Tuesday, May 29, 2007

Todo pasa en Las Cabras

¿Se acuerdan de ese tipo que se mató tomándose una botella de pisco al seco? ¿Y del amigo que, curado, le pasó la plancha caliente al otro en la cara porque quería ver cómo se vería “planchado”? ¿Y de que fue precisamente en Las Cabras donde vieron a Zacarach y se escapó por poco? ¿Y del matrimonio donde el novio no llegó porque lo llevaron preso el mismo día, cuando fue a comprar las flores del matrimonio? ¿Y del taxista que echando sacos de harina, cajas y canastos en el auto, tomó el moisés con la guagua de la pasajera y la dejó bien acomodadita en la maletera junto con toda la mercadería y hasta el balón de gas? ¿Y cuando Quintanilla, el caballero que usa un bisoñé, hizo dedo en camioneta y se le voló el peluquín? ¿O cuándo el papá de Ángel salió de su casa en calzoncillos para pegarle a un sordomudo que lo fue a despertar de su siesta para pedirle plata y en una jugada magistral, el sordomudo entra en su casa, cierra la puerta y lo deja en plena calle sin poder entrar?

Todo eso, mito o verdad, pasó en Las Cabras.

Mi pololo dice que todo lo que sea digno de contar pasa en mi pueblo natal, y la verdad es que cada vez que voy a ver a mis papás, tienen una nueva historia que contar. La última vez que fui, mi mamá me contó que un bus había atropellado a dos curaditos que iban en bicicleta en plena calle, y cuando estaban en el suelo, uno le dice a otro: “Manterola, Manterola, ¿No te dije que nos subiéramos a la vereda mejor? Y yo claro, me cago de la risa imaginándome a Manterola y al amigo tirados en medio de la calle sosteniendo esta conversación.
Hay cosas que sé que son ciertas, porque lo he visto con mis propios ojos, o porque lo he sabido de primera fuente. Lo del tipo que se intoxicó con pisco puede haber pasado perfectamente en Las Cabras, porque creo que es uno de los lugares donde más he visto tomar.
Lo de la plancha caliente fue de antología. Un vecino de Las Cabras llega con un amigo después del carrete, justo después que su señora había terminado de planchar. Al llegar, toma la plancha caliente y se la pone en la cara al amigo, al tiempo que pregunta:¿Cómo te verías planchado? No fui testigo de la escena, pero vi la quemadura del individuo y se veían hasta los círculos de la parte de debajo de las planchas estampados en un cachete. Lo del matrimonios sin novios también lo viví en carne propia, puesto que estaba invitada a la ceremonia. Lo peor no fue que la novia quedara esperando vestida a un novio que nunca llegó, ni que el novio haya estado preso en el momento que tenía que casarse, sino que la fiesta se hizo igual porque no se podía devolver toda la comida y los postres que ya estaban preparados, ni la música ni la ornamentación que ya estaba pagada. También sé de primera fuente lo del sordomudo, porque le pasó al papá de un amigo.
He sido testigo también de cómo mis tíos han mandado al mismo niño a comprar agua en polvo, semillas de hilo negro y herraduras para gato a la ferretería, y como estaban coludidos con el ferretero, al pobre lo tenían dando vueltas por todo el pueblo.
Pero hay cosas que entran en la mitología popular, como que vieron a Zacarach en la plaza, comprando un paquete de cabritas; o que encontraron huesos de dinosaurios en el cerro, o que el diablo jugaba tejo en los cerros de Peumo (que queda al lado de Las Cabras) y que por eso hubo que poner una cruz.
Verdades o mentiras, todas estas historias pasan a formar parte de la esencia del ser cabrino, esa facultad de exagerar las cosas hasta el punto de que los mismos protagonistas no las pueden reconocer de lo distorsionadas que quedan luego de pasar de boca en boca.
Me gustaría que Las Cabras siguiera siendo por siempre el pueblo donde nací, donde podíamos dejar las puertas abiertas y entrar a las casas de tus amigos como Pedro por tu casa y donde caminabas por la calle y todo el mundo te conociera. Me gustaría rescatar las salidas en saltarina por la plaza del pueblo, las láminas del álbum de los cariñositos, los viajes al colegio en furgón y en taxi, la colección de esquelas perfumadas, llegar a tu casa un día de lluvia a sentarte al lado del fuego, con sopaipillas recién hechas y con “Carrusel” en la televisión. El olor a leña quemándose en la chimenea, a poncho mojado por la lluvia, a tierra y caballo, a entrar en tu casa y cambiarte los zapatos de colegio por esas botas calientitas en la chimenea. Díganme si no echan de menos sus propias infancias.

Monday, May 28, 2007

Tres son multitud

No. No es que me haya metido con la nueva serie de Megavisión. (Ni siquiera sé de qué se trata, ni sabía en qué canal la transmiten), sino que desde hace un mes tengo un arrendatario nuevo en mi departamento, quien es el mejor amigo de mi pololo.
Ha sido muy divertido. Cuando le conté a mis amigas, me dijeron si estaba loca, porque no iba a poder hacer nada sin que mi pololo se enterara. Cuando mi pololo contó, le dijeron si estaba loco, por dejar (y no solo dejar sino que promocionar) que su mejor amigo viviera en la misma casa que su polola.
Y al parecer, la locura no iba mal encaminada. El Oso (así le dicen a mi nuevo conviviente) es muy simpático, y los tres lo hemos pasado chancho bajo este régimen. Además, la verdad es que él trabaja más en las tardes y en las noches, así que hay días en donde ni siquiera nos vemos.
Respecto de los reparos de mis amigas, debo decir que quien nada hace nada teme, y como una de mis reglas es la fidelidad (solo una vez fui infiel y me arrepentí tanto que jamás lo haría en mi vida), no tengo muchos problemas. Para Jose es fantástico, porque aprovecha de visitar a su polola y a su mejor amigo al mismo tiempo y hacemos siempre cosas de tres o de cuatro (cuando se suma la polola del Oso).
La última arrendataria era una niña suiza, muy amorosa que ahora se fue a recorrer América Latina, y por ella conocimos a otras niñas extranjeras, con quienes hemos armado un grupo muy entretenido. El último fin de semana largo, nos fuimos a Los Vilos, con estas niñas y otro suizo, amigo de mi pololo, además de la cuñada con toda su familia, y cada cierto tiempo nos juntamos a comer.
En Los Vilos lo pasamos muy bien, comimos como contratados (asado, mariscal, pasteles, empanadas de mariscos, y un largo etc), con lo cual veo que seguiré subiendo de peso en esta relación, porque ya llevo tres kilos en dos meses y medio. Y por supuesto, me compré todo el terreno de las cabañas, porque me saqué lo que es la cresta. Caí planchadita en la tierra, a tal nivel que quedé con costras en las rodillas, igual que cuando era cabra chica, y ahora en la oficina, no paro que rascarmelas, porque me tienen desesperada. Lo más gracioso fue la cara de todos cuando me vieron en el suelo. Por supuesto que me levante como un resorte, con poca dignidad pero al mismo tiempo cagada de la risa, mientras Jose me retaba por patuleca.
La playa estaba exquisita, la comida también, y en resumen fue un excelente fin de semana, muy descansado, tanto que dormí más que el hijo de 10 meses de la hermana de mi pololo, llegando al increíble promedio de 14 horas diarias. Pero sueño en mala, esa cosa que de verdad estás soñando a la una de la tarde y no te despierta ni un camión. Creo que tendré que ir al doctor para controlar mi hipotiroidismo.
Otra cosa que se me ha ocurrido hacer ahora es mosaico, así que estoy tomando unas clases muy entretenidas para aprender esta técnica. Ya he hecho dos cajitas y queda realmente espectacular el trabajo. Lo divertido es que como ustedes saben, yo tirito como una hoja de papel cuando me toca hacer algún tipo de trabajo manual de precisión, así que tengo a la profesora enferma de los nervios cada vez que tomo las pinzas para cortar las cerámicas, y corto chueco hasta con la máquina de líneas rectas…Pero en fin, lo importante es que las cosas igual quedan muy bonitas y lo paso muy bien en las clases, que es lo importante.

Friday, May 04, 2007

Me sorprende hasta donde puede llegar la maldad humana. Cada vez que escucho de papás que golpean a sus hijos hasta dejarlos medio muertos, de depravados que atacan a niños, de mujeres que han sido víctimas de un asaltante, violador o asesino, me pregunto en qué sociedad estamos viviendo.
¿Tanta es la soledad y la desesperación que lleva a la locura a un adolescente y le provoca a matar a sus propios compañeros en un colegio o en una universidad?
Vivimos en una sociedad demasiado exigente, que no perdona el error, la fealdad o la diferencia. Vivimos rodeados de personas que se sienten solas, con ese sentimiento de vacío que corroe hasta los huesos.
Buscando un sentido a la vida, muchos se pierden en caminos sin sentido.
Sólo de esta manera se explica la existencia de sectas y comunidades como la de Pirque, donde las personas se refugian en un espacio propio, acatando las reglas de alguien que les entrega una sensación de seguridad, de pertenencia, de comunidad, aunque esto exija grandes sacrificios.
Yo soy de la idea de que no es necesario apartarse completamente de la sociedad para hacer de este mundo un lugar más acogedor y feliz.
Falta que nos empecemos a preocupar por las cosas que realmente importan. Vivimos estresados, exigidos, cada díabuscando la perfección. Buscamos la pareja perfecta, la casa perfecta, los hijos perfectos. Pero lamentablemente no existen. La vida es una caja de bombones, como decía Forrest Gump, y no hay certeza mayor que esa.
He tenido estas reflexiones por diferentes motivos:
- Uno, porque estoy leyendo "Los mensajes de los sabios", de Brian Weiss, y pese a que me resisto a la idea de la encarnación perpetua, estoy de acuerdo con él en muchas cosas, sobre todo en que somos seres creados por el amor, hechos para dar y recibir este sentimiento de los demás, y que perdemos el sentido de nuestras vidas por lo material, por el exitismo, por la belleza, por todo lo que no nos podemos llevar cuando estemos muertos.
- Otro, porque conversando con un compañero de trabajo, nos contó lo angustiado que estaba porque a su hijo de 11 años le estaba yendo pésimo en el colegio. No se lo podía explicar, dado que él (papá) fue el mejor de su clase cuando estaba en el colegio, fue el primero en la PAA, y ahora no puede soportar la idea de tener un hijo flojo. ¡Pobre niño, me digo yo, si tiene papás con expectativas tan altas! Lo que me llamó la atención, fue que mi compañero ni siquiera estaba preocupado de si el niñito era feliz o no, sino que su única preocupación era que se farriara su futuro...
- Otro, porque he visto a través de la prensa tanta violencia, tanto odio, tantas cosas horrorosas, que me han llevado a pensar qué clase de sociedad estamos construyendo, donde adolescentes mueren de anorexia por perseguir un ideal inexistentes, donde jóvenes salen a la calle a destrozarlo todo sólo por el placer que eso produce, donde padres golpean a sus hijos hasta morir....
- Finalmente, porque siento que pudiendo hacer muchas cosas, tampoco las hago. Me conformo con vivir mi vida, como muchos, teniendo un tremendo potencial de entregar alegría, optimismo y fe.