Tuesday, August 17, 2004

Las citas y el dinero

Hablando con un muy buen amigo por MSN acerca de la desilusionante vida amorosa que me ha tocado vivir este último tiempo, me empezó a contar las aventuras de su última cita. Para empezar, me contó que había conocido a una niña, que le había interesado lo bastante para invitarla a salir un par de veces, pero que algo en ella lo había desilusionado.
¿Qué?, se preguntarán ustedes. No es que sea muy gritona, ni haya hecho algún tipo de escándalo en medio de un lugar concurrido. Lo que le molestó a mi amigo fue la evidente indolencia de ella en el momento de pagar una cuenta después de una cita. Me explico. Ningún amage de meter la mano en la cartera, ni de ofrecerse a pagar lo suyo. O sea, silencio total, mientras mi amigo pagaba la cuenta sin decir ni pío.
Recuerdo haber leído un cuento parecido hace poco. Se trataba de un tipo que invitaba a salir a una nueva conquista, dejándola a ella elegir el lugar. Al llegar, se daba cuenta de que era el restorán más lujoso de la ciudad, y tal parecía que la mina no había comido nada todo el día, reservándose para ese momento. Pidió los vinos más caros, las especialidades de la casa y los más selectos postres, dejando a la imaginación de su compañero en qué parte de su delgado cuerpo le cabía tanta comida. Al mismo tiempo, el pobre hombre sudaba frío, y se encogía en su silla para ver si algún milagro lo sacara por arte de magia de allí. ¿Cuántos platos tendría que lavar para pagar tamaña cuenta?
Claro que a mi amigo no le pasó eso, (eso creo). El punto es que en los tiempos que corren ahora, ninguna mujer joven debería dar por sentado que su compañero siempre asumirá el gasto. Sin embargo, le pregunté qué era exactamente lo que le había dicho. Por ejemplo, le había dicho ¿te invito al cine o vamos al cine?
Y es que existen ciertos códigos, donde a veces el feminismo (o intentar pagarlo absolutamente todo) no cabe, porque echa a perder el momento. Si un amigo me dice, te invito al cine, yo asumo que es él el que pagará, independientemente de que, llegado el momento, intente sacar mi billetera de la cartera y él me detenga. En cambio, si me dice vamos al cine, obviamente asumo que yo pago mi parte.
Hay otro tema respecto de los hombres y el dinero que complica a las mujeres, y es el de los regalos. Con esto, hay problemas de toda índole, que a veces son más fáciles de solucionar. Por ejemplo, si estoy saliendo con alguién hace una semana y él está de cumpleaños. ¿Qué demonios le regalo? Si es un oso de peluche tamaño XL, con un enorme corazón de peluche que dice I love you, ¿no será mucho? Por otro lado, si le llevo el típico chocolate con almendras que le van a regalar todas las amigas y tías, ¿no será muy desinteresado? Es terrible, más de lo que ya es encontrar un regalo decente para un hombre, sobre todo por que el valor del regalo generalmente marca un compromiso más allá del regalo en sí.
Una amiga mía salía hace un par de meses con el que ahora es su marido. Ya antes de su cumpleaños, le había regalado regalos costosos, como accesorios de marca y otras ostentaciones, así que para el día de su cumpleaños, le dijo que no iba a aceptar nada más que una blusa, que incluso le mostró, haciéndole ver lo incómoda que se sentía con esos regalos que nunca podría pagar si terminaban.
El día del cumpleañ0s, el pololo venía detrás de una torre de bolsas...¡¡¡¡Le regalo seis camisas de cada color!!!!!!!!!
Así que dos consejos a mis amigos y amigas. Uno, cuiden el lenguaje al invitar a salir a alguien. Puede ser la clave para evitar posteriores confusiones y malos ratos. Dos, siempre hay que hacer el intento de pagar, aunque seamos detenidas por nuestra nueva cita. Tres, piensen bien antes de regalar algo a alguien. Y por último, siempre lleven algo de plata en sus citas, por si todo sale mal y tienen que tomar un taxi de vuelta.

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