Friday, August 11, 2006

Rodrigo, mi conviviente

Hace tiempo que quería dedicar un post a mi queridísimo amigo Rodrigo, el conviviente. Nos conocemos desde 1999, cuando a mí me bajó la santidad y los resabios de la educación de colegio de monjas, y participé en misiones de verano de la Universidad Católica.
Al primer lugar que fui fue Lanco, ciudad que queda justo antes de Valdivia, y de donde tengo muy buenos recuerdos. Se armó un grupo demasiado bueno, entretenido, además rodeado por esa aura de buena voluntad que abunda en las misiones.
Fue entonces cuando comenzó mi amistad con Rodrigo. Nos encontramos años después, cuando yo ya había salido de la universidad y él ya estaba trabajando, y desde ahí nos veíamos dos o tres veces al año. Y resulta que la última vez que nos vimos este año, coincidimos con nuestras necesidades (no piensen mal las mentes malignas de cloaca): Yo necesitaba arrendar la segunda pieza de mi departamento y él necesitaba encontrar un lugar donde vivir hasta poder comprarse uno propio. Y como nos conocíamos hace tanto tiempo, y siempre le he tenido mucha confianza, pasó a ser Rodrigo mi conviviente.
A decir verdad, yo tenía mis reservas de vivir de nuevo con alguien, después de haber vivido dos años sola, y de haber pasado por el hervidero de cahuines que significó vivir con 4 mujeres más en un departamento mínimo. Además, en principio pensé que vivir con un hombre que no era mi marido no era la situación ideal a la vista de la sociedad. Sin embargo, todo salió bien; mi familia lo aceptó sin problemas, más cuando conocieron a Rodrigo y se dieron cuenta de que era un verdadero pan de Dios, buen amigo, “una bella persona”, como diría Martuca.
Lo divertido es que el más preocupado con la situación era un amigo de él, Opus Dei por más señas, que cada vez que hablaba por teléfono con Rodrigo le decía que cómo se le había ocurrido irse a vivir con una mujer, lo que llamaba inmediatamente los impulsos de la lascivia y de la lujuria carnal. En resumen, yo era la fiel representante del demonio en la Tierra….¡que miedo! Frente a eso, Rodrigo me defendía y yo me cagaba de la risa, porque de verdad de verdad, Rodrigo siempre ha sido un amigo muy querido y jamás se me ha pasado por la cabeza otra cosa que no sea pura y simple amistad, aún cuando dos amigas apostaban su cabeza a que después de dos meses de convivencia íbamos a caer rendidos en los brazos del otro.
Otra que se veía un poco complicada con la situación era mi mamá, cada vez que alguien le preguntaba con quién estaba viviendo en Santiago. Ella respondía, “con un amigo”, a lo que el interlocutor respondía, “Ah, claro, es lo que se usa ahora”. Por supuesto, mi mamá no gastaba tiempo ni explicaciones en tratar de hacer entender a la gente que las cosas no eran como las imaginaba.
Bueno, el caso es que haberle arrendado la pieza a Rodrigo fue una de las mejores decisiones que pude haber tomado en la vida. Lejos, el mejor conviviente que he tenido nunca, muy preocupado de todas las cosas de la casa, siempre dispuesto a poner su hombro para que yo llorara, tuvo una paciencia infinita para escuchar todas las penitas que tuve con Rolando, y nos cagábamos de la risa con sus infinitas fallidas citas a ciegas (se le ocurrió meterse a un sitio de citas en Internet y ha tenido incontables desilusiones: lo que me gusta es que es super persistente, y continúa en su misión).
La verdad es que también resulta de suma utilidad tener una mentalidad masculina tan cercana: cada vez que me interesaba alguien, o que me invitaban a salir, Rodrigo se desgastaba dándome consejos y revelándome los oscuros misterios de la mente de los hombres: claro que ustedes saben que yo a veces soy porfiada como una mula, e invariablemente terminaba haciendo exactamente lo contrario a lo que me aconsejaba, para terminar llorando y odiándome a mí misma.
Muchas gracias Rodriguito, por todas las horas en que te desgastaste dándome consejos que en el fondo sabías que no iba a seguir; por todos tus intentos infructuosos de arreglar algún desastre doméstico; por tratar de inculcarme tu “Oda a la lentitud”, sabiendo que soy un ataranto humano; por tus aventuras amorosas e historias en que me hiciste reír, y finalmente por soportarme todos estos meses.
Te deseo lo mejor en tu nuevo depto, que la precariedad en la que vives se resuelva rápidamente y que por fin, una de tus citas resulte ser una mujer extraordinaria, porque eso es lo que te mereces.

2 comments:

Anonymous said...

Gracias Panchita, está muy lindo el blog. Será un hermoso recuerdo de mi estadía en tu depto. Te agradezco tus palabras, y te deseo mucho éxito en tus cosas, sobretodo en la búsqueda de tu Príncipe Azul (aunque ojalá no esté en ninguna de tus categorías preferidas: pastel, mamón, etc.)

Gracias por todo, por la alegría, consejos y demases. Eres una bellísima persona, de esas que escasean hoy en día. Te prometo que voy a cuidar tu amistad como un verdadero tesoro...

Cariños, Rodrigo

cota said...

amiga...te ganaste ese amigo porq tu too eres una BELLA PERSONA MAMEEETA!!!! te quiero ene gracias porq me da hipo de la risa!!!