Friday, May 04, 2007

Me sorprende hasta donde puede llegar la maldad humana. Cada vez que escucho de papás que golpean a sus hijos hasta dejarlos medio muertos, de depravados que atacan a niños, de mujeres que han sido víctimas de un asaltante, violador o asesino, me pregunto en qué sociedad estamos viviendo.
¿Tanta es la soledad y la desesperación que lleva a la locura a un adolescente y le provoca a matar a sus propios compañeros en un colegio o en una universidad?
Vivimos en una sociedad demasiado exigente, que no perdona el error, la fealdad o la diferencia. Vivimos rodeados de personas que se sienten solas, con ese sentimiento de vacío que corroe hasta los huesos.
Buscando un sentido a la vida, muchos se pierden en caminos sin sentido.
Sólo de esta manera se explica la existencia de sectas y comunidades como la de Pirque, donde las personas se refugian en un espacio propio, acatando las reglas de alguien que les entrega una sensación de seguridad, de pertenencia, de comunidad, aunque esto exija grandes sacrificios.
Yo soy de la idea de que no es necesario apartarse completamente de la sociedad para hacer de este mundo un lugar más acogedor y feliz.
Falta que nos empecemos a preocupar por las cosas que realmente importan. Vivimos estresados, exigidos, cada díabuscando la perfección. Buscamos la pareja perfecta, la casa perfecta, los hijos perfectos. Pero lamentablemente no existen. La vida es una caja de bombones, como decía Forrest Gump, y no hay certeza mayor que esa.
He tenido estas reflexiones por diferentes motivos:
- Uno, porque estoy leyendo "Los mensajes de los sabios", de Brian Weiss, y pese a que me resisto a la idea de la encarnación perpetua, estoy de acuerdo con él en muchas cosas, sobre todo en que somos seres creados por el amor, hechos para dar y recibir este sentimiento de los demás, y que perdemos el sentido de nuestras vidas por lo material, por el exitismo, por la belleza, por todo lo que no nos podemos llevar cuando estemos muertos.
- Otro, porque conversando con un compañero de trabajo, nos contó lo angustiado que estaba porque a su hijo de 11 años le estaba yendo pésimo en el colegio. No se lo podía explicar, dado que él (papá) fue el mejor de su clase cuando estaba en el colegio, fue el primero en la PAA, y ahora no puede soportar la idea de tener un hijo flojo. ¡Pobre niño, me digo yo, si tiene papás con expectativas tan altas! Lo que me llamó la atención, fue que mi compañero ni siquiera estaba preocupado de si el niñito era feliz o no, sino que su única preocupación era que se farriara su futuro...
- Otro, porque he visto a través de la prensa tanta violencia, tanto odio, tantas cosas horrorosas, que me han llevado a pensar qué clase de sociedad estamos construyendo, donde adolescentes mueren de anorexia por perseguir un ideal inexistentes, donde jóvenes salen a la calle a destrozarlo todo sólo por el placer que eso produce, donde padres golpean a sus hijos hasta morir....
- Finalmente, porque siento que pudiendo hacer muchas cosas, tampoco las hago. Me conformo con vivir mi vida, como muchos, teniendo un tremendo potencial de entregar alegría, optimismo y fe.

2 comments:

cota said...

fran...lee mi columna estoy felíz

jochelosky said...

Te quiero,ve mi blog