Thursday, December 28, 2006

Juegos del destino

Me tiene francamente aterrada la similitud de mi vida con Consuelo Aldunate. Pese a que aún no llego a la treintena, no tengo su vida glamorosa ni gatas en mi departamento, las coincidencias de sus relatos ficticios con mi vida real me tiene pasmada. Las que siguen su columna semana a semana me entenderán, y para los demás, iré haciendo las analogías del caso.

Los primeros días de diciembre, un fin de semana cualquiera, me fui a la casa de mis papás. Como ya se acercaba Navidad, decidí cocinar un rico pan de pascua con puras nueces (no me gustan ni las frutas confitadas ni las pasas, así que cuando como pan de pascua normal, dejo como un ratón el plato), y cuando iba camino a la cocina a buscar los huevos, no me pregunten cómo, me resbalé en el piso y caí cuán larga soy sobre mi pie izquierdo. Lo que es la vida: yo que me saco la cresta al menos cuatro veces al año, que he caído de escaleras para abajo, que me he enredado con los tacos en una fiesta y en plena discoteque, que he caído sentada en medio de la calle, me vengo a esguinzar la pata izquierda yendo a buscar huevos a la cocina, en mi casa, y con zapatos bajos.

Como resultado, estuve más de una semana sin poder pisar (en sentido literal, por favor), más aburrida que una ostra y cumpliendo los deberes de una buena prima mayor, ayudando a las niñitas a hacer tareas y otros trabajos manuales típicos de fin de año, como un pesebre en donde no se podía distinguir la diferencia entre el burro y San José.

La verdad es que ya al séptimo día en mi casa, sin poder moverme del sillón salvo para ir al baño saltando en una pata, ya estaba a punto de estrangular a quienquiera me pasara por el frente. Además, como jamás pensé en quedarme más de un fin de semana en LC, sólo llevé ropa para un día, así que le pedí prestada ropa a mi mamá.

Nota: Un par de columnas atrás, Consuelo Aldunate se rompió la pata y tuvo que andar con una bota plástica como tres semanas.

Ya después de los diez días de licencia, volví a trabajar y me encuentro con que estos desgraciados de la isapre me habían rechazado la licencia, por ser muy extensa…¿Qué se creen estos huevones, digo yo? Tres años que trabajo y jamás en la vida había pedido una licencia…¿Acaso pretenden que me viniera volando a trabajar, si no era capaz de apoyar el pie en el suelo?

Además, para mi mala cueva, para poder alegar, debía obtener un certificado firmado por el mismo doctor que me había otorgado la famosa licencia, un joven médico que justamente había renunciado y se había ido de LC para siempre. Pero como no me resignaba a perder casi un tercio de mi sueldo a expensas del sistema de salud privado de este país, me di la maña de periodista y conseguí su teléfono.

Lo llamé, le expliqué mi angustiosa situación y la necesidad de verlo para que me llenara el famoso papel. Yo, obviamente, estaba dispuesta a viajar adónde él estuviera trabajando, aún si fuera en Isla de Maipo o en Argentina.

Reproduzco la conversación:

Él: Pucha, pero tienes el pie lesionado y todo…¿Dónde vives en Santiago?
Yo: En Providencia
Él: Ahhh, super, si yo también vivo en Providencia, cero atado para juntarnos…
Yo: Mira, que bueno….¿Y en qué parte de Providencia?
Él: En DU con PV
Yo: Yo también! ¿Vives en el edificio nuevo, de la esquina?
Él: Nooo, en el antiguo del frente
Yo: No lo puedo creer, yo también!
Él: Si poh, el antiguo, en el sexto piso
Yo: Ya, me estás agarrando el pelo…Yo también vivo en el sexto piso, en el 63
Él: Yo vivo en el 62
Los dos: Jajajajajjaja

Así fue como el mismo doctor que me atendió era nada más ni nada menos que mi vecino del frente. No lo había visto nunca, porque yo llegué en febrero, y él ya estaba en LC.

Así que por esas casualidades del destino, nos juntamos la semana pasada para que me llenara el papelito, y realmente, me causó un shock importante: fue esa cosa de verlo nuevamente (ya le había echado el ojo allá, pero la verdad es que estaba más preocupada del dolor de mi pata que de lo estupendo que era el doc) y caer redondita en sus encantos, como en esas películas de hadas en que todo es perfecto…

Pero como estamos hablando de mi vida, obviamente el tipo pololea hace un año, así que como no tengo alma de mártir sufriente, ni menos de patas negras, procuraré mantener mis sentimientos a raya. Sin embargo, ambos estuvimos de acuerdo que la coincidencia de la vida de que fuéramos vecinos es demasiado increíble (la misma calle, el mismo edificio, el mismo piso!!!), así que el destino (o Dios) quiso que nos juntáramos y al menos, fuéramos amigos. Para mí, fue una señal de que el próximo año no puede (es que no puede) ser peor que el 2006.

Nota: Consuelo Aldunate ahora está saliendo con el doctor que le revisó su pata mala, y lo bautizó como “Galán Galeno”

Bueno, para cerrar esta columna, les deseo a todos los que me leen un muy muy muy Feliz Año Nuevo, que se les cumplan todos los deseos que pidan y que sean muy felices!!!!

4 comments:

Sole said...

Hola pancha!!!
llegue por casualidad a tu blog, me gusto mucho tu historia es si que es coincidencia!!!
suerte para el 2007!!!

Anonymous said...

Amigui
que mas puedo decir...o estas leyeno mucho a la claudia aldana o algo en tu vida...por no deci todo da para escribir uan novela, o una serie al mas puro estilo sex and the city.
YoYA

Anonymous said...

Amiga linda, leiste la columna de esta semana de Consuelo Aldunate?Terrible!! Espero que no te llegue a pasar..
Cariños.
ANDREW

jochelosky said...

Consuelo es la caga, aunque se supone que es una columna para mujeres, al leerla siento que puedo saber un poco mas de las mujeres, seria algo como si una de ustedes fuera a una reunion del blub de toby.

sobre las coincidencias tengo por montones dentro de ellas la ultima es tan increible que no la cuento porque facilmente podrian creer que estoy enfermo....