estado yo metida en lo mismo?

Monday, June 19, 2006

El Marino

Semanas después de saber que nunca más volvería a ver a Rolando y de pasar el duelo con cajas y cajas de pañuelos desechables en el velador, decidí salir de las honduras de la pena y comenzar a salir más.
Y fue en uno de esos carretes locos, celebrando el éxito en el examen de grado de una muy querida compañera de colegio, cuando apareció “El Marino”. Claro que al conocerlo no sabía que ese iba a ser su destino: sólo me perdí en los vericuetos de una agradable conversación y en el brillo atrapante de unos ojos negros.
Para quienes exijan descripción del individuo, he de contarles que para variar, es menor que yo unos cuantos años, que aún se encuentra en la universidad, y por más señas, he descubierto que no puede haber otro ser en el planeta más diferente a mí, lo cual hace infinitamente más fáciles las cosas.
Estoy segura de que como pareja, no lo aguantaría ni una semana: relajado al máximo, no le importaría dejarme plantada a diario, incumplir alguna promesa o estar saliendo con cinco mujeres más, cosa que por supuesto, me dejaría con los nervios destrozados y unas ganas terribles de sacarle los ojos.
Por lo mismo, está condenado a ser Mr. Miércoles 2, y tal parece que así lo ha entendido. Claro que en vez de aparecerse todas las semanas, el lindo acusa recibo una vez al mes. Cual marino, llega a puerto una vez cada tres o cuatro semanas, llamando por teléfono y tocando la puerta de mi casa.
Me enerva un poco esa inconsistencia, porque por lo menos con el otro sabía el día, cosa útil en la práctica. Yo no sé si los hombres estarán plenamente conscientes de todas las artimañas que hacemos las mujeres cuando estamos acompañadas para estar perfectas en todo momento. Pues les cuento que una mujer no nace sin pelos, ni maquillada ni con el peinado ordenado como muestran las películas (¿han visto esas minas que después de una noche de sexo revolucionario aparecen perfectas, sin ni siquiera el rimel corrido? ¡¡Ridículo!!) Queridos amigos, la perfección femenina es producto de un largo proceso que incluye depilación, horas en un salón de belleza y una sesión de maquillaje que los dejaría agotados. Así que aprovecho el momento para advertirles lo útil que es que AVISEN con debida antelación una visita, o si no, que se atengan a las consecuencias.
Por ahora, el Marino es el perfecto clavo para sacar al otro. Durante el rato que dura su visita, me siento en las nubes, con todos los piropos que me echa y lo entretenido de nuestra conversación. En realidad, le robamos tiempo al tiempo y durante tres o cuatro horas tanto él como yo nos hacemos la ilusión de que somos uno para el otro. Pero sabemos que es mentira.
Sé lo que van a decir. Que me estoy engañando, que si dejo pasar el tiempo terminaré enamorada del sujeto y llorando en sus hombros una vez más. Pero éste no es más que una aventura, y si quiero algo más serio, ya empecé a buscarlo. Sé que cuando encuentre a ese individuo que además de atracción, me haga sentir la seguridad de que puedo contar con él, y que al menos tengamos algo en común, el Marino se va a quedar en el olvido. En eso estoy.

Monday, June 05, 2006

Patitas de lana

Debe ser la conjugación astrológica o la “negra nube cósmica del invierno”, como diría una compañera de oficina, pero el caso es que he empezado esta temporada de frío con la pata izquierda. Y literalmente con la pata izquierda, puesto que he vuelto a desarrollar una armoniosa relación con la madre Tierra. Si leen los blogs anteriores, hay un comentario entero dedicado a la peculiar facilidad que tengo para caerme en las circunstancias menos apropiadas de la vida. Por ejemplo, resbalarme en medio de la pista de baile en el matrimonio de mi hermana, o caerme adentro del baño de un bus interprovincial cuando justamente el hombre de mis sueños va sentado en frente. O sea, el tipo de cosas que sólo me pasan a mí.
Pero luego de un largo periodo sin protagonizar un episodio vergonzoso de este tipo, pensé que ya había pagado el karma correspondiente. Sin embargo, el destino se encargó de recordarme lo frágiles que somos como seres humanos.
El primer episodio fue hace dos semanas, minutos después de haberme puesto una inyección de penicilina con benzatina, todo para combatir una molesta amigdalitis que me hizo estar dos días en cama. Obviamente, salí cojeando de la enfermería, como si me hubiese puesto vidrio molido en el cachete del poto, y la muy linda andaba de faldita y unas espectaculares botas negras con las que compensaba (según yo) mi cara de enferma. A los pocos pasos de caminar tratando de no cojear demasiado, espléndida por la vida, sucedió la catástrofe. Las malditas botas negras de suela me traicionaron, me hicieron resbalar en medio de la calle y caí como un saco de papas en pleno Providencia, con la falda en plena cara y la cartera en el suelo. Y ustedes pueden entender que, siendo yo la Pancha, una caída así no podía pasar piola: en la misma esquina, había un grupo de universitarios (no sé si de periodismo o publicidad) con una cámara, filmando. Lo único que atiné a decir antes de que me pararan (una amorosa niña, que no sé cómo logró levantarme, entre la risa y la sorpresa) fue “por favor, esto no lo graben”.
Después seguí caminando, totalmente digna, pero cagada de la risa, pensando en todos aquellos que hubiesen pagado por presenciar la escena.
Justamente la semana posterior, estaba en la oficina contando el incidente, cuando me paré rápido para hacer no sé qué cosa, y me enredé en el cable de la estufa. Obvio: por segunda vez en dos semanas, caí cuán larga soy en el suelo de la oficina, entre el asombro y la risa de mis compañeras de oficina. Desde ese momento, me afirmaban cada vez que salíamos a comer, temiendo otra desgracia.
Yo no sé esa extraña fijación que tiene Diosito por ponerme tan cerca del suelo. ¿Qué ganará con hacerme caer tantas veces, aparte de cagarse de la risa? Lo que me faltaba: ser el bufón personal del Tatita, jajajajjaja.
Pero tal como lo dije antes, creo que estos porrazos literales me sirven para aprender a tratar los que son realmente importantes. Siempre salir digna, y con una tremenda sonrisa en la cara es mi regla número 1.
Lo único que agradezco es que ya no exista Video Loco, porque de ser así, seguro que los universitarios de la cámara habrían enviado el porrazo: yo creo que hubiese hasta ganado la temporada.

Thursday, May 18, 2006

Cocinando con Pancha y Andrea

La semana pasada, mi amiga Andrea, quien siempre anda buscando cosas diferentes y entretenidas para salir de la rutina, me mandó un dato de unas clases de cocina, y me propuso que fuéramos precisamente para cachar cómo eran y aprender a hacer cosas ricas en la casa.
Nos inscribimos, pagamos y ayer después de las oficinas, nos dirigimos al famoso instituto de cocina. En la mañana, me había puesto la ropa más cómoda del clóset y no la más bonita, porque si íbamos a aprender a hacer masa de hoja, lo más probable es que terminara enharinada de los pies a la cabeza, con huevo, margarina y crema pastelera hasta las pestañas.
Para variar, llegué atrasada, y cuál no sería mi sorpresa cuando veo una sala no más grande que la mitad de mi oficina, con una señora extremadamente cuica cocinando la famosa masa de hoja y todas las alumnas sentadas, anotando en una hoja los pasos para aprender a hacerlo en la casa.
¡¡Puta, pero pa eso nos juntamos en mi casa y vemos Casa Club TV!! Era como estar viendo “Cocinando con Mónica”, pero en vez de estar en la casa viendo tele, estábamos en el estudio.
Ni una sola posibilidad de meter las manos en la masa, rodeadas de señoras amas de casa, de esas que realmente tienen dos horas disponibles para hacer la famosa masa de hoja, y con unas cuantas que hacían exactamente las mismas preguntas que estaban en la hojita de la receta…¿Cuántos gramos de mantequilla son? Ahhh, ¿Y cuándo se le echa el harina? Sí, es que fíjese que cuando hice la clase de rosca, de chocolate y de tortas, no lo hacíamos así…
Mientras tanto, la señora cuica, que por supuesto no desperdiciaba absolutamente nada, y que era capaz de amasar tres kilos de harina sin que se le manchara el impecable delantal negro y además, sin sacarse los dos kilos de oro que tenía entre anillos y pulseras, hacía maravillas con la masa de hojas. En tres horas de clase, hizo la masa, preparó un kuchen, unas tartaletas, palmeritas dules, cachitos con manjar y empanadas de queso, mientras nosotras, que no habíamos comido nada desde la hora de almuerzo, rezábamos porque nos regalaran alguna de esas exquisiteces.
Y eran ataques de risa con la Andrea, como esas alumnas desordenadas en la sala de clases. Nos imaginábamos haciendo lo mismo en la casa y es obvio que la masa se nos iba a quebrar, que jamás en la vida el merengue nos iba a quedar duro y que además, hay que gastar un saco de plata para hacer la famosa receta. Porque además de los ingredientes especiales (hasta la margarina hay que comprarla en tiendas especializadas: curiosamente la señora gourmet tiene una), había que tener un termómetro especial de cocina, moldes de tartaletas, de cachitos, de galletas, de kuchen, etc, un soplete (escucharon bien) de cocina para quemar el merengue y un montón de cosas adicionales para lograr lo mismo.
Cuando por fin las cosas estuvieron fuera del horno, nos empezaron a repartir unas bandejitas con una tartaleta, un cachito, una palmerita y un pedazo de kuchen, bandeja que con la Andrea nos devoramos como ogros hambrientos, además, pensando en que con lo que habíamos pagado podríamos haber tenido una opípara cena en cualquier restorán. ¡¡Había que aprovechar!!
Lo más chistoso fue que cuando nos comimos las cosas, descubrimos que la masa de hoja no nos gustaba tanto, y que preferíamos la típica masa de galleta para las tartaletas y cosas dulces…jajajjaja
Claro que después nos miramos y nos cagamos de la risa, porque todas las demás alumnas tenían sus bandejitas intactas, o a lo más, se habían comido uno de los pastelitos.
Y nos volvimos a la casa, super desilusionadas con la clase, aunque nos prometimos que un día nos íbamos a juntar para hacer la famosa receta. Un poco avergonzadas también, porque les habíamos prometido a nuestros familiares y compañeros de oficina que les íbamos a llevar las cosas ricas que habíamos cocinado….¡¡¡¡En tu mente!!!!

Monday, April 24, 2006

Cumpleaños inolvidable

Definitivamente, mi cumpleaños número 26 es un acontecimiento que no olvidaré al menos por un tiempo…y mi bolsillo tampoco.
Para mí, siempre los cumpleaños son fechas importantes, el día en el año que uno sabe que es para uno. El día en que tu familia y tus amigos te recuerdan lo especial que eres en su vida, y que te regalonean como ninguna otra vez. No sé si será de regalona o qué, pero me encanta celebrarme, salir, bailar y disfrutar con la gente que quiero.
Y este año fue especialmente bueno, ya que me tocó el mismísimo Domingo Santo. Obviamente, como no podía hacer nada en Santiago, me fui a pasar el fin de semana largo en la casa de mis papás, donde estuve de lo más regaloneada con mi familia y unos amigos. Aproveché de invitar a la Vania y Cacho, y lo pasamos super bien.
Una sola cosa empañó el día, y es que Rolo, el individuo con el que estaba saliendo, demostró una vez más el poco interés que le despierto, olvidándose de llamarme para mi cumpleaños. Obviamente, estuve esperando tooodo el día a que el maldito teléfono sonara, hasta que al anochecer del domingo sin saber de su vida, me convencí de que no me llamaría. Me convencí además de que estar con alguien capaz de dejarme plantada 4 veces en un mes, y que además, olvide mi cumpleaños cuando la semana anterior habíamos hablado de la fecha, no valía la pena.
Me pegué mi par de llantadas y pataletas habituales, pero finalmente he llegado a la misma conclusión de siempre: si yo me la jugué hasta el concho, e hice todo lo que podía para estar con él, y no es capaz de valorarlo, él es el único que se lo pierde. Y aplico nuevamente la sabiduría milenaria de mi madre: “Mala cueva dijo el conejo, y se cambió de hoyo”.
Bueno, y como me faltaba una celebración apoteósica con mis amigos, organicé una fiesta de disfraces, ganándome gratuitamente el odio de los invitados, quienes estuvieron toda la semana pensando qué demonios se iban a poner para mi cumpleaños. Y es que me encantan las fiestas de disfraces; siento que el sólo hecho de ponerse un disfraz hace que el hielo de derrita como por arte de magia: no falta el tema de conversación, porque se puede partir por el disfraz, además de lo entretenido que es ver a la gente que quieres hacer el ridículo jajajaj.
Hubo de todo: Hippies, magas, una alumna del colegio Hogwarts de Magia y Hechizería, un hippie, una monja, una boxeadora, una bella genio, un garzón, una rusa, un árbitro, dos “garristas”, un esquiador, un presidente de la república, una futbolista, etc, etc.
Bailamos reggaetón, tomamos, nos reímos a carcajadas, y lo pasamos chancho………..hasta que llegó Norton.
Definitivamente, soy la persona más odiada de mi nuevo edificio. Desde mi llegada, mi objetivo ha sido ser una buena vecina, y no tener problemas con nadie, pero la vida me ha puesto incontables obstáculos para llegar a ese entendimiento cordial con los vecinos…sobre todo esta semana.
La semana pasada, fui acusada injustamente por la rotura de una tubería en el tercer piso. Me fueron a ver una comisión conformada por el administrador del edificio, y el presidente de la junta de propietarios, acusándome de haber echado soda cáustica en el destape del lavaplatos…….cosa que no hice!! De verdad, me sentía como en una película de terror, donde sólo uno sabe que está diciendo la verdad, mientras los demás te miran con ojos de locura y te acusan de hacer algo que positivamente sabes que no hiciste…..maaal.
Para empeorar las cosas, les di todas las oportunidades de venganza a mis vecinos, haciendo una fiesta justo el sábado siguiente. Por supuesto, me mandaron a los pacos, quienes sin decir agua va me pasaron un parte por ruidos molestos. ¡Yo creo que los desgraciados estaban disfrutando el minuto en que llamaron al 133!
¡¡Por supuesto, ahora estoy sindicada oficialmente como la Osama Bin Laden del edificio, y además, como la Sergio Lagos de los ruidos nocturnos!!
Ahora, estoy citada al Juzgado de Policía Local, con un parte que va de 3 a 6 UTM, cagada y pensando de dónde demonios voy a sacar plata para pagar el famoso parte. Una de las alternativas que tengo en mente es ponerme el famoso disfraz, el cual incluía peluca y pestañas postizas, e ir a pararme a la esquina…claro que con la mala suerte, lo más probable es que los vecinos llamen a los carabineros y me lleven detenida por ofensas a la moral!!
Después del incidente, leyendo el papelito, nos dimos cuenta de que el nombre del inspector municipal que cursó el parte era Norton….
¡Y es que ahí estaba la madre del cordero! En realidad, no había ninguna posibilidad de salir indemne, de que esto quedara sólo en una advertencia!! Este pobre gallo, al que cagaron desde su más tierna infancia con el nombre, se venga de la gente pasando partes a diestra y a siniestra… ¿Qué otro destino puede tener el pobrecito, de no ser inspector municipal, abogado del diablo, villano de comic o antivirus?
¡Pucha Norton, te digo de corazón que alguien a quien los padres condenen de esa manera, tiene toda mi comprensión! Anda, ronda los edificios de noche, busca ofensas a la ley en todas partes…¡¡¡Tú tienes todo el derecho de comportarte así!!! Norton, Norton, tu nombre me sabe a hierba, si quieres, una de estas noches te acompaño en tu ronda nocturna, y te ayudo a buscar a los infieles que hacen fiestas un día sábado….me parece que un trabajo donde le cagas los carretes al resto tiene que tener su lado entretenido…¿Qué piensan ustedes?

Thursday, March 23, 2006

Jotes...

¿Se han dado cuenta de que sólo basta emparejarse con alguien, para que de un minuto a otro aparezcan los jotes como abejas a la miel? Bastó sólo que comenzara a salir con Rolando para que aparecieran los hombres más insólitos a mi vida.
Según mis amigos, tiene que ver con un cambio de actitud, eso de andar contenta y sonriente porque sabes que alguien te extraña y espera verte en un par de horas. Será que uno se siente verdaderamente linda, mucho más que todas las veces que te lo repetiste ante el espejo para autoconvencerte…será que ni una hecatombe nuclear puede sacarte la sonrisa de la cara, aún cuando te hablen de la matanza de los pobres perritos inocentes en la plaza de la Constitución.
Sin embargo, creo que también tiene que ver con el más básico de los instintos animales, el cual se manifiesta a través del deseo irresistible de competir por alguien, como los machos de una manada que se dan de coces y patadas por conseguir a la veintiúnica hembra.
Cuál no sería mi sorpresa cuando la semana pasada, Mr. Miércoles me invitó a salir. Quería reservar justamente ese día para salir a tomarnos un trago, tal vez ir al cine o ir a bailar. Tuve que leer su mensaje como 3 veces antes de caer en la cuenta, porque no acababa de creer que el mismo hombre con el que nos vimos por dos meses los puros miércoles, y con el que no salimos ni para los temblores de las cuatro paredes de mi casa, estuviera invitándome a salir. Pensé en la cámara indiscreta, o en que alguien había suplantado su identidad a través de internet.
No gracias, por ahora paso, fue la respuesta definitiva, aún un poco shockeada con la invitación…hasta que en la misma semana, una amiga me contó que uno de sus amigos había quedado prendado de mi belleza y simpatía, y lamentaba no haberme conocido unos días antes que Rolando; y otro amigo, en el mismo lapso de tiempo, me comentó que justamente me iba a invitar a salir. Ah! Me olvidaba del chico del quiosco en las mañanas, quien me coquetea todo el rato mientras busca los diarios que le pido.
Y yo, muerta de la risa. O sea, ayúdenme a entender al sexo masculino, porque he estado por alrededor de tres años en el mercado de los solteros, haciendo marketing extensivo e intensivo, rediseñando el producto con dietas y ejercicios, dando giras por Chile y Europa, y a punto estuve de contratar a un compañero de alquiler para el matrimonio de la Jose, cuando ahora aparecen más hombres de los que puedo manejar.
Sin embargo, ya hice mi elección. Por ahora me quedaré con Rolando, sabiendo como que me llamo Francisca que el día en que me falle, o decida terminar con él, o me pateen, de nuevo el producto Pancha habrá pasado de moda…Y así no más es la vida!

Wednesday, March 15, 2006

Fantasma

La tenue luz de la luna se cuela por el visillo de la ventana. Un solo rayo, sigiloso, avanza por las blancas mantas que cubren mi cama, cuidando de no ser visto, de no ser notado, no antes de alcanzar mi rostro dormido. Su contacto me espanta en un principio, y abro los ojos temiendo que sea un intruso el que turba mi sueño. Pero, ¿Qué sueño, si desde que tú te has ido sólo duermo a saltos, a ratos, deseando con desesperación encontrarte escondido en alguna habitación onírica, en alguna de mis incontables y disgregadas ensoñaciones? Pero no estás en ninguna parte, ni siquiera en la profundidad de los mares ni en la inmensidad de los desiertos, ni en todos los extraños personajes que pueblan mi mundo nocturno. Desde que tú te has ido, vivo en un pasadizo eterno de recuerdos y fantasmas, en un espacio plagado de tu aroma, de tu presencia, de tu sabor tan parecido al de un trozo de chocolate derritiéndose lentamente en mi boca. Nuestra historia se presenta ante mis ojos, abofeteándome con fuerza en cada paso. Veo el preciso instante en que descubrí tus enormes ojos negros, brillando como dos luceros en mitad de la noche; observo desde una delgada celosía nuestro primer beso, silencioso pacto que nos uniría para siempre; presencio como una autómata el minuto mismo en que me tomaste entre tus brazos y juraste que jamás me dejarías. Tu recuerdo me duele, me hiere a cada instante, como miles de pequeñas dagas que se hunden en mi carne, como una constante y lenta tortura infligida por verdugos silenciosos. Pero es un dolor buscado, querido, amado. Este dolor, que emana desde mis mismos huesos, desde la sangre que corre por mis venas, desde lo más profundo de mi ser, es lo único que queda de ti, tu último recuerdo, el reducto de un gran amor que se fue para siempre. ¿Y qué más tengo yo que no sea ese dolor, si al fugarte ese día maldito, sin saber, te llevaste mi alma? Me despojaste de todo, dejándome indefensa, herida, desnuda en la oscuridad, sin más consuelo que la esperanza de un regreso que nunca fue. Ahora sólo me queda la soledad, el dolor, el sentimiento de vacío. La tenue sombra de lo que fue nuestro y ahora es sólo mío.

Tuesday, March 14, 2006

Diagnóstico: Rolitis Aguda

¿Han pasado un momento más terriblemente incertidumbroso que el encuentro posterior al primer beso? Es esa tierra de nadie, ese periodo de tiempo en que te pareciera que ni Dios mismo sabe lo que va a pasar.
Sé que en estos momentos todos se están comiendo las uñas por saber quién es el culpable de tamaña inquietud para la Pancha, excepto, por supuesto los que ya conocen la historia. Bueno, y también aclarar que la incertidumbre ya pasó: ayer fui a verlo y me recibió con un abrazo y un beso de película.
Aquí, un resumen.
El día de la inauguración de mi departamento, evento social que por cierto fue todo un éxito, con alrededor de 30 personas metidas hasta por debajo de las plantas, llegó por esas casualidades de la vida el Lolo. Compañero de universidad de la Paulina, quien lo invitó con otros amigos más. Y la verdad, yo que parecía novia, picoteando de aquí para allá con mis amigas de danza, de la infancia, del colegio y de la fatalidad, no lo pesqué ni en bajada, salvo cuando debía pasar por encima de él para entrar y salir de mi pieza.
Fue al final del evento cuando este hombre pasó a ser el protagonista, porque con una voluntad de oro (y según mis amigos con oscuras intenciones de acumular puntaje para el futuro), se ofreció para ayudarme a lavar, secar y guardar toda la loza acumulada.
Y he de contarles que a mí me matan ese tipo de cosas, de hombres amables y serviciales que te entienden tanto como para ayudarte con el aseo…además, yo mal lo ingenua que soy, así que me compro esas paradas enteritas…hasta con espinas!!!
Eso fue un viernes, y ya el miércoles se había conseguido mi teléfono para invitarme a salir; luego me invitó al cumpleaños de una amiga; y luego me fui a Viña a pasar el fin de semana con unos amigos, dejándolo solito, solito.
En una frase: me encanta. Sin embargo, y tomando en cuenta la hilera de experiencias anteriores (léase Mr. Miércoles, Antonio, Felipe, etc, etc) debo decir que tengo un poquito de miedo. Recordemos, por ejemplo, el caso de Felipe, quien luego de presentarme a todos sus amigos y jurarme que nunca había conocido alguien como yo, me dejó abandonada a las tres semanas; o a Mr. Miércoles, individuo a quien le bastaba una sola dosis de Pancha una vez a la semana.
Por lo mismo, ahora estoy tratando (conste que digo tratando, para las desconfiadas que saben cómo soy) de ir despacito por las piedras, de conocerlo más antes de seguir involucrando mis sentimientos. Hasta ahora, a menos de dos semanas de conocernos, hemos salido 4 veces, me ha presentado a al menos 6 amigos, ya tomé once con la próxima mother in law y hemos visto una película…Para los curiosos, de sexo, nada de nada.
Además, confieso que le tengo un poco de miedo a su humanidad. Un hombre de casi dos metros, deportista a mango y con unos bíceps del tamaño de mi tronco no es menor…La verdad es que andando al lado de él parezco un llavero.
Y bueno, espero que todos los que me posteen esta vez me den puras buenas vibras con este individuo y bue…si las cosas no resultan, me tendrán que prestar su hombro hasta que vuelva a encontrar otro que me quite el sueño!!!

Monday, March 06, 2006

Rapunzel….o el mundo paralelo de Pancha

Justamente el sábado mis amigos, en un agradable asado cumpleañero con piscina y una vegetación exuberante, se estaban riendo de mis aventuras, diciendo que pareciera que yo viviera en un mundo paralelo, donde hasta la más mínima cosa cotidiana se puede transformar en un deporte aventura de altísimo riesgo…
Y bueno, por esas cosas de la vida, ayer lo comprobé. Para los que en este minuto se encuentren en una importante reunión de oficina y por razones de fuerza mayor no puedan reírse a carcajadas, aconsejo dejar esta historia para más adelante, tal vez para la hora de almuerzo o de vuelta a casa.
Ya estando advertidos, les contaré. Ayer fue un domingo como todos. Lavé la ropa acumulada de la semana, hice aseo con pasión, y finalmente comencé a ordenar el clóset de mi pieza, pues estaba tan repleto que temía morir aplastada cuando lo abriera para vestirme.
En eso estaba cuando siento una corriente de aire desde la ventana abierta, seguida de un tremendo portazo. La puerta de la pieza se me cerró de un golpe, quedándome encerrada en mi propia pieza y con las llaves del departamento y el celular cómodamente instalados en mi cartera, la cual estaba en el living, completamente fuera de mi alcance.
Traté de abrir la puerta con fuerza bruta al principio, cada vez con menos fuerza y más desesperación. Luego, probé la persuasión, rogándole a la puertecita linda que por favor se abriera; más tarde recurrí a Dios, a una lima de uñas y a un cortacartón, herramientas que quedaron absolutamente inutilizadas en mis inútiles intentos de abrir, mientras yo gritaba, lloraba y pataleaba en la más indigna de mis posiciones.
No me preocupaba tanto quedarme en mi pieza, sino que mi familia, mis compañeras de trabajo y mis amigos comenzarían a llamar por teléfono y yo iba a ser incapaz de contestarles. Obviamente, pensarían lo peor, que yo estaba desmayada en el baño o me había muerto en el sueño.
Cuando descubrí que, cual preso en la cárcel tratando de abrir un túnel con una cuchara, iba a salir de la pieza al día del juicio final, y cuando estaba resignada a pasar el día entero y el lunes completo encerrada en mi pieza (recuerden que mi celular estaba afuera y mi única esperanza residía en Rodrigo, mi amigo arrendatario que iba a volver el lunes a las seis de la tarde de Rancagua), decidí salir por la ventana y pedir auxilio a gritos.
Imagínenme, cual Rapunzel encerrada en un castillo, pidiendo algún príncipe azul que me fuera a rescatar!!! Y justo, para mi buena suerte, en el edificio del lado, hay un departamento en el cuarto piso cuyo balcón se ve justo de la ventana de mi pieza. Y con mis gritos desesperados, combinados con mis lágrimas, aparece un vecino. ¡Y qué vecino! El tremendo mino, 28, 29 años, quien escuchaba mi triste situación cagado de la risa. La wea era un verdadero show, porque de a poco empezaron a aparecer más vecinos, cual de todos más ricos, preguntándome cuáles eran mis opciones de salir.
- Pareces una princesa atrapada en una torre, como Rapunzel….
- Ya sé! Instalemos un Canopy que conecte los dos departamentos…
- A ver, pon cara de auxilio, para sacarte una foto…
O sea, era el hazmerreír del vecindario, puesto que después apareció el conserje, mientras dos de los tres “vecinitos” iban a buscar a un cerrajero al Líder. El tercero, super amoroso, se quedó sentado en la ventana conversando conmigo, así que me enteré de toda su vida.
Finalmente, y con tanta buena voluntad, el conserje abrió la puerta (la hizo cagar), detrasito llegó el cerrajero y me arregló la puerta de la pieza para que no se cerrara más, y más atrás llegaron mis tres vecinitos ricos con unas latas de cerveza para celebrar mi libertad.
Y como no hay mal que por bien no venga, terminé la tarde tomando cerveza y conversando con mis flamantes vecinos Nicolás, Cristián y Álvaro (los tres arriendan juntos el departamento vecino), con un teléfono más en mi celular, y enamorada, por supuesto, de los tres príncipes azules que fueron a mi rescate.
Como para contarle a los nietos…no¿?

Tuesday, February 28, 2006

A ti...¿o debiera ser a mí?

Esta es una columna que me mandó una amiga por mail....¿Por qué a mi, me pregunto?
jajajajja

A ti: que te enamoras de cualquier cosa que anda por ahí...A ti: que conociste al imbécil número 574.000... y siempre dices:"este sí! es el mejor!", "es lo que estaba esperando"
¿Y qué haces???? Dejas el celular prendido 25 horas al día, esperando que te llame, y si te dan ganas de ir al baño, te aguantas, por si te llama... Durante una semana, te vistes como una reina y crees, ciegamente, que te va a llamar... y le sonríes a cualquier estupidez con cara de estúpida... y te pones perfume todo el día, te peinas cada 5 minutos y te depilas cada 2 horas para estar lista, porque: tú SABES QUE ESTA POR LLAMAR!!..
Y suena el teléfono!! que hasta lo pusiste en vibrador para que sea más emocionante... Sudas cada vez que crees que se movió y tu sonrisa sale de tu cara!!!! y miras la pantallita con la misma cara de estúpida... Sigues esperando porque no es él... pero no te importa.Vuelves a tu casa contenta porque piensas que va a estar en la puerta con un ramo de flores, arrodillado... No, mejor tirado en el piso pidiéndote disculpas!!!!!... Y llegas, pero está el portero, que te dice que no llego ni la revista de cable... Y como todavía no llamó, ¿¿qué haces?? LO LLAMAS!!!!! Pero no te contesta porque >fue al baño... Y TODAVIA NO TE CONFORMAS, le mandas un puto mensaje, dices: esteno falla....y ahí te quedas esperando a que le de la puta gana de contestártelo, y parece que el hijo de su puta madre no tiene crédito...
Pero tú lo entiendes y le das otra oportunidad... tan buena tú... Seguro te mando un mail! ¿Y que haces??? Prendes la computadora contenta, segura de que te mandó una declaración cibernética donde explica todo.... pero ningún Mensaje nuevo, ni siquiera una cadena donde te condenan con la maldición gitana si nola reenvías a 1300 personas en menos de 3 segundos....Y te enojas...mas bien... te emputeces!... EL BASTARDO HIJO DE SU PUTA MADRE, su tía y su abuela... y le sacas todas las groserías que te sepas a los cuatro vientos!!!Y que haces???. Bien, llamas a todas tus amigas y les quemas el cerebro con la inexplicabilidad de los hechos..... y recuerdas que ya te pasó lo mismo con la cuerda de pendejos de antes...
Y que haces??????? Le echas todas las maldiciones que te sepas, quieres que se haga mierda contra un puente y que pierda la memoria y que lo único que recuerde es a ti!!!!! Y dices: ''a este no le contesto nunca!!!!, se va a arrepentir toda su vida!!!!!''... y suena el teléfono... (o te manda un puto mensaje) y ahí esta ese número queesperaste TODA la semana....... titilando en tu pantallita!!!.... Y que haces?????
ESTAS LOCA?????
MASOQUISTA????!!!!
NOOOOOOO!!!!!!
Sabes lo que te va a pasar????Te va a decir que estuvo ocupado... que se reunió con unos amigos de la universidad, que es todo un genio que estuvo estudiando hastatarde, que estaba ensayando, que tenia parcial, que no durmió en toda la semana por estudiar y que se olvido el celular en la casa de su amigo, que se le acabó la batería, que lo apagó un rato, que no tenía señal, que estaba trabajando sin comer ni dormir porque el éxito de la compañía descansa sobre sus hombros!!!!!
y claro LE VAS A CREER..... ¿sabes por qué? POR PENDEJAAAAA!!!!!!!!!!!!!!! Y lo peor es que te va a invitar a salir.... y todo lo que lo insultaste y lo que le tenías planeado decir te lo vas a meter por donde mismo!!!!!!...... y vas a terminar en su cama!!!! Durmiendo con el enemigo..... y después te va a meter en el carro (si es que no te acompaña a agarra un taxi porque "no tiene gasolina") y te vas para tu casa.... de donde nunca debiste haber salido!!!!!!
Y que haces???? prendes el celular por si llama a ver si llegaste bien..... y esperas un rato laaaaaaaaaaaargo!!!!!!Hazme caso amiga..... espera a que te llame ese pendejo.... pero mientras llama A OTRO PENDEJO!!!!! Agarra tu banco suplente y ármate un partidito de reserva!!!!!... diviértete.... deja que te busquen, que festejen sus goles, pero mándalos al banco antes de que se le suba la fama a la cabeza. Llama a tus amigas y sal a bailar, quién dice que no hay algo mejor por ahí hecho especialmente parati????Déjate de fregaderas que todavía hay cabezas que cortar y ni te digo las velas por soplar!!!!!!!!
NO PIERDAS EL TIEMPO ESPERANDO POR UN PENDEJO CUANDO HAY EN ELMUNDO MUCHOS OTROS Q ESPERAN POR TI. Muchos otros que serán tan o igual o mas pendejos que el otro pero que en ese momento los tienes de reserva para darte cuenta de que el mundo está lleno de pendejos y que por ninguno de ellos debes de sufrir!!!!!!!!!!!

Wednesday, February 22, 2006

Mister Miércoles: La Resurrección

¿Será que no puedo ver a este hombre sin sentir que me derrito? ¿Será que cada vez que lo toco apenas con la punta de mis dedos mi cerebro recibe descargas eléctricas y se me pone la carne de gallina?
Sí, volví a ver a Mister Miércoles. Y aunque ya ha pasado un año desde la última vez, me sigue causando exactamente los mismos sentimientos, las mismas ganas, el mismo deseo de siempre.
Llegó a un carrete con mis compañeras de colegio. Tuve la impresión de que estaba más alto, más ancho, incluso un poco más nerd, con un corte de pelo a lo Milhouse, tema que me dio para subirlo al columpio toda la noche. Pero eran los mismos ojos, la misma cicatriz en la frente, las mismas manos grandes que me tomaban como si yo fuera de papel.
Mirarnos fue suficiente, y es que tengo la sospecha de que a él le pasa algo muy parecido conmigo. Dos cambios de luces bastaron para recordar viejos tiempos, dejando atrás de un plumazo el año en que no nos vimos, retomándonos como si esa última vez hubiese sido ayer.
Y es que he descubierto la esencia de esta antirelación, de este Mr. Big propio y personal. Puede ser que yo esté con alguien, o que él tenga otra relación, y sí, podemos hacernos los tontos como que no pasa nada. Podemos evitar vernos por meses o por años, sólo con la intención de resguardarnos de nosotros mismos. Pero en el fondo, sabemos que basta un minuto para caer.
Sin embargo, al igual que Carrie, no espero nada de él. Y distinta a ella, no estoy enamorada de él, ni lo espero tejiendo bufandas hasta que se le ocurra regresar. De hecho, creo que lo que necesito ahora no es precisamente un Mr Big, sino un Aidan. Y si lo encuentro, creo que Mr. Miércoles podrá pasar al olvido. Sin llantos, ni recriminaciones. Tal como ha sido todo con él.

Sólo un alcance más: hoy es precisamente, miércoles.

PD1: Más referencias sobre este personaje, dirigirse a Mr. Miércoles, o Mr. Miércoles: Segunda Parte y final.

PD2: Esto podría haberse llamado también: Mr. Miércoles Reloaded, Mr. Miércoles Remake o Mr. Miércoles VI: el regreso del Jedi…

Friday, February 17, 2006

Historias de Taxi

Hoy me quedé dormida. El típico ¡Diez minutos más, por favor!, se me alargó más de la cuenta y apuradita tuve que ducharme, vestirme y tomar desayuno.
Salgo a la calle y decido tomar un taxi que me lleve volando a la oficina.
Los primeros minutos del viaje, la conversación de rigor sobre el clima, hasta que el Sr. Taxista me pregunta:
- ¿Supo que Cecilia Bolocco no usa desodorante?
Se me pasó por la cabeza una de esas raras noticias de Lun (Las últimas noticias, en jerga periodística), y he de reconocer que sentí un poco de envidia, del tipo de la que sientes cuando una amiga te dice cosas como “Nunca me he tenido que depilar” o “como y como y no engordo”.
- Si, poh, no ve que ahora sale con “Menem”.
De ahí, un chiste tras otro. Por supuesto, el mal humor que traía por quedarme dormida se me disipó como por arte de magia.
- Si poh, si sabe que le dicen la valija presidencial…vuela con el primero que llega. Si salió con el Quique, con el Keko y se quedó…con el Cuco! Pobre, si está muy acabá….se echó 74 años encima…claro, a Carlitos encima!
Este humorista de principios de mañana me arregló el día enterito. Yo cagada de la risa en el asiento de atrás, mientras que los automovilistas del lado miraban curiosos qué podía ser tan entretenido una mañana de taco.
- ¿Supo que Iván Zamorano contrató un profesor de música? Si poh, para que le enseñe a tocar la quena…Aunque la Quenita ya está bien tocada ya!
- ¿Se acuerda del cura Tato, el pedófilo? Dicen que le echaba viagra a las ostias…para que los asistentes escucharan la misa parados!
Antes de bajarme, y como broche de oro, me dice:
- Al lado de mi casa se cambio un viejito con parkinson…se robó un cascabel…¡Y lo pillaron!
Con este taxista tan chori, habría seguido el viaje, pero ya habíamos llegado a la esquina de mi oficina. Me bajé, cagada de la risa como una estúpida y dando gracias a Dios porque aún existe el optimismo en estado puro. ¡Viva Chile mierda!

Monday, February 13, 2006

Mis obsesiones

Pucha, pucha, pucha. La Xime me metió en una camisa de once varas, con una petición que es imposible de negar, sólo porque la quiero muchísimo. Hay un juego que circula por el mundo blogístico, que consiste en develar los cinco raros hábitos, o las cinco obsesiones compulsivas que uno tiene. Es bien difícil, porque de buenas a primeras uno jura de guata que es de lo más normal. Pero a medida que uno va adentrándose en uno mismo, comienzan a aflorar los más secretos comportamientos que rayan hasta en la insanidad.

El miedo al abismo: me pasa cuando estoy esperando el metro, o cuando estoy parada en la calle esperando la luz verde para cruzar. En el metro, siempre tengo miedo de que alguien me empuje, haciéndome caer por las vías justo cuando se acerca el tren. Por lo mismo, nunca me atrevo a cruzar la línea amarilla de precaución. En la calle, tengo el mismo temor, de que algo (alguien externo o un raro impulso dentro de mi) me haga atravesar la calle cuando viene un auto. Les aseguro que muy rara vez me verán atravesando una calle por la mitad. Prefiero caminar hasta la esquina y esperar la luz verde del semáforo.
Obsesiones pasajeras: Esto es muy ariano. Cuando algo se me pone entre ceja y ceja, ni con fuerza bruta me lo puedo sacar de la cabeza, hasta que lo consigo, trátese de hombres, ropa o alguna manualidad. (Por supuesto, con los hombres a veces opto por la sanidad mental y renuncio a la obsesión). El año pasado me dio por la pintura al óleo, el bordado punto cruz y el mosaico, además de mis zapatos dorados, mi cartera ídem y mis máscaras de Venecia. El resultado: dos cuadros bordados, un extraño paisaje en óleo que trato de ocultar tras mis plantas porque me da pena botarlo, tres bandejas en mosaico, dos accesorios que serán utilizados (Gracias a Dios) en el matrimonio de la Jose y dos máscaras que aún no sé dónde poner.
Mi tendencia hacia el llanto o la risa histérica: Puedo ser comedida en muchas cosas, pero en lo que se refiere al llanto y a la risa, no Señor. Caigo con facilidad en un estado de depresión extrema cuando voy al cine a ver una película dramática, leo un libro triste o voy a un funeral. Mi capacidad de ponerme en el lugar del otro y entender exactamente la pena que está sintiendo me caga. De esta manera, cada vez que iba al cine a ver un dramón, me preparaba con al menos tres paquetes de pañuelos desechables. Y como no soy señorita ni para el llanto ni para la risa, les encargo las vergüenzas que pasa mi acompañante. Recuerdo patente una primera cita donde se nos ocurrió ir a ver “La vida es bella”. Yo hipaba de llanto en el cine, esa pena que no te permite ni hablar, e incluso media hora después de la película, seguía llorando. Desde esa vez, decidí que no puedo ver más dramas, a menos que sea en mi casa, sola. Dato: también he llorado con Narnia, Monster Inc., El Rey León y El Señor de los Anillos, aún cuándo me sé de memoria el final.
Otro tema es la risa, porque una vez que me hacen reír, afirmense. Más que cualquier sesión de abdominales, me puedo estar riendo una tarde entera, con mi “risa de salón” como decía un amigo. Lo peor es que también me da por reírme en los momentos más inoportunos, como cuando alguien se cae, o en un matrimonio ceremonioso. Es que los nervios también me dan risa.
El amor por la simetría: Cuando decoro una torta, me pongo pinches en el pelo, ordeno un mueble o hago algo artístico, no soporto que las cosas sean asimétricas. Si pongo diez frambuesas al lado derecho de una torta de merengue, deben ir las mismas diez al lado izquierdo. Si dibujo un jardín con flores, deben ir la misma cantidad del mismo color. Una maña que tengo es que si llego a ver a alguien con la corbata torcida, con los botones de la chaqueta mal puestos o un pelo fuera del moño, me dan unas ansias atroces por arreglarlo, y lo hago, a menos que tenga nula confianza. Si es así, evito mirarla el resto del día.
Mi obsesión por los olores: Hay olores que amo y olores que odio con toda mi alma. Por ejemplo, hay un perfume (parece que es el Anaís Anaís, pero no estoy segura), que para mí tiene olor a muerte. Por qué a muerte: cuando era chica, siempre íbamos al cementerio de El Manzano a ponerle flores a mis bisabuelos, y en todo el cementerio había unas flores blancas, chicas, con un olor bien especial. Igualito al perfume que jamás podría ponerme. Otros olores que odio son el azufre, el olor a transpiración, a coliflor, brócoli y cualquier verdura cocida y de neumático quemado. Por otro lado, hay olores que amo, como el de la leche con plátano, el olor a frutas frescas (en especial la frutilla), el olor a plástico de los juguetes nuevos, el de las gomas de Hello
Kitty para niñitas y el olor a papel viejo de los libros antiguos. Ahhhh, y el olor a caca de caballo y de tierra mojada después de una lluvia en el campo.
Mira yo, la que no tenía ninguna obsesión….jajaja. Bueno, ahora les paso la pelota a la Cota, a Pancho Birs, a Claudio, a la Bárbara y a la Paula…Adelante!

Wednesday, February 08, 2006

LA VIRGEN ROBADA

La mañana del domingo 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen, el padre Damián se despertó a las cinco de la mañana, pensando en todas las cosas que tenía que preparar. Era la celebración más importante del pueblo, incluso más que Navidad y Semana Santa, así que nada podía salir mal; ninguna de las doce misas que tendría que hacer, y menos la procesión de las siete de la tarde. Durante semanas, todo el mundo se había preparado para honrar a la virgen, e incluso algunas familias, como los Solar y los Domínguez, habían viajado de propio a Santiago a comprarse ropa nueva y alfombras impecables para sus casas, como había sabido él por los infaltables chismorreos de pasillo de iglesia. Las demás familias, menos acomodadas, habían comenzado a hacer un aseo general, sacando brillo a sus pisos descoloridos, pintando las ajadas paredes y cortando flores del jardín para arrojarlas al paso de la Virgen de los Inocentes.
Y no era para menos, pues desde que la Virgen llegó al Pueblo como obsequio del Cardenal de la época, hace más de 100 años atrás, la leyenda contaba que una terrible enfermedad que atacaba a los niños había sido milagrosamente erradicada. Claro que esa historia no tomaba en cuenta el hecho de que, más o menos por los mismos años, los avances científicos habían descubierto un medicamento contra la peste, y poco más tarde el pueblo se había cubierto de hombres y mujeres con delantales blancos repartiendo vacunas por todas las casas.
Como sea que haya sido, el caso es que la Virgen pasó a ser algo así como la Patrona, protectora indiscutida de los niños, y por añadidura, de los ancianos, desprotegidos y cualquiera que sufriera algún tropiezo en la vida.
En algunas ocasiones, como la de este día, llegaban procesiones de personas de otros lados, a veces hasta de Santiago, confiados en el poder milagroso de la Virgen de los Inocentes. La primera vez que a él le tocó oficiar la festividad, hace diez años atrás, se impresionó con esa turba de gente, un mar de personas que venían caminando desde lugares insospechados hacia el pueblo, algunos con las rodillas sangrantes luego de haber caminado en esa posición decenas de kilómetros; otros con sus niños enfermos en brazos y algunas mujeres rezando a gritos por la salvación de sus almas.
Recuerda que quiso esconderse, huir hacia los potreros y dejar la Iglesia, la Virgen de los Inocentes y las explicaciones a su hermana, convencido de que con toda esa gente se ahogaría, se perdería entremedio de la turba y no aparecería jamás. Pero momentos después recapacitó, y ofició doce misas, una tras otra; repartió bendiciones a moros y cristianos, caminó los trece kilómetros delante de la virgen en la procesión, cantando a todo pulmón, y finalmente, llegó rendido a su casa, cenó lo que su hermana Rosa le tenía preparado y se acostó, pensando en los milagros que la Virgen había realizado ese día. Jamás había visto tales muestras de fe, de fervor religioso y de confianza plena en esa figura de madera.
Se levantó trabajosamente; ya los setenta años le pesaban y su camarote de bronce no era todo lo cómodo que él esperaba. Todo el armazón crujió cuando puso sus pies en el suelo y se dio impulso para levantar sus noventa kilos de peso. En dos minutos, lavó sus manos y su cara con el agua de un lavatorio que había junto a la ventana, se puso su sotana blanca y partió a la Iglesia, seguro de que ya había por los menos una docena de personas con ramos de flores, esperando que abriera las puertas para decorar el espacio de la Virgen. Jamás, en todos esos años, había conseguido que las viejas asiduas a la Iglesia se pusieran de acuerdo en las flores, por lo que al final la pobre virgen debía aguantar una enorme variedad de colores, formas y texturas desparramadas a sus pies, aunque él estaba seguro de que a la “madrecita”, como le llamaba, le encantaba.
Dicho y hecho. Frente a la enorme puerta de roble de la Iglesia, se agrupaban alrededor de 20 mujeres, esperando con ansias que él llegara a abrirles la puerta, y llevarse el gran honor de ser la primera en llegar con las flores a la Virgen. El padre Damián suspiró, apuró el paso y sacó un enorme manojo de llaves que siempre le colgaba del cinto.
En el minuto en que estaba abriendo la puerta, y con el murmullo de las voces rondándole en la cabeza, tuvo un mal presentimiento. No sabría decir en qué consistía, pero fue como si un viento helado le atravesara la espalda, enmudeciéndolo por varios segundos.
Al abrir la puerta, e inclinarse para hacer el signo de la cruz, no tuvo dudas acerca de que ese sentimiento no andaba tan errado. Lo primero que le llamó la atención fueron los vidrios esparcidos por el suelo del pasillo principal; vidrios de colores, que indudablemente pertenecían al vitral de detrás del altar, que tenía como centro la figura de la virgen con el niño en brazos.
Miró por todo el recinto, pero de manera inconsciente no se atrevía a mirar hacia el ala izquierda, donde moraba la Virgen de los Inocentes, con sus vestiduras de terciopelo bordadas en hilo de oro auténtico y su largo cabello negro; finalmente, no tuvo más remedio que hacerlo, y al descubrir un enorme espacio vacío donde hasta el día anterior había estado la virgen, sólo fue capaz de articular una frase antes de caer desmayado en el piso.
-¡¡¡La Virgen!!! ¡¡¡Se han robado la Virgen!!!


Cuando abrió los ojos, las veinte señoras que lo rodeaban ya habían organizado un operativo de primeros auxilios, así que se vio en la indigna posición de los pies levantados sobre una de las bancas de la Iglesia, con dos pañuelos perfumados en la frente y un murmullo de rezos que pedían por su pronta recuperación.
Se levantó rápidamente, les pidió a todos que salieran por un momento, mientras pensaba en lo que haría, y se postró en el suelo, frente al Santísimo, orando para que lo que acababa de ver fuese mentira, sólo una mala broma, y que se le concediera el anhelo de levantar la mirada y encontrarse con la “madrecita”, mirándolo de forma consoladora.
Nada de eso ocurrió, sin embargo. Tuvo que levantarse, trabajosamente, limpiarse los vidrios que se habían adherido a sus vestidos, y pensar en las acciones posteriores. Evidentemente, la celebración se tendría que cancelar por tiempo indefinido, así que por lo menos durante ese día, tendría que entregar explicaciones por doquier, o poner un cartel en la puerta de la Iglesia con un breve comunicado, lo que, por supuesto, llevaría a todos a la puerta de su casa, así que decidió quedarse en la Iglesia, y decir misas pidiendo por la recuperación de la Virgen de los Inocentes. Ya mañana, que era otro día, se comunicaría con Carabineros y vería qué hacer.
Sabía lo que se venía encima. Recriminaciones, quejas, llantos y un sentimiento de culpa del cual no se podría librar en mucho tiempo, por no haber sido más cuidadoso y haber puesto rejas, más protecciones, más seguridad para la Virgen. También se llenaría de rumores, de gente que había visto a otros cerca de la Iglesia a tal hora, o que creían haber visto un hilo dorado a lo lejos en el camino, o un atado de pelos negros botados en la entrada de su casa.
Lo que jamás se imaginó es lo que realmente pasó. Sí, mucha gente culpó a sus vecinos; y sí, mucha gente vio las vestiduras de la virgen en alguna parte; pero lo más increíble fue que todo el pueblo comenzó a sospechar que la Virgen, conmemorando la fecha, había ascendido al cielo, pasando por el vitral delator.
Él dejó que lo pensaran, por lo menos hasta encontrar la Virgen y traerla de vuelta al pueblo, cosa que ya había comenzado a tomar el color de un desafío personal; el dejarla de nuevo en el hogar de sus últimos 100 años, ya no era un asunto trivial, sino una cosa que tenía que hacer antes de morir. No podía dejar al pueblo sin la protección de su “madrecita”. Así que el mismo día lunes, después de pasar por la comisaría y descubrir la inutilidad de quedarse, hizo sus maletas con la poca ropa que tenía, se puso sus zapatos más cómodos y se fue a Santiago por el tiempo que fuese necesario para recuperar a la Virgen. Estaba convencido de que sólo en la gran ciudad alguien podría esconder una figura de madera noble, tamaño natural, sin que otra persona lo notara.

Ya habían pasado tres semanas y no había ninguna noticia de la Virgen, pese a que en todas las oficinas de investigaciones había un enorme cartel con una foto que decía: Virgen Robada, el 15 de agosto, si alguien la ve comuníquese con el teléfono y bla, bla, bla. Casi nadie había llamado, y los que lo habían hecho, no habían podido dar ninguna explicación o se trataba de bromas. Para peor, el tiempo ya casi se le acababa, y más temprano que tarde, tendría que volver al pueblo, para retomar sus funciones. De todas formas, no soportaba la idea de llegar con las manos vacías, sin saber siquiera que había sido de la “madrecita”.
Decidió entonces, hacer una última búsqueda exhaustiva, por todos los barrios donde podía encontrarse la Virgen. Llegó al Persa Bio bío, a Franklin, Estación Central, al Centro, y donde se le ocurrió. Finalmente, a las seis de la tarde, después de haber dejado los pies en esa maldita ciudad, y cuando ya empezaba a convencerse, al igual que su hermana y las viejas de la Iglesia, de que efectivamente la Virgen había emprendido rumbo al cielo, cuando se la encuentra de golpe y porrazo en la vitrina de una tienda antigua, en cuya puerta había un letrero de madera con la palabra “Sastería”.
Fue tan sorpresivo que casi se fue de espaldas, y tan humillante que estuvo a punto de llorar. La Virgen de los Inocentes, Patrona Absoluta y Protectora de su querido pueblo, figuraba al lado de sendos maniquíes de yeso, ajados por el tiempo, el polvo y el maltrato, con su sedoso y largo pelo negro atado en una cola de caballo, vestida con un horrible traje de dos piezas color salmón, y en sus delicadas manos, las cuales tantas veces llevaron rosarios de oro y flores frescas, lucía una descolorida tarjeta de cartulina, donde alguien había garabateado el precio de la ropa con mano temblorosa.
El padre Damián no lo podía creer. Y a pesar de lo adoloridos que estaban sus pies y al cansancio que lo dominaba, con paso firme e indignado entró a la tienda, dispuesto a increpar con palabras menos que piadosas al dueño o a quien fuera el responsable de tamaña afrenta.
Un ruido de campañitas acompañó su entrada, lo que alertó al encargado de la tienda. Al encontrarse con él, el padre Damián no pudo proferir ni uno sólo de los insultos que había preparado, los cuales quedaron congelados en sus labios. Al otro lado del mostrador, estaba un abuelito, probablemente de más de noventa años, encorvado por los años y con el rostro tan arrugado que apenas se adivinaba donde estaban los ojos.
- ¿En qué lo puedo ayudar, padrecito?
- Este… -no sabía qué decir, cómo empezar a explicar su entrada intempestiva y su dureza de gestos- ¿Me podría mostrar el traje salmón que tiene en la vitrina?
A medida que caminaban través de la tienda, el abuelo le contó la historia de su vida. Había abierto el negocio de telas y sastería junto a su señora, hace más de sesenta años; antes, tenían un buen pasar, y llegaron a ser conocidos como de los mejores de Santiago. Sin embargo, ahora apenas le alcanzaba para vivir, y estaba lleno de deudas. A eso, se sumaba la reciente muerte de Delia, ocurrida hace un mes, que lo había sumido en una honda tristeza.
-Lo único que me logró consolar, hace unos días, fue la llegada de esta señorita. –dijo, mostrando a la Virgen– Mírela bien, y después vea esta fotografía antigua. ¿No es igual?
El padre Damián recibió la fotografía, observando el lozano rostro de una mujer joven, tomada evidentemente hace décadas. La impresión fue mayúscula, pues al comparar ese rostro con el de la Virgen, no parecía haber diferencia alguna: los mismos ojos y pelo negro, las delicadas facciones, los labios que se adivinaban rojos, todo era una copia perfecta, una ironía de la vida, un encuentro con el pasado.
-¿Ahora entiende por qué la visto con mis mejores trajes, padrecito?
Sí, ahora entendía. Le dijo al tendero que no se preocupara, que no iba a llevar nada, y que Dios lo bendiga. Salió con el sombrero en la mano y con paso cancino, pensando en que, después de todo, la “mamacita” sí se había ido a un lugar más cerquita del cielo.

Friday, January 27, 2006

Viajar en bus...¿es lo mejor?

Hace calor. Demasiado. Esta ola de verano nos tiene a todos choreados, cansados, sin ganas de hacer nada…si hasta las neuronas se derriten. Despierto en la mañana con el maldito calor, me acuesto cagada de ídem y ya no sé ni siquiera qué ponerme. De hecho, si andar en pelota en la calle no fuera sancionable como falta al pudor y a las buenas costumbres, esa sería mi elección. Y yo, de mal en peor, porque hoy día me voy a Las Cabras y mi única opción es tomar un bus interprovincial.
En estos días, odio viajar en bus con toda mi alma. No sólo eso, sino que odio desde el mismo momento en que tengo que irme con una tremenda mochila a la espalda (o bolso en el hombro) en el metro, donde tu humanidad cargada de bolsos molesta a todo el mundo, no hay ni un miserable asiento en el vagón y todos van traspirados y cansados después de un largo día laboral.
Ya arriba del bus, podrían creer que las cosas mejoran, pero la verdad es que no es así. Proporcionalmente, creo que sólo un 2% de las veces en que me he subido a un bus camino a Las Cabras, me ha tocado con aire acondicionado, así que el calor raya en lo insoportable. A eso, súmenle familias enteras (con guaguas, pañales, mamaderas, bebidas de dos litros y vasos plásicos, gritos y escándalos porque es normal, los niños a la media hora se aburren y hay que entretenerlos en algo). Además, jamás van a pagar un asiento por hijo, así que dicen descaradamente que el cabro chico tiene siete años –con más de siete paga pasaje-, aunque evidentemente el “niño” ya está bordeando la adolescencia, con barba y bigote y las piernas largas.
Odio eso, las piernas largas. No hay nada peor a que se siente una señora con su hijo superdesarrollado en brazos atrás de tu asiento. Te tiran el pelo, te pegan rodillazos y te empujan el asiento para adelante, diciéndote perdón a cada rato. Al final, te bajas del bus con unos tremendos moretones en la espalda, el cuero cabelludo medio sensible, el cuello y la espalda pa la cagá…o sea, más damnificada que la cresta. Eso sí, conoces toda la vida y los secretos de la familia, desde que al pendejo se le cayó su primer diente hasta que la cuñada de la señora se arrancó con el mejor amigo de su marido.
Durante el viaje, no falta la bulla. Que la guagua llora, que el perro que alguien metió clandestinamente en un canasto ladra, que el pollo que va en la caja con hoyos pía, que el viejo que ronca como locomotora, que el gallo curado va fermentando en el camino, que sube una hilera de personas ofreciendo dulces (martirizándome aún más, ahora que no puedo comer nada con azúcar), que la parada a hacer pipí en la carretera porque el baño del bus está malo, que la otra parada porque a una señora se le ocurrió comprar frutillas en San Pedro…un viaje que en auto debiera durar 2 horas, puede llegar a 3 horas y media fácilmente.
En realidad, un viaje en bus puede ser la mejor manera de conocer la idiosincrasia nacional, y evidentemente una terapia ideal para desarrollar la tolerancia y el entendimiento entre las diferentes personas.
Generalmente, a mí me pasan dos cosas con estos viajes en bus, dependiendo de mi estado de ánimo. Si estoy animosa, tolerante y feliz de la vida, me cago de la risa de las aventuras del viaje, y llego a la casa contando las cosas insólitas que me ocurrieron; si estoy lateada, pesimista o con mucho calor, llego insoportable, buscando agua para toma como 20 litros y prometiéndome a mí misma que en cuanto pueda me compraré un auto. Claro que hay una cosa que debo rescatar de los viajes en bus: a veces, cuando estoy cansada, muerta, me siento y caigo profundamente dormida. No sé de guaguas, de ronquidos, de peleas, de sonidos de celular ni de nada, y llego a Las Cabras como si hubiera dormido toda la noche…y eso sí que no lo podría hacer en auto.

Deptito nuevo

Esto de tener departamento nuevo es un desafío. Ya, asumo que fui feliz como una perdiz cuando me pasaron las llaves de mi departamento, el sueño de toda mi vida, la casa propia y todo el cuento. Y es que desde hace mucho estaba pensando en dejar de botar plata arrendando y pagar un dividendo, así que me puse a buscar el departamento de mi sueños.
Creo que no pueden llegar a imaginar la cantidad de departamentos que vi. Miré una cantidad casi infinita de departamentos nuevos, relucientes, pero me llamaron la atención dos cosas. 1. Lo chicos que son…es una vergüenza!!! Con el tema este de ahorrar metros cuadrados y construir 800 departamentos por piso, las tonteras son tan chicas que apenas cabe un gato de lado. Tienes que elegir entre tener una lavadora o entrar tú en el baño, y ni hablar de los muebles, porque la única alternativa es comprarlos en la tierra de Liliput. 2. El engaño del “piloto”. Vas a un edificio, tiene la tremenda piscina, el tremendo jardín, lavandería y gimnasio incluido. Por todas estas cosas vas a tener que pagar un ojo de la cara en concepto de gastos comunes, pero qué importa. Subes al piloto, y el amor aumenta proporcionalmente. El piso flotante, los muebles hechos a la medida (sé que los hacen parecer grandes, pero en realidad es a la medida de Liliput), la cama y las alfombras de tus sueños. Bueno, pero cuando te lo entregan, el departamento con cueva tiene piso de cemento…y te das cuenta que cualquier sofá que compres te ocupa la mitad del living…maaal.
Bueno, por lo mismo compré un departamento antiguo, del año de la pera, en un edificio de cuatro departamentos por piso. Los espacios son grandes, justo lo que necesita una joven provinciana como yo, acostumbrada casi a andar a caballo adentro de la casa y a no toparme con la pared cada vez que quiero ir de una habitación a otra.
Lo amo, con todo mi corazón, pero por Dios que voy a gastar energía en dejarlo como a mí me gusta. Ahora, lo están pintando, y la próxima semana van a vitrificar el parquet…Por supuesto que cuando me cambie los invitaré a celebrar la inauguración con bombos y platillos!!!
Por ahora, mi casa es un desastre. La mitad de las cosas están en cajas de cartón, por lo que sería una verdadera odisea si llegara a necesitar algo que ya está embalado…Por ejemplo, el sábado estoy invitada a una fiesta de disfraces, y obvio que toda la ropa que puede servir está en alguna de las cajas….vaya a saber uno cuál.
La Andrea, que también se está comprando departamento, está toda ilusionada con el amplio espectro que le abren sus vecinos, en un edificio donde abundan los departamentos para solteros. Incluso ha visto a algunos especimenes y según ella, no están nada de mal. Lo que es yo, no guardo ninguna esperanza con los míos. Uno, porque el edificio es del año 60, razón por la cual la edad de los vecinos debe andar rondando los 80 años…¿Tal vez los nietos?, y dos, porque ya me enteré que el vecino del lado es alcohólico y se pierde por las calles de Santiago.
¿Cómo lo supe? El otro día, cuando fui a dimensionar las paredes del depto para comprar pintura, iba saliendo del edificio cuando me encontré con dos señores carabineros de la nación, quienes estaban buscando a mi vecino, del departamento justo al lado. Muerta de susto, pensando que el tal vecino podía ser psicópata, pedófilo, ladrón o estafador, averigüé con el conserje. Me dijo que venían los carabineros, porque mi flamante nuevo vecino se perdía a menudo, sin saber cómo volver a su hogar. En mi mente pasó la imagen de un viejito simpático y amoroso con alzheimer, pero el conserje me sacó de mi idea…es que se cae mucho al litro…plop!
Parece que al menos voy a tener una excitante vida vecinal…jajajaj

Monday, January 16, 2006

Con colita… pero no tan larga

Está bien. Me pongo el parche antes de la herida (antes de que los “simpáticos” de mis amigos comiencen a sabotearme) y digo que sí, que voté por Piñera y que me quedé con una tremenda cola. Pero la verdad, no estoy triste, ni desconsolada, ni lloro por los rincones porque no salió.
Hay varias razones para ello, como que sabía que era una batalla perdida desde el minuto en que decidí apoyar al ala derecha de la política chilena, y que en esta elección específica, mi voto no era el vencedor.
Sin embargo, en este minuto experimento una sensación rara, como si tuviera colita pero también una dosis de alegría. Y reflexionando de adónde puede provenir tan extraño sentimiento, he descubierto al menos 3 razones.
Mis amigos: hay algunos amigos cercanos, a los cuales quiero mucho, que estaban pendiendo de un hilo en esta elección. Unos porque trabajan en alguna división gubernamental, y otros porque de plano están metidos dentro del mismo comando de Bachelet, como mi queridísimo amigo Jorge. A él, y a todos mis cercanos que ayer salieron a celebrar con bombos y platillos, mis felicitaciones.
El síndrome mundialista: Ayer, cuando llegué a Santiago, las calles del centro eran una verdadera fiesta. Los autos con banderines de Bachelet, las bocinas tocando y la gente gritando y tirando serpentinas por doquier, me recordó cuando Chile participó en Francia ’98, o cuando Fennado González y Nicolás Massú ganaron medalla de oro en Atenas. A mí me encantan estas manifestaciones públicas de alegría popular, así que estuve a un tris de bajarme de la micro y unirme a la celebración. Sólo me impidió hacerlo mi sentido de la moral y la dignidad del que se sabe derrotado.
Bachelet: La misma candidata es un tercer factor, no menor, que me hace sentir bastante mejor. Hasta orgullosa, debo decir, porque me encanta que una mujer sea presidenta de Chile. Además, una mujer del siglo XXI, trabajólica como ella sola, bastión de una familia como puede ser cualquier familia de cualquier lugar del país. El hecho de que no tenga ni siquiera un Primer Hombre que la acompañe en su camino es un punto más que me hace sentirme identificada con ella. Anoche, un minuto antes de quedarme dormida, pensé en algo que nunca antes había reflexionado en una elección presidencial: Me imaginé a Michelle, un minuto antes de dormirse, con un solo pensamiento en la cabeza “¡Soy presidenta de Chile, por la cresta!”
Lo único que me preocupa un poco es la sanidad mental de esta pobre mujer. El hecho de ser presidenta, y de ser mujer, le puede salir muy caro, sobre todo en un país donde la familia ideal es un cuento de hadas, pero un cuento de hadas que todo el mundo se cree. En cuatro años de gobierno, ¿ustedes creen que podrá meter a su cama a algún hombre sin tener que dar explicaciones a diestra y siniestra? ¿Ustedes creen que algún hombre va a poder aguantarse la exclusiva de que durmió con la presidenta de Chile?
De todas maneras, me alegro. Porque este hecho es como para taparles la boca a todos los adultos que te miraron con cara de incrédulos cuando expresaste tu deseo de llegar a ser presidenta, a los que te dijeron “si, mijita”, con cara de condescendencia.
Hace unos días atrás, mi prima Esperanza (de 7 años), expresó su deseo de ser carabinera cuando crezca…¡¡Pero la jefa de todos los carabineros!!
¿Y por qué no, me pregunto ahora? ¿Por qué mi niñita linda no puede llegar a ser la primera Directora General de Carabineros de Chile?

Tuesday, January 10, 2006

La verdad de las mentiras

Lo confieso. Ayer cometí un tremendo error. Y me pasó por dármelas de top, de la mina dura que nada le importa y que es capaz de afrontar hasta las verdades más dolorosas con indiferencia. Bueno, pues no lo soy, pero me di cuenta demasiado tarde.
En un arranque de aburrimiento oficinil y una curiosidad incontrolable, me dejé llevar por los misteriosos caminos de internet y entre al blog de Felipe.
Creo que ustedes no llegaron a conocerlo, así que resumiré en pocas palabras la historia: dos semanas antes de irme a Europa, lo conocí en la tercera cita a ciegas del 2005 (porfiada como burro yo, porque si las dos citas anteriores habían terminado en desastre, habría tenido que resguardarme de una tercera) y lisa y llanamente, este hombre me encantó.
Lo mejor de todo es que parece que yo también le encanté, porque las dos semanas antes del viaje todo fue idílico. A juzgar por sus palabras, del tipo “toda la vida estuve buscando alguien como tú” y “eres maravillosa”, sumado al hecho de que me presentó a sus mejores amigos en menos de una semana, obviamente a mi entender las cosas iban de maravillas.
Hasta que me fui de viaje. Tres semanas en el poto del mundo, desesperada por un maldito computador para escribirle largos correos contándole mis aventuras, preocupada por encontrarle el regalo ideal, pensando en lo maravilloso que sería estar con él en las ciudades más románticas del orbe…y él con cueva me respondió dos mails. Y entiéndanme que mis correos eran unos sabanones de kilómetros de extensión, contándole hasta la ropa que me había puesto, detalle por detalle lo que había hecho, de lo hermoso que era todo…para recibir un mensaje de dos líneas como respuesta.
Ahí ya me empecé a deprimir. Y debo confesar que me daba más depresión estar con la Vania al lado mío, porque su pololo no dejaba de llamarla, de escribirle eternos correos contándole de su vida, llamando a su mejor amiga para hablar de ella, preocupado porque cuando llegamos a Creta se estrelló un avión…
Obviamente yo no esperaba taanta parafernalia, si con Felipe sólo llevábamos dos semanas de conocimiento mutuo, pero al menos un poco más de interés.
Pero después de escuchar a la Vania y a todos los correos de mis amigas, quienes me decían que era una soberana estupidez estar en Europa deprimida por un individuo que no valía la pena, sobre todo con tanto mino dando vueltas, muriendo por conocer a mujeres latinas, decidí cortar por lo sano y olvidarme de Felipe por lo menos hasta la vuelta a Chile.
Entremedio, conocí al holandés del cual ya les hablé (definitivamente, un tremendo mino, con un cuerpo hecho a mano, esculpido con cincel…no es mentira, pues sólo fue comparable al David de Miguel Ángel en el viaje), y me relajé durante el resto de la travesía.
Y es que Felipe, a esas alturas ya era un caso perdido. De la boca para afuera eso sí, porque en el fondo de mi corazón tenía la secreta esperanza de que al volver las cosas fueran distintas.
Pues no lo fueron. Llegué a Santiago un domingo, a las diez de la mañana, y lo tuve que llamar yo a las seis de la tarde para contarle que estaba viva y de vuelta en Chile. No supe de él hasta el viernes siguiente, donde me explicó que no quería seguir saliendo conmigo. La explicación: “No estoy preparado para un compromiso, tengo planes de salir de Chile el próximo año, no me quiero enganchar con nadie hasta que sepa qué va a ser de mi vida”.
Bien. Desde ese minuto no supe más él, hasta que ayer me metí a su blog y leí qué había sido de su vida este último tiempo. Y es obvio: está enganchadísimo con una niña, nervioso hasta decir basta por verla y casi a punto de pedirle matrimonio.
Podría decir que no me afectó para nada, que la verdad, él es una de las 100 personas menos relevantes en mi vida, pero no es verdad. No llegué al punto de llorar ni deprimirme, pero no puedo evitar preguntarme ¿Por qué? Con Mister Miércoles fue la misma cosa, porque menos de un mes después de decirme que no quería comprometerse con nadie, que quería estar solo y bla bla bla, ahí está, desvivido por su polola, e incluso sin salir con sus amigos por tenerla contenta.
¿Y qué fue de los “no estoy preparado para un compromiso”, “quiero estar solo”, “tu me gustas pero”? Nada poh. Se fueron a la cresta junto con todas las mentiras. ¿No se dan cuenta que a estas alturas no necesitan prometerme el oro y el moro para tener sexo, sobre todo en épocas de sequía?
Y eso es lo que más me molesta. Porque en el fondo siempre supe la verdad: y la verdad es cruda, es simple y demoledora, pero al final es la más liberadora. La verdad es que a estos individuos jamás les gusté, jamás estuvieron ni ahí con jugársela por mí. No es que quisieran estar solos, que necesitaran espacio…simplemente nunca me quisieron.
¿No habría sido más fácil haberlo dicho? ¿Por qué en este país de mierda todo el mundo busca disfrazar la verdad para que sea menos dolorosa? ¿Cuándo vamos a entender que decir las cosas como son es mejor que darse ochocientas vueltas en el aire?
¿Y saben por qué es mejor? Porque si a uno le dicen “no sé qué es lo que quiero” “Necesito tiempo para pensar en lo nuestro”, en el fondo uno espera que el tipo descubra qué es lo que quiere, que el tiempo se acabe y vuelvan a uno. La esperanza es lo último que se pierde.
En cambio, si te dicen la verdad, uno asume que no hay nada que hacer. Que cuando nunca hubo interés porque hubiera algo más, de nada sirve guardar esperanzas.
Por lo menos, desde hace tiempo yo lo sé. Puedo leer la verdad de las mentiras y no me arrastro como un vil gusano detrás de lo que puede ser. Tengo confianza en que en algún momento encontraré a alguien que valga la pena, que se la juegue por mí…si no, encargaré cinco gatos y tomaré cursos de crochet.

Monday, January 02, 2006

AÑO NUEVO


Un año más, que se va, un año más, cuántos se han ido…. Todavía ando media enfiestada con el asunto del Año Nuevo, y es que pocas veces en mi vida lo he pasado mejor que este fin de semana.
Me explico…desde que era adolescente, he tenido una especie de karma negativo para esas fechas donde se supone que todo el mundo lo pasa bien. Todos los 18 de septiembre y los años nuevos de mi vida han estado plagados de buenas intenciones, de planes increíbles, pero siempre algo ocurría a último minuto y no dejaba que las cosas fueran como debían. Un solo ejemplo y entenderán de qué hablo. El primer año nuevo que decidí emigrar de mi casa y celebrarlo acá en Santiago con mis compañeras de Universidad, se nos ocurrió partir a la fiesta que se organizaba en el Club Hípico, siendo un detalle importantísimo que iba a estar el grande, el gurú, el nunca bien ponderado Tommy Rey.
Luego de pasar las doce en la casa de la Andrea y ver los fuegos artificiales en la calle, fuimos camino al Club Hípico con otra amiga que se nos unió al carrete…Con la mala pata que llegando al lugar del evento, y en el minuto en que rezábamos con desesperación para poder encontrar un estacionamiento, escuchamos que Tommy Rey deja de cantar, les desea un feliz año a todos los concurrentes…¡Y se despide!!!
Luego de encontrar ¡Por fin! Un lugar para estacionar el auto, y un poco amargadas por habernos perdido al gurú, nos dimos cuenta de que el lugar estaba hecho un desastre: las famosas barras libres estaban lastimosamente tiradas en el suelo, como víctimas silenciosas de una batalla que, por lo menos, había acabado antes de nuestra llegada. El caso es que vándalos habían atacado a los organizadores y se habían llevado todas las botellas bajo el brazo, sin dejar absolutamente nada.
Yo creo que no hay otra noche donde haya tenido más sed en mi vida. La única alternativa para poder tomar un vaso de bebida era coquetearle a alguno de los flaite (no vale la discriminación, porque estos sí eran flaites de tomo y lomo) que las habían sacado de las barras, o ir al baño con un vaso plástico para tomar agua. Como no me apetecía ninguna de las dos alternativas, no tuve más remedio que morir de sed hasta volver a mi casa. Muertas de sed y de frío, y después de comprobar como ochocientas veces que no había ninguna posibilidad de concretar una aventura romántica de año nuevo, nos devolvimos como a las seis de la mañana, cansadas y rogando porque la fiesta no fuera un presagio de cómo se venía el resto del año.
Esta vez, las cosas fueron muy diferentes. La Vania, mi amigui del viaje a Europa, me propuso hace días ir a pasar el Año Nuevo a Viña, con su grupo de amigos y podía invitar a una amiga. Me sedujo enormemente la perspectiva de recibir el 2006 mirando los fuegos artificiales desde la playa y además, la Jose vive allá en Viña hace más de un año, así que podía aprovechar de verla.
Así, el viernes a las 4 y media de la tarde estábamos arriba del auto del pololo de la Vania, quien amorosamente se ofreció para llevarnos (Creo que el pobre nunca pensó en la cantidad de maletas que tendría que echar en su autito) Cuando vio el tamaño de mi bolso, me dijo ¿Sólo te vas por dos días? jurando de guata que una mujer puede llevar menos de 5 poleras y tres pantalones para un fin de semana en la playa…
Lo pasamos increíble, sobre todo porque el grupo que se juntó no puede ser más buena onda…Los amigos de la Vania son realmente simpáticos, así que nos reímos a carcajadas, salimos a comer, nos secamos y planchamos el pelo (las mujeres del grupo, por supuesto, lo que fue enormemente divertido para nosotras y soberanamente una lata para los hombres, que nunca pudieron entender como sólo cuatro mujeres pueden tardarse una mañana entera peinándose y hablando de peluquerías y masajes para el pelo), y un capítulo aparte merece la arreglada para la noche de año nuevo…jajaja
En honor a la cantidad de alternativas de ropa que cada una había llevado, hicimos la prueba de qué ponernos y cuándo al menos yo ya me había decidido por una linda polera blanca ideal para disimular ese rollito que aún no venzo con mi dieta del terror, viene el pololo de la Vania y me dice: Pareces embarazada….maaaaaaal
Para el caso, daba lo mismo, porque la fiesta a la que fuimos estaba espectacular, pero hacía un frío…ni les cuento. Luego de tanto probarme ropa, con suerte me saqué la chaqueta una hora.
Mis oscuras intenciones (y las de mis amigas solteras también), eran por lo menos empezar el año con alguna aventura nocturna, en honor a la sequía amorosa que me consume, pero en realidad, no hubo manera de hacerla realidad.
Prácticamente todos los hombres de la fiesta casi podrían haber sido mis hijos, y los que no, estaban tan borrados que con cueva se afirmaban de los bolsillos de los pantalones para caminar. En vista de la cruda y triste realidad, decidimos desertar.
Sin embargo, ese detalle no pesó absolutamente nada para pasarlo bien. Bailé hasta que me dio una puntada en el costado, me reí, me encontré con un amigo de la universidad y como broche de oro, me comí una empanada de queso a las siete de la mañana…
Ojalá este sí sea un augurio de lo que se viene para el 2006
¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!!