Friday, January 27, 2006

Viajar en bus...¿es lo mejor?

Hace calor. Demasiado. Esta ola de verano nos tiene a todos choreados, cansados, sin ganas de hacer nada…si hasta las neuronas se derriten. Despierto en la mañana con el maldito calor, me acuesto cagada de ídem y ya no sé ni siquiera qué ponerme. De hecho, si andar en pelota en la calle no fuera sancionable como falta al pudor y a las buenas costumbres, esa sería mi elección. Y yo, de mal en peor, porque hoy día me voy a Las Cabras y mi única opción es tomar un bus interprovincial.
En estos días, odio viajar en bus con toda mi alma. No sólo eso, sino que odio desde el mismo momento en que tengo que irme con una tremenda mochila a la espalda (o bolso en el hombro) en el metro, donde tu humanidad cargada de bolsos molesta a todo el mundo, no hay ni un miserable asiento en el vagón y todos van traspirados y cansados después de un largo día laboral.
Ya arriba del bus, podrían creer que las cosas mejoran, pero la verdad es que no es así. Proporcionalmente, creo que sólo un 2% de las veces en que me he subido a un bus camino a Las Cabras, me ha tocado con aire acondicionado, así que el calor raya en lo insoportable. A eso, súmenle familias enteras (con guaguas, pañales, mamaderas, bebidas de dos litros y vasos plásicos, gritos y escándalos porque es normal, los niños a la media hora se aburren y hay que entretenerlos en algo). Además, jamás van a pagar un asiento por hijo, así que dicen descaradamente que el cabro chico tiene siete años –con más de siete paga pasaje-, aunque evidentemente el “niño” ya está bordeando la adolescencia, con barba y bigote y las piernas largas.
Odio eso, las piernas largas. No hay nada peor a que se siente una señora con su hijo superdesarrollado en brazos atrás de tu asiento. Te tiran el pelo, te pegan rodillazos y te empujan el asiento para adelante, diciéndote perdón a cada rato. Al final, te bajas del bus con unos tremendos moretones en la espalda, el cuero cabelludo medio sensible, el cuello y la espalda pa la cagá…o sea, más damnificada que la cresta. Eso sí, conoces toda la vida y los secretos de la familia, desde que al pendejo se le cayó su primer diente hasta que la cuñada de la señora se arrancó con el mejor amigo de su marido.
Durante el viaje, no falta la bulla. Que la guagua llora, que el perro que alguien metió clandestinamente en un canasto ladra, que el pollo que va en la caja con hoyos pía, que el viejo que ronca como locomotora, que el gallo curado va fermentando en el camino, que sube una hilera de personas ofreciendo dulces (martirizándome aún más, ahora que no puedo comer nada con azúcar), que la parada a hacer pipí en la carretera porque el baño del bus está malo, que la otra parada porque a una señora se le ocurrió comprar frutillas en San Pedro…un viaje que en auto debiera durar 2 horas, puede llegar a 3 horas y media fácilmente.
En realidad, un viaje en bus puede ser la mejor manera de conocer la idiosincrasia nacional, y evidentemente una terapia ideal para desarrollar la tolerancia y el entendimiento entre las diferentes personas.
Generalmente, a mí me pasan dos cosas con estos viajes en bus, dependiendo de mi estado de ánimo. Si estoy animosa, tolerante y feliz de la vida, me cago de la risa de las aventuras del viaje, y llego a la casa contando las cosas insólitas que me ocurrieron; si estoy lateada, pesimista o con mucho calor, llego insoportable, buscando agua para toma como 20 litros y prometiéndome a mí misma que en cuanto pueda me compraré un auto. Claro que hay una cosa que debo rescatar de los viajes en bus: a veces, cuando estoy cansada, muerta, me siento y caigo profundamente dormida. No sé de guaguas, de ronquidos, de peleas, de sonidos de celular ni de nada, y llego a Las Cabras como si hubiera dormido toda la noche…y eso sí que no lo podría hacer en auto.

1 comment:

cota said...

Amiga solidarizo contigo, como soy provinciana te entiendo perfectamente ya lo señalé en mi blog; la aventura de viajar en bus... claro que yo me vine a Pichidegua sentada al lado de Elvis Presley..privilegio de pocas locas desenfrenadas como yo respecto al Rey del rock... y es que de todo te puede pasar en un bus interprovincial...desde caerte de poto al w.c delante del amor de tu pubertad já já já ai lovius...anda escribe de tus amores de la A a la Z