Wednesday, March 09, 2005

Hidrogimnasia o el nuevo arte de la tortura moderna

No les había contado de mis últimas aventuras de fitness. Consciente de que con mis hábitos alimenticios, mi adicción por la televisión (eso que aún no tengo cable; sería mi perdición), y mi absoluta falta de actividad física iba a llevarme al borde de la obesidad mórbida, decidí comenzar a probar diferentes cosas, a ver si alguna disciplina me conquistaba más que el bendito gimnasio.
Así fue como llegué a la hidrogimnasia. Una disciplina top, según lo que decía la página web que visité. Un ejercicio fuerte, pero de bajo impacto gracias a estar dentro del agua, mágico para endurecer y relajarse al mismo tiempo, apto para todo tipo de personas. ¿Incluso flojas? Pensé para mis adentros.
El asunto fue que después de concertar una clase de prueba en un centro cercano a mi casa (me conozco tan bien que sé que debo ir a algún lugar caminable, porque si no simplemente no voy a ir), me fui de shopping a comprar todos los artilugios necesarios para convertirme en toda una sirena. Nada más alejado de la realidad, puesto que el famoso traje de baño deportivo es casi una túnica, ideal para no depilarse ciertas partes que suelen ser dolorosas, pero fatal si el objetivo es conquistar a un guapo compañero de andanzas. A esto, súmenle un gorrito con el que la cabeza parece un condón. Menos mal que esta disciplina no exige los famosos anteojos antiagua, porque ahí si que renuncio de plano sólo por la indumentaria.
En fin. Llegado el día D, me fui con mi bolso de gimnasia, subí por ascensor los 7 pisos hacia la piscina (mucho entusiasmo tenía, pero no para subir escaleras aún), y me metí en el agua un poco antes de que empezara la clase para ambientarme en este nuevo lugar. De haber sabido lo que vendría, me quedo tranquilita en la piscina, haciéndome la loca hasta que la bendita clase terminara. Pero en vez de eso, me hice la winner, mientras llegaban mis compañeros de clase. (o de tortura, más bien).
Para empezar, la promoción en la página web decía clarito que no había que saber nadar como delfín para hacer hidrogimnasia; sólo saber flotar en el agua por si las moscas (me imagino que nadie quiere hacerse responsable por el ahogo de un alumno), y en eso yo, nacida y criada en las cercanías de un lago, no tenía problema.
Pues bien, luego de quince minutos de calentamiento, muy parecido a como empieza una clase de aeróbica o lo que sea, la orden fue nadar dos veces de ida y vuelta a lo largo de la piscina. Fue una verdadera vergüenza, porque mientras mis compañeros pasaban de largo cuál tritones por mi lado, yo no había nadado ni siquiera para llegar a la mitad de la piscina. A los cinco minutos de nado, comenzaron a pesarme más que nunca mis meses de sedentarismo, sumado a unas apestosas pesas de plástico que habíamos adosado a nuestras pantorrillas.
Pero eso no fue el fin de mi humillación; fue el comienzo. Luego de la indignidad de mi natación, debíamos sumar unos pesados aros de espuma en nuestros brazos, y hacer ejercicio con las cuatro extremidades sin tocar el piso. O sea, ustedes conocen el nivel de mi coordinación, por lo que tenía que elegir de a uno qué mover, mientras mis compañeros me miraban con cara de que yo era algo así como Jackass de MTV o estaba cumpliendo una apuesta con mis amigos. La profesora, observando mi cara de desesperación y cuasi ahogo, me entregó lo que ya sería el punto cúlmine de la indignidad: uno de esos firulos de goma, largos y flacos, que usan los cabros chicos para aprender a nadar, para flotar más fácilmente en la piscina. Justamente en ese minuto, decidí que prefiero la obesidad mórbida a arriesgar mi vida en una piscina de hidrogimnasia, siendo humillada hasta la muerte por mis compañeros y además, pagando casi un 10% de mi sueldo por eso.

1 comment:

Anonymous said...

Que lata que no te quedaste más tiempo..la hidrogimnasia es espléndida, y con un poco más de tiempo (y de enfocarse menos en la apariencia del gorrito y más en el bienestar contra la obesidad mórbida) hubieras ganado un nuevo deporte top....y quien sabe y un poco más de calientamiento.