Thursday, October 21, 2004

BLIND DATE VERSION 2.0

Si a mí me pagaran por cada vez que me traiciono a mí misma y hago las cosas que prometí no volver a repetir en la vida (con amenazas de penas de calvario, autoflagelación y otras yerbas) ya sería millonaria. ¿Cuántas veces habré dicho, por ejemplo “a este susodicho no lo llamo más”, “nunca me enamoraré”, “a la otra empiezo a estudiar antes”, etc, etc.
Bueno, aquí me tienen nuevamente. ¿Es cierto que, alguna vez, luego de una tenebrosa cita a ciegas, dije que nunca más iba a salir con alguien que no conociera de antemano? Bueno, ya me tuve que comer una a una mis palabras, porque ayer tuve una nueva cita. Eso sí, con otro hombre.
Una compañera de colegio, luego de leer mis lamentaciones respecto de mi vida amorosa, encontró a un amigo que había pasado por situaciones parecidas y decidió presentármelo a través del prodigio comunicacional llamado msn. Ni corta ni perezosa, accedí a conocer al muchacho. Total, no perdía nada.
En un minuto de la conversación, él me dijo que encontraba que msn era top, pero muy impersonal, así que me invitó a salir en la noche del miércoles. La verdad, yo también considero que msn es impersonal, y que finalmente la mejor manera de conocer a alguien es en vivo y en directo, en technicolor y para empezar, un poco de luz artificial. Pero, por otro lado, mi experiencia fatídica con mi última cita a ciegas había sido un perfecto desastre, aparejada con la decisión de no tener más este tipo de experiencias. Sin embargo, la curiosidad pudo más que yo y acepté la invitación.
Yo no sé si los hombres se pasan tantos rollos como uno antes de una cita a ciegas. Miles de preguntas se agolpaban en mi cabeza mientras pensaba cómo sería él, qué ropa me ponía, dónde me iba a llevar, o si sería un psicopatón…bueno, nunca tanto, pero después de “mister freak” cualquier cosa era posible.
En fin, se portó un siete, me fue a buscar a la casa y hasta me abrió la puerta del auto (sé que soy feminista de corazón, pero me encantan ese tipo de detalles), y partimos a un bar desconocido a tomarnos un trago. Para ser totalmente concordante con la verdad, desde que me subí al auto (algo antes de las 10 de la noche) hasta que llegué a mi casa (2 de la mañana) no paramos de conversar. Incluso se nos enfriaron unas brochetas de carne que pedimos. De verdad, hace mucho tiempo que no conversaba tanto, y de los más variados temas. Obviamente, salió a colación alguna gente conocida (entre los que se contaba un ex, compañero de la universidad de toda su vida…horror), la vida en Santiago, y los gustos personales, pero también hablamos de nuestra mutua antipatía por el Opus Dei, y nuestros sentimientos respecto de la familia. Es decir, Open Heart total. O sea, una cita de lo más agradable.
Y si hay nerviosismo antes de una cita así, obviamente también lo hay a posteriori. Oh Dios, ¿qué impresión le he causado? ¿Pensará que tengo una especie de rara enfermedad que no me permite callar? (yo también lo he pensado, la verdad), ¿volveremos a hablar o mañana llegaré a la ofi para descubrir que me borró de su lista de contactos y huirá de mí como alma que se lleva el diablo?
Bueno, nada de eso pasó. Hablamos, le agradecí la hermosa velada (que siútico que sonó eso) y él me dijo que ojalá se volviera a repetir. Bakán.
Muchos me dirán que tenga cuidado, y que sólo me haga una opinión después de la segunda cita (recordamos con cariño a Mister Freaky, quien sólo reveló su oculta naturaleza en el segundo encuentro), pero creo que no me equivoco si digo que tengo una buena corazonada con esto. Veremos.

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