Tuesday, January 10, 2006

La verdad de las mentiras

Lo confieso. Ayer cometí un tremendo error. Y me pasó por dármelas de top, de la mina dura que nada le importa y que es capaz de afrontar hasta las verdades más dolorosas con indiferencia. Bueno, pues no lo soy, pero me di cuenta demasiado tarde.
En un arranque de aburrimiento oficinil y una curiosidad incontrolable, me dejé llevar por los misteriosos caminos de internet y entre al blog de Felipe.
Creo que ustedes no llegaron a conocerlo, así que resumiré en pocas palabras la historia: dos semanas antes de irme a Europa, lo conocí en la tercera cita a ciegas del 2005 (porfiada como burro yo, porque si las dos citas anteriores habían terminado en desastre, habría tenido que resguardarme de una tercera) y lisa y llanamente, este hombre me encantó.
Lo mejor de todo es que parece que yo también le encanté, porque las dos semanas antes del viaje todo fue idílico. A juzgar por sus palabras, del tipo “toda la vida estuve buscando alguien como tú” y “eres maravillosa”, sumado al hecho de que me presentó a sus mejores amigos en menos de una semana, obviamente a mi entender las cosas iban de maravillas.
Hasta que me fui de viaje. Tres semanas en el poto del mundo, desesperada por un maldito computador para escribirle largos correos contándole mis aventuras, preocupada por encontrarle el regalo ideal, pensando en lo maravilloso que sería estar con él en las ciudades más románticas del orbe…y él con cueva me respondió dos mails. Y entiéndanme que mis correos eran unos sabanones de kilómetros de extensión, contándole hasta la ropa que me había puesto, detalle por detalle lo que había hecho, de lo hermoso que era todo…para recibir un mensaje de dos líneas como respuesta.
Ahí ya me empecé a deprimir. Y debo confesar que me daba más depresión estar con la Vania al lado mío, porque su pololo no dejaba de llamarla, de escribirle eternos correos contándole de su vida, llamando a su mejor amiga para hablar de ella, preocupado porque cuando llegamos a Creta se estrelló un avión…
Obviamente yo no esperaba taanta parafernalia, si con Felipe sólo llevábamos dos semanas de conocimiento mutuo, pero al menos un poco más de interés.
Pero después de escuchar a la Vania y a todos los correos de mis amigas, quienes me decían que era una soberana estupidez estar en Europa deprimida por un individuo que no valía la pena, sobre todo con tanto mino dando vueltas, muriendo por conocer a mujeres latinas, decidí cortar por lo sano y olvidarme de Felipe por lo menos hasta la vuelta a Chile.
Entremedio, conocí al holandés del cual ya les hablé (definitivamente, un tremendo mino, con un cuerpo hecho a mano, esculpido con cincel…no es mentira, pues sólo fue comparable al David de Miguel Ángel en el viaje), y me relajé durante el resto de la travesía.
Y es que Felipe, a esas alturas ya era un caso perdido. De la boca para afuera eso sí, porque en el fondo de mi corazón tenía la secreta esperanza de que al volver las cosas fueran distintas.
Pues no lo fueron. Llegué a Santiago un domingo, a las diez de la mañana, y lo tuve que llamar yo a las seis de la tarde para contarle que estaba viva y de vuelta en Chile. No supe de él hasta el viernes siguiente, donde me explicó que no quería seguir saliendo conmigo. La explicación: “No estoy preparado para un compromiso, tengo planes de salir de Chile el próximo año, no me quiero enganchar con nadie hasta que sepa qué va a ser de mi vida”.
Bien. Desde ese minuto no supe más él, hasta que ayer me metí a su blog y leí qué había sido de su vida este último tiempo. Y es obvio: está enganchadísimo con una niña, nervioso hasta decir basta por verla y casi a punto de pedirle matrimonio.
Podría decir que no me afectó para nada, que la verdad, él es una de las 100 personas menos relevantes en mi vida, pero no es verdad. No llegué al punto de llorar ni deprimirme, pero no puedo evitar preguntarme ¿Por qué? Con Mister Miércoles fue la misma cosa, porque menos de un mes después de decirme que no quería comprometerse con nadie, que quería estar solo y bla bla bla, ahí está, desvivido por su polola, e incluso sin salir con sus amigos por tenerla contenta.
¿Y qué fue de los “no estoy preparado para un compromiso”, “quiero estar solo”, “tu me gustas pero”? Nada poh. Se fueron a la cresta junto con todas las mentiras. ¿No se dan cuenta que a estas alturas no necesitan prometerme el oro y el moro para tener sexo, sobre todo en épocas de sequía?
Y eso es lo que más me molesta. Porque en el fondo siempre supe la verdad: y la verdad es cruda, es simple y demoledora, pero al final es la más liberadora. La verdad es que a estos individuos jamás les gusté, jamás estuvieron ni ahí con jugársela por mí. No es que quisieran estar solos, que necesitaran espacio…simplemente nunca me quisieron.
¿No habría sido más fácil haberlo dicho? ¿Por qué en este país de mierda todo el mundo busca disfrazar la verdad para que sea menos dolorosa? ¿Cuándo vamos a entender que decir las cosas como son es mejor que darse ochocientas vueltas en el aire?
¿Y saben por qué es mejor? Porque si a uno le dicen “no sé qué es lo que quiero” “Necesito tiempo para pensar en lo nuestro”, en el fondo uno espera que el tipo descubra qué es lo que quiere, que el tiempo se acabe y vuelvan a uno. La esperanza es lo último que se pierde.
En cambio, si te dicen la verdad, uno asume que no hay nada que hacer. Que cuando nunca hubo interés porque hubiera algo más, de nada sirve guardar esperanzas.
Por lo menos, desde hace tiempo yo lo sé. Puedo leer la verdad de las mentiras y no me arrastro como un vil gusano detrás de lo que puede ser. Tengo confianza en que en algún momento encontraré a alguien que valga la pena, que se la juegue por mí…si no, encargaré cinco gatos y tomaré cursos de crochet.

3 comments:

cota said...

¡Me lo dices a mí! ... ni lamentaciones ni nada ps que se cree el boludo ese... ya vendr,an tiempos mejores amigas ya lo verás... Cotis

Polaroid said...

mentiras piadosas pueden ser.
O tal vez, somos unos cobardes y tenemos temor a un estallido de llanto femenino por nuestra causa.
No lo sè, pero todo parte por la necesidad de sexo que tenemos y por la necesidad de cariño-amor que tienen las fèminas.
sexo-cariño,cariño-sexo...mmm ok,mejor miento.

C A R O L A said...

POr casualidad me encontre con tu Blog... tu historis es entretenida,..lata que sea real (para ti) pero creo que las mujeres siempre somo asi, nos enganchamos a la primera semana.. siendo que los hombres no estan ni ahi con siquiera pensar en uno.. uanque creo que este mino fue sincero.. alomejor te dijo la verdad y la que se enrrollo fuiste tu... uno siempre culpa al otro, yo que tu lo hubiera pasado la raja.. mas con una amiga!! sin pensar en nadie o en ningun resto de mino que existiera en Chile... Recuerda que en unos años mas, todo va a ser al reves y van a ser los hombres los que van a pensar como minas... y nostras ni ahi con formalizar las cosas... creo que eso ya esta cambiando... veo a los pololos de mia amigas y son Hiper Minas... Cuidate y disfruta lo que tengas, sin enrrollarse.