Tuesday, October 26, 2004

El amigo perdido

Díganme si no es bueno tener un buen amigo. Pero un amigo de verdad, ese que está ahí cuando te equivocas (y pese a haberte dicho hasta el cansancio que la estabas cagando, sigue ahí cuando te das cuenta de que sí lo estabas haciendo), y también está ahí para tu graduación del colegio, para tu título de la universidad y para todos tus cumpleaños. La verdad es que con Andrés he compartido los más dolorosos momentos de mi vida, pero también los más alegres. Claro, sin contar la graduación del colegio (donde en primera instancia iba a ir con él, pero luego apareció un desconocido que trastocó mis planes completamente y estaba destinado a ser mi amor platónico de fiesta de graduación. Fiesta, que, entre paréntesis, fue un fiasco que duró hasta las dos de la mañana gracias a los miedos y lamentos de madres que pensaban que en vez de mujeres de cuarto medio estaban frente a una horda de mujeres vírgenes deseosas de dejar de serlo); además, para mi último cumpleaños, que fue una fiesta de disfraces (esta vez ya nadie alardeaba de ser pura e inocente), Andrés llegó disfrazado de un raro híbrido que pretendía ser un comando de guerra o algo así, pero que finalmente sólo unos pocos privilegiados pudieron captar.
Dejándonos de bromas, es verdad que ha sido la persona que siempre ha estado ahí cuando más sola, triste y abandonada me he sentido, y también yo he sido testigo de momentos importantes de su vida. Le presenté a la polola con la que lleva más de 8 años, estuve ahí cuando terminó con ella y durante todo el proceso de arrebato, mujeres y locuras que vivió en su etapa de soltero, antes de darse cuenta de que ella era la mujer con la que debía estar. En honor a la verdad, durante ese tiempo evaluamos la posibilidad de acompañarnos en nuestra mutua soledad, pero finalmente lo descartamos casi antes de pensarlo, más que nada porque estamos destinados a ser amigos y solo amigos.
Pero desde hace más de dos meses, Andrés desapareció estrepitosamente de mi vida, por una mejor oportunidad de trabajo, y se olvidó de mi existencia. Ya antes había ocurrido, porque es lo más volado que hay, así que no me preocupé. Comencé a preocuparme cuando escuché ciertos rumores sobre su vida, entre los que se contaba que había renunciado a su trabajo y que estaba pronto a emprender rumbo a Estados Unidos a probar suerte o a vivir allá por el resto de su vida. En ese punto ya me empezó a doler, porque ¿cómo era posible que este individuo hubiese tomado tan importantes decisiones sin yo haber tenido la más mínima idea? Una semana lo llamé al celular hasta que se me gastó el dedo, hasta que se me ocurrió la genial idea de llamarlo a su casa este fin de semana, a ver si lo encontraba. Él me contestó, sintiéndose mal y culpable por no haberme pescado durante todo este tiempo, pero fue perdonado inmediatamente, por la alegría de escuchar su voz. Se alegró mucho por mi nueva cita, deseándome lo mejor de lo mejor, y también me corroboró que efectivamente renunció a su trabajo y se va por ocho meses a Estados Unidos a aprender inglés y probar suerte en lo que salga.
Yo estoy feliz por él, porque siento que estas cosas sólo se pueden hacer cuando uno es joven, soltero y sin compromiso, así que espero que le vaya super. Obviamente lo voy a extrañar, pero no sé si tanto como su polola (quien ya debe haber empezado a tejer una bufanda tipo Penélope), y esperaré a que vuelva para que me haga reír con sus historias. Por lo pronto, se va el 11 de noviembre en un avión marca chancho (que describió como una “galgo con alas” por lo carretonero). Lo único que le pido a Dios es que no sea un avión suficientemente importante para Al Qaeda, y que lo acompañe en toda su travesía por los United States. ¡¡¡Feliz viaje!!!

No comments: