Friday, August 20, 2004

Mister "Miércoles"

Les tengo que contar algo. Tengo un hombre. Sí, por fin la rueda del destino me favoreció y me mandó a alguien para hacerme compañía. Él es muy simpático, muy amoroso y me río muchísimo con sus historias. Físicamente, me encanta, pues es el ser más alejado de un metrosexual que he visto en mi vida. 1.82, moreno, con cara de hombre bien hombre y orgulloso de su poncherita cervecera. Amigo de sus amigos, le gustan los asados y todo lo que tenga que ver con piernas corriendo tras una pelota. Hay un sólo problema con él, y es que sólo aparece los días miércoles.
Tal cual. Cómo si fuera una especie de encantamiento, o sino fatal, parecido a las míticas doce de la Cenicienta. Cuando llega el misterioso día de mitad de semana, el teléfono suena y yo tengo la certeza absoluta de que es él, para preguntarme si me puede ir a ver. Obviamente, como la soledad es fuerte y la carne débil, acepto sin hacerme muchas preguntas, disfrutando ya por adelantado la dulce compañía que tendré en unas horas más. Luego, cuando se va, me quedo pensando si la otra semana lo volveré a ver.
Y así han pasado varias semanas. Y aunque es una situación bastante incierta, no deja de tener su encanto, haciendo que la semana pase un poquito menos monótona. Llegando del gimnasio, los miércoles me meto en un rico y perfumado baño de espuma, donde me quedo por lo menos por media hora, para después ponerme lo mejor de mi clóset y esperar que suene la puerta.
Sin embargo, y analizando su conducta con la Pame, ayer en la tarde (mientras las chanchitas comíamos pizza y helado de chocolate) nos comenzamos a hacer preguntas...¿Por qué, de todos los días de la semana, tiene que elegir los miércoles? ¿Por que no varía un poquito su rutina y pasa un jueves, un lunes o un domingo?
Pueden existir varias explicaciones para no llegar los fines de semana (desde que exista otra mujer, hasta que se junta con su club de Toby a embriagarse, y hasta le acepto que el domingo le den unas ganas enormes de quedarse en su cama viendo fútbol todo el santo día), pero sigue siendo un misterio para mí qué puede hacer los lunes, martes y jueves.
Tal vez es una especie de ritual para él, y he pasado a ser parte de la esencia de su día miércoles. Tal vez, si un día toca a mi puerta un lunes, viernes o domingo, tendré la certeza de que esa será su última visita, o me de tal impresión que quede helada y le cierre la puerta en la nariz.
Sea como sea, él también se ha convertido en parte de mi propia rutina, y esta noche me iré a la cama esperando que sea miércoles.

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