Monday, September 13, 2004

El ex

Sabía que tarde o temprano tenía que suceder, pero había evitado con todas mis ganas que lo que temía sucediera. La verdad es que era bastante difícil aplazarlo más, por las variadas circunstancias de la vida.
Encontrarme con mi ex. Hasta ahora, el hombre con el que he mantenido la relación más larga de mi historia sentimental. El mismo que terminó esa misma relación, dejándome como un estropajo humano y odiando a la raza de los hombres.
Por mí, nunca más lo hubiese visto en mi vida, y hasta ayer lo había logrado, incluso siendo la mejor amiga de su hermana. Y es que después de que terminamos, seguimos conversando y siendo amigas como si nada hubiese pasado. Claro que era (y sigue siendo) una amistad bastante extraña, ya que el tema de su hermano está vedado y yo jamás iba a verla a su casa.
Pero ayer, dentro de todo lo cabecita de pollo que he andado -creo que porque mi cuerpo me está pidiendo a gritos unas vacaciones- llegué a mi departamento dispuesta a tirarme cuán larga soy en mi cama y no despertar hasta el otro día. Sin embargo, llegando a la puerta, me di cuenta de que la muy tonta había dejado las llaves adentro, y que la única capaz de salvarme era nada más y nada menos que mi amiga, quien tenía las llaves de repuesto.
OH Dios, qué no me encuentre con él, repetía yo mientras marcaba el número de su casa de un teléfono público (Murphy me acompañó en pleno, al celular se le había acabado la batería), así que me tranquilicé un poco al saber que sólo estaba mi amiga, con su mamá y la hermana.
Claro que, como se imaginarán las cosas no fueron tan simples. Iba a menos de una cuadra de la casa (en el camino me habían surgido algunos recuerdos que quería desterrar de mi mente) cuando veo entrar a mi ex con su polola tomados de la mano.
Pensé en darme la vuelta y salir corriendo, pero como eso significaría no poder entrar a mi casa o pagar muy caro por un cerrajero que me fuera a auxiliar a las nueve de la noche de un día domingo, dije una pequeña oración de ayuda y golpeé la puerta.
Una vez dentro, se podía cortar el aire con un cuchillo. Mi corazón latía a mil por hora mientras conversaba con los ex suegros y la tía me invitaba a tomar una taza de te (como si hubiese podido tragar algo en esas circunstancias). Sabía que no era cómodo, ni para él -que ni siquiera atinó a saludarme hasta quince minutos después de mi llegada-, ni para mí, que decidí en ese minuto sacar las copias de llaves que fueran necesarias para no volver a pasar por esa experiencia otra vez.
De vuelta a la casa, pensé que por lo menos era algo que tenía que pasar tarde o temprano. Sin embargo, las circunstancias en que lo había planeado eran bastante diferentes a aparecer como la perna más perna en la puerta de su casa, chascona y cansada después de un viaje de tres horas y con cara de angustia porque no podía entrar a mi casa.
Yo me imaginaba volver a esa casa por lo menos con la compañía de un nuevo hombre, evidentemente feliz de la vida y totalmente producida, cosa que él llegara a pensar por un momento en la mujer que se perdió. Obviamente, después de casi dos años de que terminamos, se encontró con la misma mujer que dejó, e incluso un poco más chascona y pálida, tal vez agradeciendo haberse librado de mí.
Pero bueno, ¿qué se le va a hacer?
Así que llegué a mi casa, hice las cosas que tenía que hacer y me tiré en la cama. Pensando, hasta lloré un poco, pero después tomé Harry Potter 5 y me fui de este mundo por un par de horas.

No comments: