Tuesday, February 28, 2006

A ti...¿o debiera ser a mí?

Esta es una columna que me mandó una amiga por mail....¿Por qué a mi, me pregunto?
jajajajja

A ti: que te enamoras de cualquier cosa que anda por ahí...A ti: que conociste al imbécil número 574.000... y siempre dices:"este sí! es el mejor!", "es lo que estaba esperando"
¿Y qué haces???? Dejas el celular prendido 25 horas al día, esperando que te llame, y si te dan ganas de ir al baño, te aguantas, por si te llama... Durante una semana, te vistes como una reina y crees, ciegamente, que te va a llamar... y le sonríes a cualquier estupidez con cara de estúpida... y te pones perfume todo el día, te peinas cada 5 minutos y te depilas cada 2 horas para estar lista, porque: tú SABES QUE ESTA POR LLAMAR!!..
Y suena el teléfono!! que hasta lo pusiste en vibrador para que sea más emocionante... Sudas cada vez que crees que se movió y tu sonrisa sale de tu cara!!!! y miras la pantallita con la misma cara de estúpida... Sigues esperando porque no es él... pero no te importa.Vuelves a tu casa contenta porque piensas que va a estar en la puerta con un ramo de flores, arrodillado... No, mejor tirado en el piso pidiéndote disculpas!!!!!... Y llegas, pero está el portero, que te dice que no llego ni la revista de cable... Y como todavía no llamó, ¿¿qué haces?? LO LLAMAS!!!!! Pero no te contesta porque >fue al baño... Y TODAVIA NO TE CONFORMAS, le mandas un puto mensaje, dices: esteno falla....y ahí te quedas esperando a que le de la puta gana de contestártelo, y parece que el hijo de su puta madre no tiene crédito...
Pero tú lo entiendes y le das otra oportunidad... tan buena tú... Seguro te mando un mail! ¿Y que haces??? Prendes la computadora contenta, segura de que te mandó una declaración cibernética donde explica todo.... pero ningún Mensaje nuevo, ni siquiera una cadena donde te condenan con la maldición gitana si nola reenvías a 1300 personas en menos de 3 segundos....Y te enojas...mas bien... te emputeces!... EL BASTARDO HIJO DE SU PUTA MADRE, su tía y su abuela... y le sacas todas las groserías que te sepas a los cuatro vientos!!!Y que haces???. Bien, llamas a todas tus amigas y les quemas el cerebro con la inexplicabilidad de los hechos..... y recuerdas que ya te pasó lo mismo con la cuerda de pendejos de antes...
Y que haces??????? Le echas todas las maldiciones que te sepas, quieres que se haga mierda contra un puente y que pierda la memoria y que lo único que recuerde es a ti!!!!! Y dices: ''a este no le contesto nunca!!!!, se va a arrepentir toda su vida!!!!!''... y suena el teléfono... (o te manda un puto mensaje) y ahí esta ese número queesperaste TODA la semana....... titilando en tu pantallita!!!.... Y que haces?????
ESTAS LOCA?????
MASOQUISTA????!!!!
NOOOOOOO!!!!!!
Sabes lo que te va a pasar????Te va a decir que estuvo ocupado... que se reunió con unos amigos de la universidad, que es todo un genio que estuvo estudiando hastatarde, que estaba ensayando, que tenia parcial, que no durmió en toda la semana por estudiar y que se olvido el celular en la casa de su amigo, que se le acabó la batería, que lo apagó un rato, que no tenía señal, que estaba trabajando sin comer ni dormir porque el éxito de la compañía descansa sobre sus hombros!!!!!
y claro LE VAS A CREER..... ¿sabes por qué? POR PENDEJAAAAA!!!!!!!!!!!!!!! Y lo peor es que te va a invitar a salir.... y todo lo que lo insultaste y lo que le tenías planeado decir te lo vas a meter por donde mismo!!!!!!...... y vas a terminar en su cama!!!! Durmiendo con el enemigo..... y después te va a meter en el carro (si es que no te acompaña a agarra un taxi porque "no tiene gasolina") y te vas para tu casa.... de donde nunca debiste haber salido!!!!!!
Y que haces???? prendes el celular por si llama a ver si llegaste bien..... y esperas un rato laaaaaaaaaaaargo!!!!!!Hazme caso amiga..... espera a que te llame ese pendejo.... pero mientras llama A OTRO PENDEJO!!!!! Agarra tu banco suplente y ármate un partidito de reserva!!!!!... diviértete.... deja que te busquen, que festejen sus goles, pero mándalos al banco antes de que se le suba la fama a la cabeza. Llama a tus amigas y sal a bailar, quién dice que no hay algo mejor por ahí hecho especialmente parati????Déjate de fregaderas que todavía hay cabezas que cortar y ni te digo las velas por soplar!!!!!!!!
NO PIERDAS EL TIEMPO ESPERANDO POR UN PENDEJO CUANDO HAY EN ELMUNDO MUCHOS OTROS Q ESPERAN POR TI. Muchos otros que serán tan o igual o mas pendejos que el otro pero que en ese momento los tienes de reserva para darte cuenta de que el mundo está lleno de pendejos y que por ninguno de ellos debes de sufrir!!!!!!!!!!!

Wednesday, February 22, 2006

Mister Miércoles: La Resurrección

¿Será que no puedo ver a este hombre sin sentir que me derrito? ¿Será que cada vez que lo toco apenas con la punta de mis dedos mi cerebro recibe descargas eléctricas y se me pone la carne de gallina?
Sí, volví a ver a Mister Miércoles. Y aunque ya ha pasado un año desde la última vez, me sigue causando exactamente los mismos sentimientos, las mismas ganas, el mismo deseo de siempre.
Llegó a un carrete con mis compañeras de colegio. Tuve la impresión de que estaba más alto, más ancho, incluso un poco más nerd, con un corte de pelo a lo Milhouse, tema que me dio para subirlo al columpio toda la noche. Pero eran los mismos ojos, la misma cicatriz en la frente, las mismas manos grandes que me tomaban como si yo fuera de papel.
Mirarnos fue suficiente, y es que tengo la sospecha de que a él le pasa algo muy parecido conmigo. Dos cambios de luces bastaron para recordar viejos tiempos, dejando atrás de un plumazo el año en que no nos vimos, retomándonos como si esa última vez hubiese sido ayer.
Y es que he descubierto la esencia de esta antirelación, de este Mr. Big propio y personal. Puede ser que yo esté con alguien, o que él tenga otra relación, y sí, podemos hacernos los tontos como que no pasa nada. Podemos evitar vernos por meses o por años, sólo con la intención de resguardarnos de nosotros mismos. Pero en el fondo, sabemos que basta un minuto para caer.
Sin embargo, al igual que Carrie, no espero nada de él. Y distinta a ella, no estoy enamorada de él, ni lo espero tejiendo bufandas hasta que se le ocurra regresar. De hecho, creo que lo que necesito ahora no es precisamente un Mr Big, sino un Aidan. Y si lo encuentro, creo que Mr. Miércoles podrá pasar al olvido. Sin llantos, ni recriminaciones. Tal como ha sido todo con él.

Sólo un alcance más: hoy es precisamente, miércoles.

PD1: Más referencias sobre este personaje, dirigirse a Mr. Miércoles, o Mr. Miércoles: Segunda Parte y final.

PD2: Esto podría haberse llamado también: Mr. Miércoles Reloaded, Mr. Miércoles Remake o Mr. Miércoles VI: el regreso del Jedi…

Friday, February 17, 2006

Historias de Taxi

Hoy me quedé dormida. El típico ¡Diez minutos más, por favor!, se me alargó más de la cuenta y apuradita tuve que ducharme, vestirme y tomar desayuno.
Salgo a la calle y decido tomar un taxi que me lleve volando a la oficina.
Los primeros minutos del viaje, la conversación de rigor sobre el clima, hasta que el Sr. Taxista me pregunta:
- ¿Supo que Cecilia Bolocco no usa desodorante?
Se me pasó por la cabeza una de esas raras noticias de Lun (Las últimas noticias, en jerga periodística), y he de reconocer que sentí un poco de envidia, del tipo de la que sientes cuando una amiga te dice cosas como “Nunca me he tenido que depilar” o “como y como y no engordo”.
- Si, poh, no ve que ahora sale con “Menem”.
De ahí, un chiste tras otro. Por supuesto, el mal humor que traía por quedarme dormida se me disipó como por arte de magia.
- Si poh, si sabe que le dicen la valija presidencial…vuela con el primero que llega. Si salió con el Quique, con el Keko y se quedó…con el Cuco! Pobre, si está muy acabá….se echó 74 años encima…claro, a Carlitos encima!
Este humorista de principios de mañana me arregló el día enterito. Yo cagada de la risa en el asiento de atrás, mientras que los automovilistas del lado miraban curiosos qué podía ser tan entretenido una mañana de taco.
- ¿Supo que Iván Zamorano contrató un profesor de música? Si poh, para que le enseñe a tocar la quena…Aunque la Quenita ya está bien tocada ya!
- ¿Se acuerda del cura Tato, el pedófilo? Dicen que le echaba viagra a las ostias…para que los asistentes escucharan la misa parados!
Antes de bajarme, y como broche de oro, me dice:
- Al lado de mi casa se cambio un viejito con parkinson…se robó un cascabel…¡Y lo pillaron!
Con este taxista tan chori, habría seguido el viaje, pero ya habíamos llegado a la esquina de mi oficina. Me bajé, cagada de la risa como una estúpida y dando gracias a Dios porque aún existe el optimismo en estado puro. ¡Viva Chile mierda!

Monday, February 13, 2006

Mis obsesiones

Pucha, pucha, pucha. La Xime me metió en una camisa de once varas, con una petición que es imposible de negar, sólo porque la quiero muchísimo. Hay un juego que circula por el mundo blogístico, que consiste en develar los cinco raros hábitos, o las cinco obsesiones compulsivas que uno tiene. Es bien difícil, porque de buenas a primeras uno jura de guata que es de lo más normal. Pero a medida que uno va adentrándose en uno mismo, comienzan a aflorar los más secretos comportamientos que rayan hasta en la insanidad.

El miedo al abismo: me pasa cuando estoy esperando el metro, o cuando estoy parada en la calle esperando la luz verde para cruzar. En el metro, siempre tengo miedo de que alguien me empuje, haciéndome caer por las vías justo cuando se acerca el tren. Por lo mismo, nunca me atrevo a cruzar la línea amarilla de precaución. En la calle, tengo el mismo temor, de que algo (alguien externo o un raro impulso dentro de mi) me haga atravesar la calle cuando viene un auto. Les aseguro que muy rara vez me verán atravesando una calle por la mitad. Prefiero caminar hasta la esquina y esperar la luz verde del semáforo.
Obsesiones pasajeras: Esto es muy ariano. Cuando algo se me pone entre ceja y ceja, ni con fuerza bruta me lo puedo sacar de la cabeza, hasta que lo consigo, trátese de hombres, ropa o alguna manualidad. (Por supuesto, con los hombres a veces opto por la sanidad mental y renuncio a la obsesión). El año pasado me dio por la pintura al óleo, el bordado punto cruz y el mosaico, además de mis zapatos dorados, mi cartera ídem y mis máscaras de Venecia. El resultado: dos cuadros bordados, un extraño paisaje en óleo que trato de ocultar tras mis plantas porque me da pena botarlo, tres bandejas en mosaico, dos accesorios que serán utilizados (Gracias a Dios) en el matrimonio de la Jose y dos máscaras que aún no sé dónde poner.
Mi tendencia hacia el llanto o la risa histérica: Puedo ser comedida en muchas cosas, pero en lo que se refiere al llanto y a la risa, no Señor. Caigo con facilidad en un estado de depresión extrema cuando voy al cine a ver una película dramática, leo un libro triste o voy a un funeral. Mi capacidad de ponerme en el lugar del otro y entender exactamente la pena que está sintiendo me caga. De esta manera, cada vez que iba al cine a ver un dramón, me preparaba con al menos tres paquetes de pañuelos desechables. Y como no soy señorita ni para el llanto ni para la risa, les encargo las vergüenzas que pasa mi acompañante. Recuerdo patente una primera cita donde se nos ocurrió ir a ver “La vida es bella”. Yo hipaba de llanto en el cine, esa pena que no te permite ni hablar, e incluso media hora después de la película, seguía llorando. Desde esa vez, decidí que no puedo ver más dramas, a menos que sea en mi casa, sola. Dato: también he llorado con Narnia, Monster Inc., El Rey León y El Señor de los Anillos, aún cuándo me sé de memoria el final.
Otro tema es la risa, porque una vez que me hacen reír, afirmense. Más que cualquier sesión de abdominales, me puedo estar riendo una tarde entera, con mi “risa de salón” como decía un amigo. Lo peor es que también me da por reírme en los momentos más inoportunos, como cuando alguien se cae, o en un matrimonio ceremonioso. Es que los nervios también me dan risa.
El amor por la simetría: Cuando decoro una torta, me pongo pinches en el pelo, ordeno un mueble o hago algo artístico, no soporto que las cosas sean asimétricas. Si pongo diez frambuesas al lado derecho de una torta de merengue, deben ir las mismas diez al lado izquierdo. Si dibujo un jardín con flores, deben ir la misma cantidad del mismo color. Una maña que tengo es que si llego a ver a alguien con la corbata torcida, con los botones de la chaqueta mal puestos o un pelo fuera del moño, me dan unas ansias atroces por arreglarlo, y lo hago, a menos que tenga nula confianza. Si es así, evito mirarla el resto del día.
Mi obsesión por los olores: Hay olores que amo y olores que odio con toda mi alma. Por ejemplo, hay un perfume (parece que es el Anaís Anaís, pero no estoy segura), que para mí tiene olor a muerte. Por qué a muerte: cuando era chica, siempre íbamos al cementerio de El Manzano a ponerle flores a mis bisabuelos, y en todo el cementerio había unas flores blancas, chicas, con un olor bien especial. Igualito al perfume que jamás podría ponerme. Otros olores que odio son el azufre, el olor a transpiración, a coliflor, brócoli y cualquier verdura cocida y de neumático quemado. Por otro lado, hay olores que amo, como el de la leche con plátano, el olor a frutas frescas (en especial la frutilla), el olor a plástico de los juguetes nuevos, el de las gomas de Hello
Kitty para niñitas y el olor a papel viejo de los libros antiguos. Ahhhh, y el olor a caca de caballo y de tierra mojada después de una lluvia en el campo.
Mira yo, la que no tenía ninguna obsesión….jajaja. Bueno, ahora les paso la pelota a la Cota, a Pancho Birs, a Claudio, a la Bárbara y a la Paula…Adelante!

Wednesday, February 08, 2006

LA VIRGEN ROBADA

La mañana del domingo 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen, el padre Damián se despertó a las cinco de la mañana, pensando en todas las cosas que tenía que preparar. Era la celebración más importante del pueblo, incluso más que Navidad y Semana Santa, así que nada podía salir mal; ninguna de las doce misas que tendría que hacer, y menos la procesión de las siete de la tarde. Durante semanas, todo el mundo se había preparado para honrar a la virgen, e incluso algunas familias, como los Solar y los Domínguez, habían viajado de propio a Santiago a comprarse ropa nueva y alfombras impecables para sus casas, como había sabido él por los infaltables chismorreos de pasillo de iglesia. Las demás familias, menos acomodadas, habían comenzado a hacer un aseo general, sacando brillo a sus pisos descoloridos, pintando las ajadas paredes y cortando flores del jardín para arrojarlas al paso de la Virgen de los Inocentes.
Y no era para menos, pues desde que la Virgen llegó al Pueblo como obsequio del Cardenal de la época, hace más de 100 años atrás, la leyenda contaba que una terrible enfermedad que atacaba a los niños había sido milagrosamente erradicada. Claro que esa historia no tomaba en cuenta el hecho de que, más o menos por los mismos años, los avances científicos habían descubierto un medicamento contra la peste, y poco más tarde el pueblo se había cubierto de hombres y mujeres con delantales blancos repartiendo vacunas por todas las casas.
Como sea que haya sido, el caso es que la Virgen pasó a ser algo así como la Patrona, protectora indiscutida de los niños, y por añadidura, de los ancianos, desprotegidos y cualquiera que sufriera algún tropiezo en la vida.
En algunas ocasiones, como la de este día, llegaban procesiones de personas de otros lados, a veces hasta de Santiago, confiados en el poder milagroso de la Virgen de los Inocentes. La primera vez que a él le tocó oficiar la festividad, hace diez años atrás, se impresionó con esa turba de gente, un mar de personas que venían caminando desde lugares insospechados hacia el pueblo, algunos con las rodillas sangrantes luego de haber caminado en esa posición decenas de kilómetros; otros con sus niños enfermos en brazos y algunas mujeres rezando a gritos por la salvación de sus almas.
Recuerda que quiso esconderse, huir hacia los potreros y dejar la Iglesia, la Virgen de los Inocentes y las explicaciones a su hermana, convencido de que con toda esa gente se ahogaría, se perdería entremedio de la turba y no aparecería jamás. Pero momentos después recapacitó, y ofició doce misas, una tras otra; repartió bendiciones a moros y cristianos, caminó los trece kilómetros delante de la virgen en la procesión, cantando a todo pulmón, y finalmente, llegó rendido a su casa, cenó lo que su hermana Rosa le tenía preparado y se acostó, pensando en los milagros que la Virgen había realizado ese día. Jamás había visto tales muestras de fe, de fervor religioso y de confianza plena en esa figura de madera.
Se levantó trabajosamente; ya los setenta años le pesaban y su camarote de bronce no era todo lo cómodo que él esperaba. Todo el armazón crujió cuando puso sus pies en el suelo y se dio impulso para levantar sus noventa kilos de peso. En dos minutos, lavó sus manos y su cara con el agua de un lavatorio que había junto a la ventana, se puso su sotana blanca y partió a la Iglesia, seguro de que ya había por los menos una docena de personas con ramos de flores, esperando que abriera las puertas para decorar el espacio de la Virgen. Jamás, en todos esos años, había conseguido que las viejas asiduas a la Iglesia se pusieran de acuerdo en las flores, por lo que al final la pobre virgen debía aguantar una enorme variedad de colores, formas y texturas desparramadas a sus pies, aunque él estaba seguro de que a la “madrecita”, como le llamaba, le encantaba.
Dicho y hecho. Frente a la enorme puerta de roble de la Iglesia, se agrupaban alrededor de 20 mujeres, esperando con ansias que él llegara a abrirles la puerta, y llevarse el gran honor de ser la primera en llegar con las flores a la Virgen. El padre Damián suspiró, apuró el paso y sacó un enorme manojo de llaves que siempre le colgaba del cinto.
En el minuto en que estaba abriendo la puerta, y con el murmullo de las voces rondándole en la cabeza, tuvo un mal presentimiento. No sabría decir en qué consistía, pero fue como si un viento helado le atravesara la espalda, enmudeciéndolo por varios segundos.
Al abrir la puerta, e inclinarse para hacer el signo de la cruz, no tuvo dudas acerca de que ese sentimiento no andaba tan errado. Lo primero que le llamó la atención fueron los vidrios esparcidos por el suelo del pasillo principal; vidrios de colores, que indudablemente pertenecían al vitral de detrás del altar, que tenía como centro la figura de la virgen con el niño en brazos.
Miró por todo el recinto, pero de manera inconsciente no se atrevía a mirar hacia el ala izquierda, donde moraba la Virgen de los Inocentes, con sus vestiduras de terciopelo bordadas en hilo de oro auténtico y su largo cabello negro; finalmente, no tuvo más remedio que hacerlo, y al descubrir un enorme espacio vacío donde hasta el día anterior había estado la virgen, sólo fue capaz de articular una frase antes de caer desmayado en el piso.
-¡¡¡La Virgen!!! ¡¡¡Se han robado la Virgen!!!


Cuando abrió los ojos, las veinte señoras que lo rodeaban ya habían organizado un operativo de primeros auxilios, así que se vio en la indigna posición de los pies levantados sobre una de las bancas de la Iglesia, con dos pañuelos perfumados en la frente y un murmullo de rezos que pedían por su pronta recuperación.
Se levantó rápidamente, les pidió a todos que salieran por un momento, mientras pensaba en lo que haría, y se postró en el suelo, frente al Santísimo, orando para que lo que acababa de ver fuese mentira, sólo una mala broma, y que se le concediera el anhelo de levantar la mirada y encontrarse con la “madrecita”, mirándolo de forma consoladora.
Nada de eso ocurrió, sin embargo. Tuvo que levantarse, trabajosamente, limpiarse los vidrios que se habían adherido a sus vestidos, y pensar en las acciones posteriores. Evidentemente, la celebración se tendría que cancelar por tiempo indefinido, así que por lo menos durante ese día, tendría que entregar explicaciones por doquier, o poner un cartel en la puerta de la Iglesia con un breve comunicado, lo que, por supuesto, llevaría a todos a la puerta de su casa, así que decidió quedarse en la Iglesia, y decir misas pidiendo por la recuperación de la Virgen de los Inocentes. Ya mañana, que era otro día, se comunicaría con Carabineros y vería qué hacer.
Sabía lo que se venía encima. Recriminaciones, quejas, llantos y un sentimiento de culpa del cual no se podría librar en mucho tiempo, por no haber sido más cuidadoso y haber puesto rejas, más protecciones, más seguridad para la Virgen. También se llenaría de rumores, de gente que había visto a otros cerca de la Iglesia a tal hora, o que creían haber visto un hilo dorado a lo lejos en el camino, o un atado de pelos negros botados en la entrada de su casa.
Lo que jamás se imaginó es lo que realmente pasó. Sí, mucha gente culpó a sus vecinos; y sí, mucha gente vio las vestiduras de la virgen en alguna parte; pero lo más increíble fue que todo el pueblo comenzó a sospechar que la Virgen, conmemorando la fecha, había ascendido al cielo, pasando por el vitral delator.
Él dejó que lo pensaran, por lo menos hasta encontrar la Virgen y traerla de vuelta al pueblo, cosa que ya había comenzado a tomar el color de un desafío personal; el dejarla de nuevo en el hogar de sus últimos 100 años, ya no era un asunto trivial, sino una cosa que tenía que hacer antes de morir. No podía dejar al pueblo sin la protección de su “madrecita”. Así que el mismo día lunes, después de pasar por la comisaría y descubrir la inutilidad de quedarse, hizo sus maletas con la poca ropa que tenía, se puso sus zapatos más cómodos y se fue a Santiago por el tiempo que fuese necesario para recuperar a la Virgen. Estaba convencido de que sólo en la gran ciudad alguien podría esconder una figura de madera noble, tamaño natural, sin que otra persona lo notara.

Ya habían pasado tres semanas y no había ninguna noticia de la Virgen, pese a que en todas las oficinas de investigaciones había un enorme cartel con una foto que decía: Virgen Robada, el 15 de agosto, si alguien la ve comuníquese con el teléfono y bla, bla, bla. Casi nadie había llamado, y los que lo habían hecho, no habían podido dar ninguna explicación o se trataba de bromas. Para peor, el tiempo ya casi se le acababa, y más temprano que tarde, tendría que volver al pueblo, para retomar sus funciones. De todas formas, no soportaba la idea de llegar con las manos vacías, sin saber siquiera que había sido de la “madrecita”.
Decidió entonces, hacer una última búsqueda exhaustiva, por todos los barrios donde podía encontrarse la Virgen. Llegó al Persa Bio bío, a Franklin, Estación Central, al Centro, y donde se le ocurrió. Finalmente, a las seis de la tarde, después de haber dejado los pies en esa maldita ciudad, y cuando ya empezaba a convencerse, al igual que su hermana y las viejas de la Iglesia, de que efectivamente la Virgen había emprendido rumbo al cielo, cuando se la encuentra de golpe y porrazo en la vitrina de una tienda antigua, en cuya puerta había un letrero de madera con la palabra “Sastería”.
Fue tan sorpresivo que casi se fue de espaldas, y tan humillante que estuvo a punto de llorar. La Virgen de los Inocentes, Patrona Absoluta y Protectora de su querido pueblo, figuraba al lado de sendos maniquíes de yeso, ajados por el tiempo, el polvo y el maltrato, con su sedoso y largo pelo negro atado en una cola de caballo, vestida con un horrible traje de dos piezas color salmón, y en sus delicadas manos, las cuales tantas veces llevaron rosarios de oro y flores frescas, lucía una descolorida tarjeta de cartulina, donde alguien había garabateado el precio de la ropa con mano temblorosa.
El padre Damián no lo podía creer. Y a pesar de lo adoloridos que estaban sus pies y al cansancio que lo dominaba, con paso firme e indignado entró a la tienda, dispuesto a increpar con palabras menos que piadosas al dueño o a quien fuera el responsable de tamaña afrenta.
Un ruido de campañitas acompañó su entrada, lo que alertó al encargado de la tienda. Al encontrarse con él, el padre Damián no pudo proferir ni uno sólo de los insultos que había preparado, los cuales quedaron congelados en sus labios. Al otro lado del mostrador, estaba un abuelito, probablemente de más de noventa años, encorvado por los años y con el rostro tan arrugado que apenas se adivinaba donde estaban los ojos.
- ¿En qué lo puedo ayudar, padrecito?
- Este… -no sabía qué decir, cómo empezar a explicar su entrada intempestiva y su dureza de gestos- ¿Me podría mostrar el traje salmón que tiene en la vitrina?
A medida que caminaban través de la tienda, el abuelo le contó la historia de su vida. Había abierto el negocio de telas y sastería junto a su señora, hace más de sesenta años; antes, tenían un buen pasar, y llegaron a ser conocidos como de los mejores de Santiago. Sin embargo, ahora apenas le alcanzaba para vivir, y estaba lleno de deudas. A eso, se sumaba la reciente muerte de Delia, ocurrida hace un mes, que lo había sumido en una honda tristeza.
-Lo único que me logró consolar, hace unos días, fue la llegada de esta señorita. –dijo, mostrando a la Virgen– Mírela bien, y después vea esta fotografía antigua. ¿No es igual?
El padre Damián recibió la fotografía, observando el lozano rostro de una mujer joven, tomada evidentemente hace décadas. La impresión fue mayúscula, pues al comparar ese rostro con el de la Virgen, no parecía haber diferencia alguna: los mismos ojos y pelo negro, las delicadas facciones, los labios que se adivinaban rojos, todo era una copia perfecta, una ironía de la vida, un encuentro con el pasado.
-¿Ahora entiende por qué la visto con mis mejores trajes, padrecito?
Sí, ahora entendía. Le dijo al tendero que no se preocupara, que no iba a llevar nada, y que Dios lo bendiga. Salió con el sombrero en la mano y con paso cancino, pensando en que, después de todo, la “mamacita” sí se había ido a un lugar más cerquita del cielo.